LOS MISTERIOS DE LA NAVIDAD

[Ana María Duce Sánchez]

 

         NATALIS SOLIS INVICTI (EL SOLSTICIO COMO CICLO UNIVERSAL)

         Deus Sol Invictus era el culto al Sol Invictus, de origen sirio y persa, dedicado a Mitra, el cual adoptaba la creencia de la inmortalidad del alma, del juicio futuro, y la resurrección de los muertos.  Dicho culto se remonta a dos mil años a.d.C. en el inicio de la Era de Aries, una Era de Signo de Fuego, por lo que se inauguró en todo el mundo civilizado, el culto al Sol-Fuego con su Zodíaco, o sea: los Doce grandes Dioses Olímpicos. Dicho culto fue introducido en Roma por el soldado-emperador Aureliano, -adoptado por las Legiones Romanas- (214-175 aproximadamente), quien declaró al Sol en el año 274, como máxima deidad regente del Imperio, siendo tolerante sin embargo con las diferentes confesiones religiosas, incluido el naciente cristianismo, a quien apelaban en última instancia para solventar los asuntos de disputa.  Aunque se consideraba monoteísta por el culto solar, sin embargo, contenía éste características propias del culto a Baal (Júpiter) y Astarté (Venus, pero atribuyéndola también –por confusión- con la Luna). Y lo era esencialmente porque El Regente Solar era el reinante en todo el Sistema Solar  y  por ello reunía para los romanos, todos los atributos de los dioses que lo componen.

Constantino estableció el domingo como festividad dedicada al Sol, a lo cual los cristianos tuvieron que someterse porque ellos celebraban el festivo semanal el sábado, según la costumbre judía.

En el Imperio Romano comenzaban las Fiestas Saturnales dedicadas al Dios Saturno sobre el 16 o el 17 de diciembre para llegar a su culminación el día del Solsticio,  terminando el día 25 una vez acabado el 24 el Solsticio, con el Nacimiento del Dios Sol (Natalis Solis Invicti) celebrando así, el final de la Siembra, se daba las gracias al dios agreste, y se conmemoraba, un tiempo de descanso hasta la llegada del Solsticio. Recibían de este modo, el nuevo año, lo cual, liberaba a los esclavos de dichas tareas (por lo que se las calificaba de las Fiestas de los Esclavos y se les permitía celebrar los banquetes junto con sus amos, hasta el extremo de invertir los papeles, de forma representativa y enmascarada. Se ofrecían también, regalos para celebrar el curso de las estaciones del siguiente año, sobre todo amuletos; mientras a los niños se les regalaba juguetes, y todos se deseaban los mejores deseos y bienaventuranzas.

          La colina capitolina, situada entre el Foro y el Campo de Marte, había estado anteriormente dedicada al templo de Saturno como principal dignidad de Roma, construida sobre un anterior templo etrusco. Posteriormente, cuando fue destruido por las guerras, fue dedicada también a Júpiter y a Minerva. Se le denominó Capitolio porque al edificar los cimientos, se encontró una cabeza humana en la cual ponía el nombre de Tolus; y los adivinos auguraron, que ello era síntoma de que Roma sería en edades venideras, la cabeza de un gran Imperio: o sea, Madre de numerosas Naciones, y entonces se le llamó Caput Toli, cuya permutación terminológica derivó a Capitolium. Con sus numerosas destrucciones y renovadas cimientos y restauraciones, perduró hasta el siglo VI d.C. y sobre ella se construyó la Iglesia y el Convento de Santa María, en el siglo VI. Todavía en tiempos  del Imperio la estatua de Júpiter la presidía con un Rayo de Oro en la mano en un trono de oro y de marfil.