«Existió un hombre muy poderoso que tuvo una gran cantidad de ovejas. A fin de impedir su escape, levanto un cerco. Sin embargo, algunas rompían la prisión y lograban fugarse. Para evitar esto, el hombre poderoso trajo perros que las vigilaban día y noche.
A pesar de todo, algunas podían huir y otras eran muertas por los cuidadores que arruinaban su carne y su piel con feroces dentelladas.
Entusiasmados con esto, penetraban en el redil continuando la matanza. Vio el hombre poderoso que el cerco era frágil para contenerlas, y los cuidadores peligrosos.
Mandó entonces en busca de un mago. Este durmió a todas las ovejas y les hizo soñar que eran libres. Al despertar, siguieron creyendo que obraban voluntariamente y ya no abandonaron a su amo.
De este modo, el hombre poderoso retiró el cerco y los cuidadores, bastando con tomar a las ovejas a su gusto cuando necesitaba su carne y su piel.
La oveja es el Espíritu del ser humano. El hombre poderoso, aquel que quiere utilizarlo. El cerco, los perros y el mago, son los ayudantes del opresor.
Cercar el Espíritu es separarlo del mundo por la ignorancia.
Rodearlo con cuidadores es mantenerlo en la docilidad mediante la violencia, la fuerza, o los convencionalismos tanto sociales como religiosos infundiéndole el temor y miedo.
Finalmente, adormecerlo es degradar el espíritu con persuasión y con bellas falsedades.
A través del tiempo se han utilizado estas tres formas de asesinato del Espíritu.»
Dra Irma Latorre G.
irmalat@gmail.com
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