A propósito de los cambios y de las crisis, personales, sociales, mundiales

[María José Pérez]

UNA CRISIS puede tener consecuencias benéficas y no catastróficas. Hemos de comprender la alianza actual de Urano con Plutón, pero pretendo generalizar y no sólo centrarme en estos contactos, sin olvidar que Urano, Neptuno y Plutón desencadenan precisamente situaciones críticas ya que pretenden abrirnos a otros planos de conciencia.

 

En situación de crisis y cambio, cuando hay que plantearse decisiones importantes, darle una nueva dirección a mi vida,  tomamos consciencia de las disfunciones que existen en nosotros y también en nuestras vidas en lo cotidiano, en el día a día: en mi relación de pareja, en mi manera de abordar el trabajo y la economía, en los conceptos sobre los que estoy apoyando la educación de mis hijos, en la motivación interna para participar en grupos y elegir amistades, y así con todos los temas de nuestra existencia. Una vez que tomo conciencia debo hacer reajustes, puesto que urge recuperar el equilibrio, intento lograr mantenerme en un estado óptimo de bienestar ya que es esencial para mantener mi salud en general.

 

Todo esto lo puedo llevar al sector de la sociedad, porque todos vivimos en continua crisis, en continuo cambio, unas veces son más radicales, impactantes y evidentes, otras veces viene siendo muy sutil en nuestra vida cotidiana. Simplemente tenemos que realizar una serie de esfuerzos para pasar a otra etapa ya que tendemos en muchas ocasiones a aferrarnos a lo que tenemos, a lo que conocemos, a lo que nos es familiar, a lo que ya aprendimos a controlar, a lo que nos hemos adaptado y “sufrimos” porque decidimos no arriesgar, no aventurarnos, estancarnos y no desarrollar a acrecentar la fe en nosotros mismos, en la Vida, en los demás.

 

En nuestra época estamos observando un problema existente que es el gran número de niños hiperactivos presentes en nuestra sociedad. Según la teoría de las neuronas espejo estos niños están siendo un reflejo del aceleramiento del ritmo de nuestra sociedad. Todo va deprisa, todos vamos deprisa, demasiada impaciencia y nerviosismo. Hay aglomeraciones de personas en grandes metrópolis y allí todo ocurre deprisa, trabajar deprisa para producir más, para ganar cada vez más, para tener más, para necesitar más, para gastar más, e incluso para hacer ostentación de lo que se tiene, y esto se convierte en un círculo vicioso. El campo, la relajación y la amplitud de miras que permiten los espacios abiertos y el contacto con la naturaleza no interesan en este proyecto de aceleramiento desmesurado.

Algo tendremos que hacer si no queremos que el sistema nervioso de todos acabe minando la salud del cuerpo, es un hecho el aumento de enfermedades como la fibromialgia, la depresión, el cáncer, y muchas otras propias de estas sociedades denominadas modernas.

 

Una crisis es una oportunidad para abrirnos a otros estados de consciencia, porque en muchas ocasiones nos obliga a parar, a reflexionar.

Si tomamos conciencia, la lucidez nos permite escoger un nuevo rumbo, el discernimiento es un aliado para tomar las riendas de nuestros destinos, de esta manera no iremos hacia la catástrofe a nivel mundial, social, económico, político, personal.

 

Para superar estas crisis lo más importante es que cada uno decidamos pasar por un cambio personal, por una transformación profunda y vayamos a lo esencial.