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EL PERVERSO MUNDO DE LAS RECETAS ASTROLOGICAS

Aprovechando que en este foro de Astrólogos del Mundo se han presentado dos artículos sobre el mismo tema (el niño que creció entre lobos), cuyos análisis realizados por dos sistemas zodiacales diferentes en una de sus partes centra la discusión en definir si al niño le va mejor un Ascendente en Cáncer o en Leo para describirlo como persona. Lo cuestionable para mí no es lo anterior, que se discuta y pueda llegarse a un acuerdo sobre lo que es mejor, lo cuestionable es observar que el sustento para validar uno u otro Ascendente son las llamadas recetas astrológicas. Pretende uno y otro colega inclinar la balanza de su lado apoyándose en cosas como que los Cáncer son de tal o cual manera y que los Leo son de tal o cual manera. Lo mejor es recrear lo anotado por cada uno de mis colegas:

Don Antonio: “Pero hay un detalle que se nos pierde a todos: el AC en Cáncer -no en Leo-  En Cáncer, nos vemos con una persona sencilla, humilde, con empatía, capaz de abrazar con cariño a la loba que le alimenta, antes de pasar por el miedo de ser devorado por ella”.

“En toda su apariencia y comportamiento, yo veo una sencillez., humildad y sentimentalismo que poco encajan en Leo. Es solo una opinión mía”.

Don Pedro Jiménez: “En su reportaje, el cineasta nos cuenta que, pese a su desconfianza, en lugar de ser un tipo retraído, siempre termina siendo el "centro de cada reunión", y eso es más propio de un Asc Leo, que no Cáncer. Pese a todo lo que le ha ocurrido, le escuchas hablar con un auténtico desparpajo que, pese a que mantengas a Mercurio en Géminis, no cuadra con un Sol Tauro, y menos aun colocando a Saturno en Géminis. Eso tendría que hacerle mucho más "metido para dentro". Temeroso de no saberse explicar bien. La ternura y sensibilidad que tú achacas al Asc. Cáncer, está justificada por la Luna-Neptuno en sextil al Asc.... en fin...”

     La verdad es que no puedo compartir lo anterior y no por ser algo muy facilista, sino por ser errado desde todo punto de vista. Digamos que eso de calificar o describir los signos de esa manera se aleja de lo que es la astrología. Lo anterior, lo de describir cada signo como si los mismos tuvieran o concedieran una “personalidad definida y única” es el equivalente a decir, por ejemplo, que todos los ingleses son en extremo puntuales; que todos los argentinos son prepotentes; que todos los brasileños son alegres o que incluso todos los colombianos somos narcotraficantes. La verdad es que nada de lo anterior puede ser cierto, pues aunque Colombia haya sido afectada muy seriamente por el problema de las drogas somos muchos los colombianos que odiamos y nos mantenemos al margen de esa actividad. En si entonces tenemos que aceptar que no todos los colombianos somos narcotraficantes, que no todos los ingleses son la puntualidad en pasta y menos aún que todos los argentinos sean prepotentes: tuve la oportunidad de visitar Buenos Aires y me encontré con gente demasiado querida que en nada se parece en su comportamiento al cantante Charly García.

     Si en este asunto de nacionalidades, que puede ser fácilmente verificable y/o estudiado, no hay lugar para las generalizaciones, entonces jamás podría haber espacio dentro de la astrología para considerarla como un sistema o método que con solo doce signos pueda calificar y describir fielmente a cada persona de este mundo. Ya la sola pretensión de poder hacerlo es una necedad. La verdad es que no hay dos personas del mismo signo (solar o Ascendente) iguales o que puedan encajar dentro de los lineamientos que suelen leerse en los famosos libros de las recetas astrológicas, de los que pululan en las librerías de nuestras ciudades.

     Es común en conversaciones escuchar que tal persona es Aries, que aquella otra igual lo es y que otra más también es de Aries, pero que entre ellas hay diferencia abismales: “una de ellas incluso raya con la total pasividad”. Se pretende inicialmente hacernos creer que todos los Aries son en extremo violentos y hasta salvajes en su comportamiento. Simplemente se busca encasillar a cada personas en uno de las doce posibilidades zodiacales. Mas cuando aparece aquel otro Aries que es todo lo contrario a la norma (a la receta), la respuesta inmediata del astrólogo es que la astrología es una mezcla de varios factores o elementos que sumados definen o delinean la vida y el carácter de una persona. Es una pena, así lo siento yo, que se siga usando las recetas para marcar la diferencia entre una persona y otra. Lo anterior es un logro imposible.

     La cuestión es que para que esto sea válido y tenga sentido debería funcionar igual para todas las personas en cualquier lugar del planeta. Es decir, que podamos observar que en verdad todos los Leo sean una copa idéntica y sin importar su lugar de habitad. Acabamos de leer, gracias a nuestros colegas, que los Cáncer son sentimentales y que los Leo gustan de ser el centro de atención, pero la verdad es que además de encontrar personas de Leo y de Cáncer que se comportan todo lo contario, la experiencia triste de las recetas es tener que reconocer que esas características que tanto se promulgan para Cáncer y Leo fácilmente las podemos ver reflejadas en cualquier otra persona y de cualquier otro signo del zodiaco. Así que entonces nada es exclusivo de un signo o de otro. Queda claro que mientras esa exclusividad no pueda ser mantenida ni respetada, carecerá de todo valor como sistema para identificar o definir las características que diferencia una persona de otra.

     En mi caso de verdad que lamento que semejante despropósito sea para algunos el punto de partida de lo que puedan considerar como una buena astrología. Los signos, como dice el maestro John Frawley, no tienen, en absoluto, las amables personalidad que se les pretende asignar en los recetarios. No y de ninguna manera no, no puede ser útil un método o sistema que pretenda valorar, juzgar o clasificar a las personas de este mundo en sólo 12 posibilidades. Para que lo anterior fuera de valor tendríamos que estar en la línea de todo aquello que es igual en toda lugar y situación, un ejemplo aclara lo anterior: se puede tener oro, plata o cobre, y cualquiera de esos elementos será igual y reconocible en cualquier otro lugar del planeta, es decir, el oro que usted tiene en Bogotá es y será el mismo oro que usted entrega en Berlín. Siendo de destacar que ese oro en Bogotá tendrá las mismas características y composición molecular que lo hacen único en cualquier otra ciudad del mundo. El oro es oro acá en Colombia o en la misma Conchinchina. Igual pasa con la plata y el cobre de nuestro ejemplo. Ya la forma como sea modelado o trabajado cada uno de estos metales es otra cosa, pero “la esencia” de cada uno de ellos se mantendrá hasta el final de los tiempos. Para que aquello de que todos los Cáncer son sentimentales o de que todos los Leo son autoritarios sea cierto, debe mantenerse en idéntica condición y sin importar si es una persona nacida en Perú o en Alemania. Mientras la esencia no se mantenga firme en todos los lugares del planeta entonces no puede ser usado como argumento para valorar ni juzgar nada en absoluto, mucho menos para describir el comportamiento y características de las personas de carne y hueso.

     No queda otro camino que revisar y revalorar nuestra astrología a partir de la realidad, sin engaños de ninguna naturaleza, algo que además es urgente. No podemos seguir andando el camino de una astrología que para validar su alcance, utilidad y conclusiones debe basarse en cosas tan banales como las recetas. Señores, amigos, colegas, de verdad que no podemos seguir difundiendo a los cuatro vientos que todos los Cáncer son como los ha descrito don Antonio; ni que todos los Leo son como los ha descrito el amigo Pedro. La confrontación con la cruda realidad hace que lo anterior caiga por su propio peso.

     Los que guste puede ir a la revisión del ejemplo de la carta natal de Adolfo Hitler en el libro de John Frawley – Página 33 de La Verdadera Astrología -, donde nos muestra la interpretación a partir de recetas que hace un astrólogo moderno, y la interpretación de la misma carta que haría un astrólogo clásico. La verdad es que ese Ascendente en Libra en la carta de Hitler es una trampa de grueso calibre si se lo interpreta solo a partir de simples recetas.

     Lamentable también es observar que las recetas no sólo se han usado para los 12 signos del zodíaco, sino que van más allá, pues hoy en día es común ver las recetas para los aspectos, por citar. Así por ejemplo leemos que, por ejemplo, los nacidos con tal planeta en aspecto positivo o negativo con este otro planeta son así o se compartan de una determinada manera. Las hay, me refiero a las recetas, que fusionan un planeta con un signo o casa en particular, al punto que se apuran en cosas como que los nacidos con Saturno en la casa dos vivirán su economía de tal o cual manera. Son tan absurdas las recetas que fácilmente pueden ser superadas por la realidad que se puede constatar. Por ejemplo, muchos dirían que los nacidos con Saturno en la casa dos serán personas con muchas dificultades financieras, que en su mayoría serán pobres o que el dinero no les durara. Lo anterior es lo que dice la receta, pero la realidad es que nos encontramos con personas que con ese Saturno en su casa dos han amasado gran fortuna, y no cualquier fortuna.

     Entonces… de verdad no podemos seguir creyendo o usando y muchos menos difundiendo una astrología que solo se sustenta en las recetas y nada más. Por supuesto que entiendo que este tema despierta muchas pasiones e hiere susceptibilidades, pero me nace de corazón hacerlo visible para que pueda ser discutido en su justa medida. No en vano recuerdo ahora la discusión gestada con el colega Eduardo Castellanos, que en su chat explicaba de manera elocuente la configuración planetaria sobre la cual sustentaba cierto proceder de la personas analizada usando su carta natal. Para él esa y sólo esa configuración mostraba ejemplarmente tan relevante proceder de aquella persona. De pronto, en el chat, se escucha la voz de una colega de Argentina, que con palabras más palabras menos anunció que ella estaba segura que aquella otra ubicación planetaria y no otra era la correcta para justificar lo que Eduardo enseñaba. Mi intervención se limitó inicialmente a preguntar cuál de los dos tenía la razón, pues era evidente que los dos y al mismo tiempo no podrían tener la razón. Recetas y más recetas eran las razones sobre las cuales ambos apoyaban su argumentación.  

     Mi sugerencia para terminar con el uso de las recetas es volver de nuevo a las bases, a los fundamentos de la astrología y tomar del conjunto de herramientas aquella que abre los seguros de la puerta que da acceso a la olvidada “ESENCIA”. Al perder la esencia hemos desorientado el camino y ahora andamos como el filósofo Diógenes, buscando acá y allá la verdad que siempre ha estado muy cerca de nosotros.

Giovanny Londoño Romero

Santiago de Cali – Colombia, marzo 15 de 2015.

PD/ Hace bien usted en considerar muy seriamente dejar fuera de su biblioteca libro del tipo “Los Signos del Zodíaco y su Carácter” de Linda Goodman, o similares recetarios. Nada puede justificar su uso ni su difusión en nuestro deseo de hacer y tener una astrología que pueda ser tomada como de seria y competente. 

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Comentario por Giovanni Londoño Romero el marzo 16, 2015 a las 10:15am

Don Antonio

La cuestión central de la discusión no es si la persona vivió de tal o cual manera su infancia o cualquier otra etapa de su vida, de si vivió rodeado de frutas, de minerales o de animales, acá de lo que se trata es del error astrológico de querer describir a una personas encasillándola dentro de una simple receta ajunta a cada uno de los doce signos. Que los de Cáncer son emocionales y/o sensibles, es algo que se proclama a los cuatro viento como una verdad incuestionable de la astrología, cuando en verdad lo anterior no pasa de ser una simple acomodación sin sentido ni utilidad. Sin sentido ni utilidad en razón a que aquello de sensibles y emocionales es algo que perfectamente puede ser visto en personas de cualquier otro signo diferente a Cáncer; en absoluto es algo exclusivo o distintivo de un signo en particular. Es común leer en los libros de rectas que por ejemplo los de Ascendente en Capricornio son muy trabajadores, que son capaces de trabajar muchas horas en su deseo de lograr sus metas. Insisto, lo anterior lo dice la receta, pero la verdad es muy común para mí observar, y no pocas veces, personas nacidas con dicho Ascendente que para nada muestran su deseo por trabajos de horas y horas, en absoluto. Entonces está claro que mientras unos Ascendentes en Capricornio si gustan de trabajar otros eligen lo contrario como su mejor oportunidad, pero igual ese mismo gusto o disgusto por el trabajo lo podemos ver en cualquier otra persona y de cualquier otro signo en el Ascendente. Por supuesto que el error de las recetas, como la que ahora estoy ubicando como un ejemplo, es evidente a toda luz, pues no se entiende como existiendo dentro de la carta natal una casa exclusiva para valorar la profesión del individuo, ahora se pretenda describir lo relación a este asunto usando el signo de la casa uno. El problema, lo dejo en claro de una buena vez, es que las recetas mezclan una y otra cosa sin un propósito claro ni certero. Un ejemplo aclara lo que acabo de indicar: para un Ascendente en Leo además de mostrarlo como persona autoritaria, en muchos casos lo describen como amante de sus hijos. Lo anterior lo hacen sin haber valorado la casa de los hijos de la persona. Pretender ubicar determinados comportamientos a un Ascendente sin revisar la realidad de las diferentes casas es errar el camino sin retorno seguro. No se puede tomar temas exclusivos de las casas para darle valor a un signo, pues una cosa es una casa y otra muy diferente un signo, no son la misma cosa. Entiéndase bien que una cosa es que la casa novena hable o represente los viajes al extranjero y la religión de la persona, pero lo anterior no faculta a ningún astrólogo a decir que una persona con Ascendente en Sagitario gusta mucho de viajar al extranjero. Su oportunidad de cruzar las fronteras de su país yace en la casa novena, no en la uno ni en su Ascendente. Otro ejemplo, el hecho de que la casa ocho hable de la muerte de la persona, no por ello se puede juzgar como correcto que un Ascendente en Escorpión sea suficiente para proclamar que la persona gusta del tema de la muerte. Lo anterior, lo de usar los temas de una casa para explicar un signo del zodiaco es lo que se conoce como el ABC de la astrología, que ya por si solo es otra gran tragedia sufrida por la verdadera astrología. Mezclar y creer que, por ejemplo, Júpiter, casa novena y Sagitario son la misma cosa y por ende pueden interpretarse de la misma forma es el error común que solemos cometer y no corregir. Así entonces es muy común ver que a muchos les gusta interpretar la ubicación de Venus en Sagitario como algo que define una persona que gusta y ama de los viajes, de las filosofías, de la ciencia. Lo anterior lo hacen sin importarles un comino que ese Venus en Sagitario esté ubicado dentro de la casa ocho, doce o cualquier otra. También es común escuchar que la sola presencia de Júpiter dentro de la casa uno es suficiente para interpretar que la persona gusta de los viajes, de la filosofía, de la ciencia. Es una gran confusión sin duda alguna. Entiéndase que el hecho de que Sagitario, Júpiter y la casa novena coincidan en su ubicación dentro de un horóscopo, no por ello asumen el mismo significado como si fueran un solo elemento. Júpiter no es la casa novena, ni es Sagitario, simplemente es un planeta que hace lo que un planeta hace. Sagitario no es Júpiter ni es la casa novena, simplemente es una parte de 30 grados dentro de la rueda zodiacal. La casa novena no es Júpiter ni es Sagitario, simplemente es una parte o segmento de la carta natal. Cada uno de estos tres elementos significa cosas que son de su exclusiva competencia, no las de sus otros dos asociados. Un ejemplo final aclara lo anterior: un maestro o gurú, un sacerdote, son asunto del planeta Júpiter y solo de Júpiter; el templo o lugar donde oficia o enseña aquel maestro ya es asunto de la casa novena y solo de la casa novena; mientras que el tema que es enseñado o discutido ya es asunto del signo y nada más que del signo. Entonces tenemos que GLR podría irse a Israel y allí asiste a las clases de un anciano sabio (Júpiter) dentro de una sinagoga (casa novena) sobre Kabala o religiones comparadas (Sagitario). Son tres aspecto diferentes de una misma cosa, que pueden actuar como una unidad pero manteniendo su total independencia. De tal suerte que ese mismo anciano sabio podría venir a Colombia y darme las clases en mi propia casa, y así podemos ver que sigue siendo el mismo maestro y las misma clases pero el lugar ha cambiado. ¿Será que al cambiar el lugar cambia la calidad de las clases o la calidad humana del anciano sabio? Este sabio podría dar sus clase en la última esquina del mundo, y seguiría siendo el mismo señor representado por Júpiter.

Giovanny     

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