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Sobre el monarca, hay que decir que fue un personaje contradictorio: unos le amaban, otros le odiaban. A raíz de su reputación se creó una “Leyenda Negra” y una “Leyenda Blanca”. Devoto, culto, prudente, fue un gran estratega y administrador; tenía una imagen de frío y de calculador, otras de sereno y calmado.  Bien, esto sería, a grandes rasgos lo que generalmente se dice del monarca.  Sin embargo, la ubicación de los planetas deja mucho que desear, por lo que he corregido dicha ubicación valiéndome del sistema de casas de J.Vehlow, que hasta que no se demuestre lo contrario fue valorado por el astrólogo alemán Erich Wiser, cómo el nº uno de toda una docena de sistemas. Si una mayoría apuesta por el de Plácidus, es porque nunca ha estudiado el sistema de Vehlow con seriedad. Aquí podemos demostrarlo con un personaje de todos conocido.

     Entre paréntesis figura el valor real de las casas.

Un monarca ambicioso

    Un Sol en la VIII. casa hace probable el realizar todas las ambiciones y de ver coronados todos los esfuerzos más allá de su muerte, o sea para la posteridad. Es de destacar que Felipe II, tenía un gran interés por el ocultismo, la Astrología  formaba parte de esa faceta. En la construcción del monasterio de El Escorial ello queda muy patente. Al respecto hay un video de Vicente Cassanya que habla sobre ello.

     Las posesiones alrededor de todo el mundo, por los cuatro puntos cardinales, se explican con ese stellium en la IX.casa, compuesto por Júpiter, Venus y Mercurio, incluído Urano, que es lo "fuera de serie", lo insólito, un imperio en el que no se ponía el sol. No nos olvidemos que el Sol está conjunto a Urano, aunque se encuentre en la VIII. casa, que es también del poder.

Plutón en la IV. casa: Indica lo heredado y las ataduras sobre lo ancestral. Entre ellas la sobreprotección de la madre y su gran influencia sobre el monarca.

El Marte progresado a los 61 años = 61º, que en el radix ya forma un quincuncio con Saturno. nos daría la siguiente estructura:  SA/DC =MA sc, explicaría el desastre de la Amada invencible, en 1588, (Cúspide VII. en Aries: enemigos belicosos) cuando el monarca tiene 61 años.

Saturno en la VII.  nos indica las múltiples separaciones del monarca, el luto,ya sea por fallecimiento de las esposas u otras circunstancias.

La agónica muerte de Felipe II

Felipe II falleció el 13 de septiembre de 1598 en el Monasterio de El Escorial, tras 53 días de una agonía horrible para un obseso de la higiene como él. A tener en cuenta Neptuno en la VI. y la cúspide de la XII. en Virgo (que empieza a los 14º 10´en Virgo) y no en Libra.

     Con un maléfico en la VI. casa, Neptuno y mal aspectado por otro maléfico, Urano, éste conjunto con el Sol, uno está propenso a toda clase de enfermedades, algunas extrañas, de diagnóstico difícil, y otras que uno quiera ocultar.

     El mismo miedo (Neptuno) a las enfermedades, contribuyó a esa obsesiva higiene (Virgo en cúspide XII.) que tenía el monarca con su cuerpo.

     Hay datos muy conocidos en la biografía del segundo monarca de la Casa de Austria en España, Felipe II, nacido en Valladolid en 1527: su temperamento frío, su acendrada religiosidad, su vida familiar marcada por la tragedia –enviudó cuatro veces, perdió a seis hijos y vio morir a la mayoría de sus hermanos, incluido el bastardo Juan de Austria–, la fracasada expedición de su Armada Invencible contra Inglaterra o su delicada salud (padeció una posible sífilis congénita, asma, artritis, cálculos biliares, fiebres intermitentes y, desde los 36 años, gota; para evitar los terribles dolores de ésta solía ser trasladado en su famosa silla), que no obstante no impidió que fuera muy longevo para la época, ya que vivió 71 años.

     Por lo que a los hijos respecta, una Luna en la V. casa y bien aspectada da lugar a una progenie numerosa, hijas entre ellas. Entre los légítimos (6) y los ilégitimos(2) tuvo 8 en total. La cúspide de la V. en Piscis indica a los "ocultos" entre ellos.

     Sin embargo, hay aspectos no tan del dominio público, como su personalidad obsesivo compulsiva. A juicio de varios expertos, ésta fue el fruto de tres factores: las ausencias de su padre, Carlos I de España y V de Alemania; la sobreprotección de su madre, la emperatriz Isabel, y la muy severa y estricta educación que recibió como heredero al trono. Y, entre las manifestaciones de esa personalidad obsesiva –exagerada adoración por la rutina, el orden y la puntualidad; pasión por el trabajo prolijo de carácter administrativo–, una de las más llamativas en una corte del siglo XVI fue su celo desmedido por la higiene personal. Un gentilhombre lo definió como la persona "más limpia y aseada que jamás ha habido sobre la Tierra".

     Sin embargo, hay aspectos no tan del dominio público, como su personalidad obsesivo compulsiva. A juicio de varios expertos, ésta fue el fruto de tres factores: las ausencias de su padre, Carlos I de España y V de Alemania; la sobreprotección de su madre, la emperatriz Isabel, y la muy severa y estricta educación que recibió como heredero al trono. Y, entre las manifestaciones de esa personalidad obsesiva –exagerada adoración por la rutina, el orden y la puntualidad; pasión por el trabajo prolijo de carácter administrativo–, una de las más llamativas en una corte del siglo XVI fue su celo desmedido por la higiene personal. Un gentilhombre lo definió como la persona "más limpia y aseada que jamás ha habido sobre la Tierra".

     Por eso, las circunstancias de su muerte tuvieron que suponer un calvario para un hombre como él. El golpe del fallecimiento de su hija Catalina Micaela lo llevó a una depresión, ya con 70 años, que complicó sus problemas de gota y de movilidad. Consciente de que su final se acercaba, ordenó que lo trasladaran a su amado Monasterio de El Escorial en el verano de 1598. Pero allí las calenturas, la hidropesía y otros males lo postraron, con lo que su cuerpo se llenó de úlceras y llagas purulentas, cuyo mal olor lo mortificaba tanto o más que los espantosos dolores que sufría. Y así transcurrieron 53 agónicos días hasta que el 13 de septiembre expiró. Saturno en cuadratura con Plutón en la IV. casa, del final de la vida, nos mostraría la parte más negativa de esos dos planetas.

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