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¿Casa ocho y sexo?
María Ysabel en su post titulado “información para los espacios de fusión”, nos invita a debatir este tema, y que mejor que hacerlo en este nuevo post.
Antes que nada dejar en claro, que yo fui uno más de los que tiempo atrás asigno el sexo a la casa ocho, así lo escribí, lo enseñe y los publique, pero hoy en día sólo puedo tener claro que el sexo, como una parte de la diaria realidad humana, es un tema de la casa cinco.
La realidad a la que podemos acercarnos de manera concluyente dice que el 99% de las personas que habitamos este planeta somos el resultado de una unión (léase relación) sexual entre un hombre y una mujer. Igual nuestra realidad dice que el 99% de las personas vemos el sexo como una de las dos posibilidades: placer (diversión si se quiere) y procreación. Sólo el 1% (acepto que puede ser un poco más alto) observa, toma y/o vive el sexo como un camino espiritual (kundalini, nosticismos y otras opciones de este tipo), y para entonces ya sería un asunto de la casa novena, la casa que habla claramente sobre el tema de la espiritualidad. No perdamos nunca de vista la mortal relación desde muchos siglos atrás entre la sexualidad y la iglesia católica. Amén de la gran cantidad de tabúes que han sido depositado sobre el sexo y tanto como para verlo en muchas culturas como un pecado, como la obra del demonio.
Fácil es aceptar que sexo (y/o sexualidad) e hijos son dos temas inseparables, se deben uno al otro. Así entonces, sexo e hijos están emparentados de una manera indisoluble, o por lo menos así lo ha sido durante más de 20 siglos. Al estar el sexo relacionado con los hijos lo está entonces con la vida, nunca con la muerte, que es el tema central de la casa ocho. El sexo y la sexualidad, no cabe duda que es el preludio a la vida, a la prolongación de nuestras vidas en el tiempo por venir. Se entiende que hay una relación directa y muy fuerte entre las casas uno y cinco, pues nuestros hijos son producto de lo que somos nosotros. No podemos crear (casa cinco) nada que esté más allá de nuestra realidad y posibilidades personales (casa uno), pues nuestro hijo es la resultante de lo que somos genética, ambiental y voluntariamente al momento de procrearlo.
Insisto por ser importante: el sexo ha sido, es y será por muchos años más un tema bastante mezclado con placer y procreación, lo que lo convierte automáticamente en uno de los temas de la casa cinco. Mientras el sexo no este emparentado con la muerte jamás podrá ser cobijado como un asunto de la casa octava.
El sexo es algo que hacemos o compartimos con la persona que es nuestra pareja, y sin importar que sea una pareja ocasional o permanente, pues no podemos ahora llamarnos a pensar en sexo de diferentes clases, formas o modalidades, como si fuera un listado de las diferentes posturas del Kama Sutra. El sexo como tal es único y su uso es igual para todas las personas. Insisto que cualquier intento de usar el sexo (o la energía sexual) como un camino hacia una espiritualidad nos hace pensar en un tema de la casa novena, pero en si la idea de que un hombre y una mujer se integren sexualmente es tan solo un tema de la casa cinco, que o bien les dará un momento de placer o los convertirá en padres de un nuevo hijo venido a este mundo.
Hablando un poco con algo de humor, diría que la única manera en la que el sexo pueda ser asignado a la casa ocho y por tanto, cercano o relacionado con la muerte, seria en el caso de que el esposo sorprenda a su mujer en la cama con su amante, en ese caso puede terminar matando tanto al amante como a la esposa.
Cuidado, el famoso ABC astrológico igual no es suficiente para concluir que el sexo sea un asunto de la casa ocho. El ABC nos dice que la casa VIII es asignada al signo de Escorpión, regido siempre por Marte y modernamente por Plutón. Tengo para decir al respecto que la única relación entre la casa ocho y Escorpión es la regencia de los órganos genitales como vías de eliminación de los desechos del cuerpo. El que el signo Escorpión regente los órganos genitales no necesariamente nos conduce a ver sexo allí, pues es sabido que sexo puede tenerse sin necesidad de usar los genitales. Sexo oral, sexo manual, sexo virtual (todos ellos buscando sólo placer) y otros más son nombrados comúnmente. Marte o Plutón, según sea el gusto del astrólogo, no son los planetas que regentan la casa ocho, pues si se mira el orden planetario asignado a las casas vemos que Saturno es el planeta regente de la casa ocho. Qué mejor para complementar lo anterior que retomar lo escrito por John Frawley en la página 192 de su obra titulada La Verdadera Astrología, de editorial Sirio: “A diferencia de los modernos, cuando la tradición se quedó sin planetas, no sintió la necesidad de crear otros nuevos, simplemente volvió a repetir el patrón. De modo que Saturno, que nos vio nace en la primera casa, nos ve morir en la octava; Saturno, señor de las fronteras, de los principios y de los finales, de la muerte y la tumba. Como Saturno también gobierna todos los lugares oscuros y desagradables, no puede sorprendernos descubrir que la octava casa está, en la atribución a las casas de las partes del cuerpo, asociada con el sistema excretor. El sistema reproductivo pertenece razonablemente a la séptima, la casa del matrimonio, salvándonos de las múltiples perversiones que los modernos sugieren con su fantasiosa confusión de la octava casa, Plutón y Escorpio”.
Alguno bien podría hacernos notar que la prostitución, una forma muy común del sexo, es algo que se usa para ganar dinero: dinero de los clientes que pagan por los servicios sexuales de hombres y mujeres. El dinero de los clientes, sin dudarlo un segundo, es algo de la casa ocho, eso lo tengo bien claro. Pero en el justo momento en que el sexo se convierte en una opción económica ya es visto como un negocio, y uno muy lucrativo por cierto. Los negocios, sea una simple tienda o una gran empresa, son regidos o asignados a la casa diez. Cuando el sexo se convierte en un negocio, es cuando en muchos casos empieza a bordear la misma muerte. Igual en este punto, de deformación del uso del sexo, puedo apuntar que si el sexo ya entra en la categoría de vicio o adicción, ya es un asunto de la casa doce, como puede ser la masturbación y la pornografía y otras cosas por el estilo. Pensemos ahora en las múltiples facetas o clasificaciones ordinarias que se le dan al sexo, que en su mayoría son consideradas aberraciones, como por ejemplo el voyerismo o el sadismo, que según los especialistas deforman el sexo y lo llevan por otros rumbos, algunos de esos rumbos son vistos como algo de la casa doce, como un vicio personal. Pero más allá de que el sexo se haya mezclado con todo lo que se ha mezclado, lo cierto es que el acto sexual como tal, la unión sexual de un hombre y una mujer, es un asunto incuestionable de la casa cinco, donde el sexo en su mayor parte es un placer, una diversión, una fiesta y que por algún descuido importante termina en un embarazo no deseado.
Creo que con lo anterior es suficiente para justificar mi punto de vista sobre que la casa cinco es la correcta para asignarle el sexo, y ahora le cedemos el turno a los que defienden a la casa ocho como la correcta para asignarlo. Amén de que algunos puedan hacerse del lado de S. Freud para entender y explicar las razones por las cuales el sexo es un tema de la casa ocho y no de la cinco. Desde ya bienvenidas todas las opiniones y pareceres.
Giovanny Londoño Romero.
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