“Antes de penetrar en el terreno de los pronósticos conviene discutiracerca de un proverbio que anda de boca en boca entre los astrólogos y entrelos que no lo son, por cuanto viene muy a propósito en el asunto que nosocupa. Ese proverbio dice: que los astros mueven, incitan e inclinan a loshombres a diversos efectos, causando lo mismo en todas las cosas de lacreación, vivientes, fenecientes e infundibles, infundiendo en ellas las propiascualidades que ellos poseen, fueren buenas o fueren malas. Pero, dice másadelante el mismo proverbio, que Dios mueve los astros dándoles, con supoder infinito y sabiduría extremada aquella virtud nativa y comunicativa,para influir en los hombres y en las demás cosas y seres de la creación, susmismas propiedades y naturaleza, por las cuales cada una va siguiendo sunatural inclinación, de donde nació aquel otro proverbio Aristotélico que dice:“lo que uno tiene por naturaleza, con dificultad lo puede apartar de sí, puesantes bien, lo conserva”; y así es verdad, por cuanto cada día loexperimentamos en nosotros mismos y en nuestros semejantes. Pero, no esmenos cierto que el hombre puede, con la discreción y prudencia dominarcualquier inclinación que por naturaleza tuviese, “Sapiens dominabiturastris”, lo que quiere decir que “el sabio logrará dominar los astros”, mudandola fuerte y áspera naturaleza, en blanda y suave, y la mala inclinación en buenay deleitable. Sin lo dicho, Dios ha dado al hombre la fortaleza del librealbedrío, que no digo yo a los astros, sino a los mismos demonios del infiernologrará dominar si sabe desarrollar su poderosa voluntad. Y pues que losastros pueden inclinar a los hombres, aunque no obligarlos o forzarlos, aseguir esa inclinación, debemos disertar acerca del modo que existe de evitarlao desviarla, sujetándonos en todo y por todo a los preceptos que nos hanlegado los astrólogos que de esta materia se han ocupado y a las conclusionesque nos ha proporcionado la experiencia propia”.