
Como dice un principio hermético, todo es vibración. Hoy, 8 de mayo de 2025, la elección del Papa León XIV se inscribe en una serie de eventos marcados por profundas resonancias astrales. Si sumamos cabalísticamente el año y el mes—2025 (2+0+2+5=9) y mayo (5)—obtenemos el número 14, una cifra que simboliza la transformación y el inicio de un nuevo ciclo. 14 es la Templanza, el equilibrio y mezcla de elixires, es decir busca armonizar opuestos, concordia, unión de credos o políticos, lucha con ideales y tratar de armonizar con los demás credos religiosos, es armonía, unión reconciliación.
Así surge el enigmático Robert Prevost, quien adopta el nombre de León XIV. La sucesión de papas con este nombre no es casualidad, sino parte de un orden cósmico. Como ya expuse en un artículo anterior, esta elección papal está vinculada a la entrada de Neptuno en el cero de Aries, ocurrida el 30 de marzo de 2025. Hoy, día de su elección, Neptuno avanza al grado 1°19’ de Aries, mientras que su regente, Marte, transita el signo de Leo—el León—reforzando la simbología de este pontificado.
La llegada de Neptuno a Aries marca el fin de la era de Piscis, una etapa de espiritualidad basada en el dogma y la tradición, que ha cedido ante el paso del tiempo. Ahora, la religión se abre a una nueva era tecnológica y moderna. Aries representa el inicio, el progreso y los grandes avances en ciencia e ingeniería. Es en este contexto donde León XIV deberá guiar una transformación que integrará la religión con la política, la economía, la tecnología y otros pilares de la sociedad contemporánea.

Más allá de su identidad secular, León XIV asumirá un rol de pacificador en un mundo ariano que enfrentará desafíos y desarmonías entre los pueblos. Bajo la influencia de Neptuno en Aries, su liderazgo se orientará hacia la conciliación entre misticismo y modernidad, entre fe y acción. Su elección, además, resuena con los astros: siendo estadounidense, Neptuno en Aries ha formado oposición al Medio Cielo de su país, transitando la casa IV, mientras la Luna, desencadenadora de eventos, se posicionó en Libra, el mismo signo del Medio Cielo estadounidense, estableciendo una oposición exacta con Neptuno.
El cielo y la vibración astral continúan determinando los eventos y los grandes acontecimientos que marcan el destino de este mundo sublunar y de la humanidad. La era de León XIV comienza con una promesa de cambio, modernidad y conexión entre lo divino y lo terrenal.
Dedico este artículos a las almas auxiliares que me apoyan en la difusión de la astrología y ciencias afines, entre ellas
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