Varios gobiernos de África, Asia, Europa y América están trabajando de forma explícita para alcanzar esa meta. Fuerzas globalistas poderosas y organizaciones como las propias Naciones Unidas están implicadas en ello. Sin embargo, muchos analistas advierten que las consecuencias de tal cambio representaría una pesadilla para la libertad y la privacidad de los individuos.
Los partidarios de estas medidas de eliminación del dinero físico alegan una amplia gama de potenciales beneficios reales e imaginarios. Entre ellos: la posible reducción del robo a mano armada, la evasión fiscal, el comercio en el mercado negro, los costes de impresión del dinero físico, etc…
Los críticos, sin embargo, advierten del peligro de que nos veamos inmersos en un mundo orwelliano donde los gobiernos puedan controlar literalmente cada compra, transacción, y movimiento económico, aunque sea mínimo, de cada ciudadano. Los recientes escándalos de espionaje de la NSA demuestran que éste no es un temor nada descabellado.
A medida que el supuesto “debate” sobre el asunto se va desarrollando, varios gobiernos y bancos centrales ya trabajan duro para reducir cada vez más el uso del dinero en efectivo por parte de ciudadanos y empresas. El objetivo final, como admiten abiertamente, es acabar definitivamente con las transacciones en efectivo, supuestamente marcando con ello el comienzo de “un maravilloso mundo de seguridad y prosperidad del comercio digital”. Sin embargo, nadie sitúa el foco en los peligros que ello implica para todos y cada uno de nosotros.
Por supuesto, los defensores de la abolición de dinero en efectivo tratan de presentar estas medidas como un fenómeno natural y orgánico, una especie de “evolución lógica” de la sociedad humana.
Por ejemplo, en un reciente reportaje de “propaganda” de la CNN, se mostraba como varias naciones del mundo, supuestamente estaban evolucionando de forma natural hacia la eliminación completa del dinero en efectivo. Estados Unidos se encuentra en un “punto de inflexión”, mientras que Canadá, Bélgica, Francia o Suecia ya casi pueden considerarse naciones “sin dinero en efectivo”.
La realidad, sin embargo, es que esta supuesta “evolución” natural hacia la eliminación del dinero físico, no tiene nada de natural. Las grandes corporaciones desempeñan un papel importante en ello. Los gobiernos, por su parte, impulsan el proceso usando el dinero de los contribuyentes. Controvertidas y muy bien financiadas mega-fundaciones, están financiando activamente el proceso. En septiembre de 2012, por ejemplo, la Fundación Ford, que financia todo tipo de “proyectos”, dio a conocer lo que llamó “Alianza Mejor que el dinero en efectivo” (Better than Cash Alliance).
En su página web, el proyecto se describe así: “La Better than Cash Alliance se asocia con los gobiernos y el sector privado para empoderar a la gente mediante el paso del dinero en efectivo al pago electrónico”.
Entre las organizaciones que participan en la asociación encontramos la Fundación Ford (vinculada a la CIA), la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID), la Fundación Bill y Melinda Gates, el rescatado con dinero público Citi Bank o el gigantede las tarjetas de crédito Visa, entre otros.
Las Naciones Unidas se encuentran también en el centro de la trama, con el Fondo de Desarrollo de Capital de las Naciones Unidas (UNCDF), que secretariado de la alianza. Otros equipos de las Naciones Unidas que participan en el programa son el Programa Mundial de Alimentos y el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD). Varios gobiernos y organismos oficiales están listados en el sitio web de la alianza, también, incluyendo autoridades de países como Malawi, Colombia, Kenia, Afganistán, Perú y las Filipinas. Algunas agencias de ayuda privadas también están involucradas.
Una de las tácticas clave del proyecto consiste en tener regímenes asociados que ofrezcan políticas de bienestar electrónicamente.
“Creemos que la tecnología es una herramienta fundamental en nuestros esfuerzos colectivos por ampliar las oportunidades económicas, sociales y políticas de los más pobres y marginados”, afirmó el jefe de la Fundación Ford Luis Ubiñas al anunciar la creación de la alianza anti-efectivo.
“Impulsar al sector público, privado y el del desarrollo para que pasen del dinero en efectivo a los pagos electrónicos, es el primer paso para ayudar a las familias más necesitadas, no sólo para que tengan acceso a un sistema financiero formal, sino para que puedan crear sus propios activos financieros permanentes”
En su página web, el Fondo de Desarrollo de Capital de las Naciones Unidas también se vanagloria de sus esfuerzos por acabar con el dinero en efectivo:
“Provocar el paso al pago electrónico a escala global y asegurar que sus beneficios se maximizan puede ser acelerado por una organización dedicada exclusivamente a ofrecer promoción a nivel mundial, intercambio de conocimientos, colaboración y orientación sobre las prácticas más eficaces al respecto”
En todo el mundo, este cambio ya se está llevando a cabo.
En mayo, con el pretexto de detener la evasión fiscal y el mercado negro, las autoridades israelíes se convirtieron en el último país en unirse a la lucha contra el uso de dinero en efectivo en su economía.
Como parte de un controvertido plan para abolir a medio plazo las transacciones en efectivo en Israel, un comité dirigido por Harel Locker, uno de los colaboradores más estrechos del gabinete del primer ministro Benjamin Netanyahu, dio a conocer su plan de tres fases.
Entre otras tácticas, limitaba en gran medida las transacciones en efectivo de empresas y individuos, con el objetivo de ir reduciendo paulatinamente el límite de dinero en efectivo que podía usarse en cada transacción y convirtiendo el uso de dinero en efectivo por encima de los límites establecidos en delito.
En países del Tercer Mundo, la “conspiración”contra el dinero en efectivo también parece estar triunfando. Por ejemplo, a partir del 1 de julio, en Nigeria, el retiro de dinero en efectivo de los bancos por parte de individuos y empresas están siendo limitados. Además, pronto se aplicarán tasas importantes para “castigar” el uso de dinero en efectivo.
Por otra parte, el Banco Central de Nigeria y otros bancos comerciales han iniciado un nuevo plan masivo para recolectar datos biométricos de los clientes:
“Hoy hemos puesto en marcha el Número de Verificación del Banco. En 18 meses, ya habremos inscrito a todos los clientes”, afirma el jefe del Banco Central, Lamido Sanusi. mientras desvelando la trama de registro biométrico. “Este es un día que recordaremos siempre. A partir de ahora, nadie podrá suplantar nuestra identidad a menos que nos robe los dedos”
La tendencia no es nueva. Las autoridades suecas han estado trabajando árduamente durante años para conseguir la abolición de la moneda física (y por extensión, para conseguir el fin de la privacidad y el anonimato económico). Celebridades, banqueros, burócratas y líderes sindicales han participado de la propaganda para la prohibición total del dinero en efectivo. En Suecia, actualmente, ya solo un 3% de las transacciones se realizan en efectivo.
Al mismo tiempo, estos últimos años se ha estado promoviendo la implantanción de microchips en humanos, con el objetivo final de que cada persona “chipeada” utilice el dispositivo como número de identificación personal y tarjeta de crédito, entre otras funciones.
En esa dirección, en 2012, el gobierno de EE.UU. anunció un plan para chipear a sus tropas microchip, supuestamente con fines de “salud”. Los presos también se citan a menudo como potencial objetivo del “mercado” del microchipeado en humanos.
Por supuesto, el tema tiene otras vertientes (más discutibles o curiosas). Muchos cristianos ponen de relieve las supuestas implicaciones proféticas sobre le tema contenidas en la Biblia:
“Y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre”, dice Apocalipsis 13:17, uno de los versículos de la Biblia frecuentemente citado por los críticos al dinero electrónico.
Otros opositores a la eliminación del dinero en efectivo apuntan a las implicaciones para la privacidad y la seguridad, sobre todo en vista del reciente escándalo de espionaje de la NSA.
En una “sociedad sin dinero en efectivo”, literalmente, cada transacción sería rastreada. Una caída de la red eléctrica provocaría el caos.
Si un gobierno decidiera aplastar a los disidentes, podría cortarles fácilmente su accesos a la economía.
Desgraciadamente, el potencial para que estas tecnologías se usen para mal es infinito.
Debemos preguntarnos ¿los supuestos beneficios que podemos sacar de ello están a al altura de los terribles peligros que conlleva para nuestra libertad?
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