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La Navidad es un evento maravilloso sobre el cual hay que meditar profundamente, ya que es cada vez menos comprendido, con el materialismo actual, la navidad se ha convertido en una fiesta sin trascendencia.

La Navidad o Natividad es un acontecimiento cósmico: aunque no hubiese nacido Jesús el Cristo la Navidad no hubiese dejado de existir ya que en última instancia el nacimiento de Cristo no es otra cosa que la expresión gramatical para definir una frecuencia vibratoria de la mente cósmica denominada (por la sutileza de su onda) vibración cristica o espíritu Crístico.

Este tipo de vibración que por su alta frecuencia lo denominamos ESPIRITU, se encuentra en forma potencial en el núcleo o corazón de los Soles que pueblan el Universo infinito.

Este potencial espiritual, trasfondo de la energía solar es el que tiene el control de la evolución del sistema planetario. Se manifiesta en forma de "diástole" y "sístole" obedeciendo a la ley universal de expansión y contracción por la cual nuestra Galaxia se encuentra en su período de expansión. Obedeciendo a esta ley la energía espiritual solar entra en un periodo de "diástole" el 21 de diciembre que se supone simbólicamente hablando debe ser el día más frío y más largo del año en el hemisferio norte, debido precisamente a que el Sol se está alejando hacia las regiones australes, y el 24 de diciembre el Sol habrá llegado al máximo, en su viaje hacia el Sur

Astrológicamente hablando el hemisferio norte vibra con el Sol y el hemisferio sur con la Luna.

El Sol físico no es más que un símbolo del Sol espiritual, del Cristo-Sol. Cuando los antiguos adoraban al Sol, cuando le rendían culto, no se referían propiamente al Sol físico. No, se le rendía culto al Sol espiritual, al Sol de la medianoche, al Cristo-Sol.

En las escrituras, se habla del acontecimiento solar (y hay que saberlo entender). Cada año se vive, en el macrocosmos, todo el drama cósmico del Cristo-Sol. Téngase en cuenta que el Cristo-Sol debe crucificarse cada año en el mundo, vivir todo su drama de la vida, pasión y muerte, para luego resucitar en todo lo que es, ha sido y será, es decir, en todo lo creado. Así es como todos recibimos la vida del Cristo-Sol. También es cierto que cada año el Sol, al alejarse por las regiones australes, nos deja aquí en el Norte tristes, pues él va a dar la vida a otras partes. Las noches largas del invierno son fuertes; en tiempo de Navidad, los días son cortos y las noches largas.

Conviene que entendamos lo que es, ciertamente, el drama cósmico. Se hace necesario que en nosotros también nazca el Cristo-Sol (él debe nacer en nosotros).

La palabra pascua significa paso, es decir que el nacimiento del Cristo es el símbolo del paso en la humanidad del estado de conciencia humano al Crístico, el brote de la luz en la oscuridad: astrológicamente hablando el 21 de diciembre el sol entra en la mansión de Saturno (capricornio), luego de haber transitado por la mansión de la luna (21 de junio, cáncer) y así como dos cables eléctricos, se juntan para producir la chispa productora de luz, así el positivo sol (luz física) con el negativo (luz negra) Saturno se juntan para producir en el útero del sistema solar (la tierra) el niño Dios que es el símbolo del nuevo estado de conciencia que le espera a la humanidad en los actuales tiempos y que se le ha llamado "Hijo del Hombre".

En las sagradas escrituras se habla claramente de "Belén" y de un "establo" donde él nace. Ese "establo" de "Belén" está dentro de nosotros mismos, aquí y ahora, en ese "establo interior" moran los animales representando a la parte inferior del hombre que debe ser transmutado en nuestra psiquis.

En tiempos en que el Gran Kabir Jesús vino al mundo, la aldea de Belén no existía. De manera que eso es completamente simbólico. Bel es una raíz caldea que significa "Torre del Fuego". De manera que, propiamente dicho, "Belén" es "Torre de Fuego". BEL es un término caldeo que corresponde, precisamente, a la Torre de Bel, la Torre del Fuego?. Así, pues, Belén es simbólica completamente.

Debemos entender al Cristo como es: no como una persona, no como un sujeto. El Cristo está más allá de la personalidad, del "Yo" y de la individualidad; el Cristo, es el Logos, el Logos Solar, representado por el Sol. Ahora comprenderemos por que los incas adoraban al Sol, los nahuas le rendían culto al Sol, los mayas lo mismo, los egipcios idénticamente, etc.

No se trata de la adoración a un Sol físico, no, sino a lo que oculta tras ese símbolo físico, se adoraba al Logos Solar, al Segundo Logos. Ese Logos Solar es unidad múltiple perfecta.

Pablo lo aclara, diciendo: "De su virtud tomamos todos gracia por gracia"; entonces, hay documentación. Si uno se estudia cuidadosamente a Pablo de Tarso, veremos que rara vez alude (él) al Cristo histórico. Cada vez que Pablo de Tarso habla sobre Jesucristo, se refiere al Jesucristo Interior, al Jesucristo Íntimo, que debe surgir en el fondo de nuestro espíritu, de nuestra alma.

En tanto un hombre no lo haya encarnado, no puede decirse que posee la vida eterna. Sólo él puede, verdaderamente, darnos vida, y dárnosla en abundancia. Así, pues, debemos aprender a pensar en el Cristo Íntimo...

“El Cristo es una realidad de instante en instante, de momento en momento.

El Cristo Íntimo es lo que cuenta. El puede transformarnos totalmente, él adviene a nosotros cuando el Ego muere”.

“El momento es llegado, en que la humanidad aprenda a comprender a fondo la Vibración Cristica, Solar. El instante ha llegado en que busquemos al Cristo dentro de nosotros mismos, aquí y ahora”...

POR: Dra. Irma Latorre G.

Irmalat@gmail.com

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