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Como bien lo señalara Freud en El Malestar de la Cultura, la experiencia del amor constituye para el hombre contemporáneo el sucedáneo de tantas otras experiencias de trascendencia y sublimación energética que en otros momentos volcaba en mayor medida en otras instancias culturales, tales como la de la religión. Pero no es solo el amor erótico o de pareja aquello que tanto nos preocupa a todos, sino el vasto y complejo mundo de las relaciones en general (familiares, de amistad, laborales, etc.), sobre todo en un momento de la humanidad en que, reducida nuestra capacidad de sensación de acción plena y efectiva sobre la sociedad, cuya responsabilidad pareciera quedar librada a poderosas y omnipresentes multinacionales, redes informáticas, mediáticas, económicas y estatales, nos vemos más librados a nosotros mismos, al cultivo de nuestra interioridad y, ésta, a través de nuestras relaciones más cercanas.
La Astrología ha abordado desde los orígenes de su práctica genetlíaca el aspecto vincular y la relación entre las cartas natales de los involucrados mediante la rama específica desarrollada a tal efecto: la Sinastría. Este nombre compone los términos syn (el “con” latino) y aster (“astro”) en algo así como “poniendo juntos los astros”. Desde sus comienzos, en la selección de la mejor pareja (y por consiguiente su sucesión) para los gobernantes y aristócratas romanos, medievales y renacentistas, hasta la práctica -común todavía hoy día- en la India de planear los padres los matrimonios de sus hijos teniendo en cuenta el referente astrológico desde pequeños, esta rama ha tenido presencia plena en nuestra labor.
Más popular y moderna todavía es la noción, popularizada por los medios masivos y su Astrología Solar, de que cada signo tiene mayor o menor compatibilidad con otros. Pero la usanza más difundida entre los practicantes modernos de esta disciplina es la de simplemente verificar los aspectos entre los planetas de las dos Cartas consideradas (sobre todo las conjunciones), realizando literalmente el syn+aster. Y con suerte, aunque menos popular, una posible mirada a las así llamadas “Cartas de relación”.
Sin embargo, las posibilidades de esta vertiente astrológica son infinitamente más numerosos, y las múltiples propuestas diferentes y eficaces que el siglo XX ha ido produciendo son quizás poco conocidas por buena parte de los amantes de este saber ancestral. En mi caso particular, tomé mis primeros cursos de Sinastría hace veinte años en el Centro Astrológico de Buenos Aires, en aquel momento dictados por Rubí Leza, y continué luego una labor intensiva de aplicación y verificación de la técnicas aprendidas, comparando rigurosamente las mismas en la búsqueda de separar la paja del trigo, o mejor dicho, de entender cuáles reflejaban mejor qué cosas en una relación (y cuáles eran a mi entender inútiles, quizás mera especulación). También fui tomando por supuesto contacto con nuevas propuestas, así como ensayando otras propias que terminaron resultando muy eficaces. Dado que desde hace años estoy al frente de dicho seminario en el CABA, me fue imperioso organizar para su transmisión una secuencia coherente de las muchas alternativas posibles, especificando el nivel de operatividad, o qué aspecto de la relación aparecía mejor reflejado en cada una de ellas, así como cuál era un posible orden de abordaje ideal.
El objetivo de este artículo es entonces compartir con mis colegas un bosquejo de esa secuencia, que es en cuanto tal completamente original, y la que, combinando puro sentido común con algunas apreciaciones de mi parte -también propias- sobre algún matiz de las técnicas conocidas, incluye varias otras, cuyas hipótesis, interpretación y resultados son de mi exclusiva responsabilidad. Anticipo aquí los contenidos materiales y conceptuales de esta secuencia, sintetizando los conceptos desarrollados en un libro mucho más detallado (en prensa), de modo que el lector pueda ir aplicándola ya mismo a casos concretos, tal como lo hacen los estudiantes de la Fundación CABA durante dicho seminario, y dejo para un futuro artículo el relevarlas a través una o dos ejemplificaciones puntuales de relaciones humanas de dominio público (de entre las muchas que desarrollo en el libro mencionado).
Enumeraré primero aquellas que me parece conveniente mencionar en este artículo, para luego detenerme en cada una de un modo más pormenorizado:
1) El análisis exhaustivo y por separado de la identidad de cada Carta Natal a ser considerada de los miembros de esa relación, sin detenerse todavía en sus costados vinculares.
2) El análisis profundo de los aspectos emocionales y vinculares en general de cada una de dichas Cartas Natales.
3) El análisis de los significadores específicos de ese tipo de relación en cada Carta, y de los correspondientes al rol que representa en la misma la figura del otro.
4) El análisis de las preponderancias y carencias zodiacales, domales y planetarias conjuntas, es decir, de las dos Cartas juntas, tomadas como si fueran una sola.
5) El análisis de todas aquellas combinaciones de factores astrológicos repetidos (idénticos) en las dos Cartas.
6) El estudio de las complementaciones o compensaciones entre ambas Cartas, sobre todo en lo que refiere a las preponderancias y carencias zodiacales, domales y planetarias, hemisféricas, de tipos de aspecto, etc.
7) La determinación del contraste entre los aspectos armónicos de una Carta que en la otra son inarmónicos, y viceversa.
8) El estudio de las Progresiones Secundarias y Arcos Solares de cada Carta, calculadas para el momento del nacimiento del otro.
9) El estudio de las técnicas predictivas (sobre todo Progresiones Secundarias, Arcos Solares y Tránsitos) de cada Carta para el momento del comienzo de esa relación.
10) La determinación y el estudio de las conjunciones entre ambas Cartas, según el siguiente detalle:
a) conjunciones de planetas de cada Carta con el área de las Casas de la otra Carta;
b) conjunciones entre los Ejes (horizontal, meridiano, vertical y nodal) de las dos Cartas;
c) conjunciones entre los planetas de cada Carta con los ejes de la otra;
d) conjunciones entre los planetas de cada Carta y las cúspides intermedias de la otra;
e) conjunciones entre los planetas de ambas Cartas (calculadas en el Zodíaco Trópico);
f) conjunciones y oposiciones entre las posiciones Dracónicas (planetarias y de los ejes) de ambas Cartas, sea entre sí, como con sus posiciones trópicas;
g) conjuncionesde las posiciones en el Zodíaco Domal de los planetas de una Carta con la otra;
h) conjunciones entre las posiciones de los elementos progresados por progresión secundaria de ambas Cartas correspondientes al momento del inicio de la relación, sea entre sí, como con las posiciones natales del otro.
11) La determinación y estudio de otros tipos de aspectos cruzados entre ambas Cartas (sobre todo la oposición) y con orbe muy pequeño:
a) entre planetas trópicos entre sí;
b) domales entre sí;
c) progresados entre sí (y con los natales del otro);
d) los calculados en el Zodíaco de Venus.
12) El cálculo y estudio de las siguientes Cartas de Relación:
a) la Compuesta (de puntos medios, popularizada por Robert Hand);
b) la de Relación de Ronald Davison (equidistancias en el tiempo y el espacio);
c) las de Relación de Alexander Marr (tránsito complementario), directa y conversa;
d) la del momento del inicio de la relación (si es conocido).
13) El estudio del devenir de la relación, considerando:
a) los indicadores de duración de ese vínculo en cada Carta Natal;
b) las técnicas predictivas aplicadas a cada Carta Natal por separado;
c) las técnicas predictivas aplicadas a las Cartas de Relación;
d) los arcos de fase, es decir los ángulos entre cada factor de cada Carta con los de la otra, considerados desde la perspectiva de las direcciones simbólicas (1º = un año).
14) Elaborar durante cada paso una síntesis de aquello más relevante e ir integrándola con lo visto previamente, para determinar finalmente un bosquejo de los principales elementos recurrentes, a guisa de síntesis abierta.
Bien. Suena a mucho, ¿no? Pero el problema es que cada una de estas técnicas sugeridas realmente funciona y muestra costados esenciales de la relación a estudiar. Cabría también aclarar que la Sinastría es lógicamente una de las ramas más complejas de la Astrología, puesto que a la multiplicidad de opciones simbólicas a las que deberíamos estar abiertos y que normalmente vamos percibiendo (si trabajamos a conciencia) en una Carta Natal individual cualesquiera, así como en el devenir del destino que la acompaña, en este caso se ve elevada al cuadrado (o más bien a la enésima potencia), dado que ya no tenemos un solo sistema altamente complejo, inestable y con el factor “conciencia” -no precisamente menor- incluido (es decir, un individuo), sino las infinitas posibilidades de su interrelación a lo largo del tiempo con otro sistema de idéntica complejidad.
Pero es tan rica la descripción que permite cada uno de estos enfoques, y sobre todo su combinación según la secuencia propuesta, que es una verdadera lástima perderse una información tan valiosa, en cuanto nos abre nuevas perspectivas de comprensión más profunda, panorámica y vivencial de algo tan importante como es el vínculo entre dos seres humanos y las invalorables oportunidades de crecimiento que éste les permite, visto desde la Astrología.
Es previsible que el principiante promedio, abrumado por la cantidad de información astrológica que emerge de dicha secuencia, en el caso de haberla determinado correctamente, generalmente, maravillado por lo que va revelando su desarrollo, se ahogue en la mera mención de los detalles, haga quizás una breve y cerrada interpretación de cada cosa vista, y sobre todo, se olvide de hacer una integración coherente y satisfactoria de todo.
Huelga decir que lo que se necesita es precisamente todo lo contrario a lo recién mencionado: como decíamos en el punto 14, ir apuntando lo verdaderamente más relevante de lo percibido en cada mirada o punto de la secuencia, apenas esbozar hipótesis interpretativas muy abiertas durante dicho proceso, e ir hilando, mediante síntesis e integración progresiva, el conjunto de la información, de modo que al final, una vez realizado todo el camino, pueda volver a contemplar dicho conjunto desde cierta perspectiva y aislar las variables que considere más características, sea por intensidad, por reiteración, por analogía o por complementaridad. Una vez recuperada la unidad y coherencia simbólica de ese todo, allí sí conviene elaborar hipótesis interpretativas más fuertes y volver -desde este nuevo panorama- sobre la información previa para encontrar nuevas dimensiones confirmatorias o, si ser quiere, con mayor lujo de detalles.
Como anticipara más arriba, haré entonces una breve referencia, un poco más pormenorizada, de cada ítem mencionado en esa secuencia.
1. El análisis de cada Carta Natal
Obviamente, debemos empezar por el principio (si bien no es lo que suele suceder en estos temas, engolosinados por las fáciles promesas de nuestras técnicas favoritas de comparación), e intentar comprender astrológicamente quiénes son, profundamente, aquellas personas que se están relacionando. El análisis exhaustivo y por separado de la identidad de cada Carta Natal a ser considerada de los miembros de esa relación, sin detenerse todavía en sus costados vinculares, es entonces este primer paso indispensable, y según los caminos y métodos que a cada uno de nosotros mejor nos cuadren. Podríamos dar vuelta el conocido “Díme con quien andas, y te diré quién eres”, y comenzar con: “Díme quién eres, y te diré…”, pues cada identidad proyecta naturalmente cierto horizonte y destino vinculares, sea arquetípicamente, sea proyectivamente. Para ello también pueden venir a nuestro auxilio, luego, los desarrollos tipológicos de algunas tradiciones psicológicas. A tal efecto, recomiendo particularmente la tipología junguiana, la freudiana, la reichiana, la transaccional, y la desarrollada por Jean Shinoda Bollen en su estudio de las diosas y dioses griegos en la cultura indoeuropea.
2. El mundo emocional y vincular general de los participantes
Una vez relevado, aunque sea con carácter abierto e hipotético, quién es quién en esa relación, conviene detenerse a profundizar en cada Carta su mundo emocional, esencial a nuestros vínculos (sean éstos cuales sean), sobre todo simbolizado por la Luna (el signo en el cual se halla presente, los planetas que hacen los aspectos más importantes y la Casa en la que se halla presente), el conjunto y situación de los planetas presentes en signos de Agua (así como también en el Triángulo del Alma, las casas IV, VIII y XII, que reflejarán mejor las experiencias en ese plano, mientras los signos simbolizarán predisposiciones interiores apriorísticas), las carencias por elemento y ritmo zodiacales (frecuentemente asociadas a nuestro inconsciente), y aquello más característico emergente del trasfondo de la relación de la Carta con sus posiciones en el Zodíaco Dracónico(también llamada la Carta del Alma). Es deseable asimismo percibir ahora el conjunto de la Carta desde una actitud particularmente empática, sensibilizándose a sus factores más destacados pero ahora desde la perspectiva emocional, y enfatizando para ello a los planetas que Bruno y Louise Huber llaman “de contacto”: además de la Luna, Venus, Marte y Neptuno.
El mundo propiamente vincular en general estará especialmente representado por la Casa VII (planetas presentes, signo en la cúspide y planeta regente) en cuanto complemento natural, las Casas III y XI solidarias a ella en ese Triángulo y los aspectos al Eje Horizontal (Asc/Desc). Asimismo los aspectos planetarios de orbe pequeño al Eje Nodal de la Luna, simbolizando las figuras (o vivencias) más características que se le asociarán en su crecimiento emocional mediante sus relaciones, así como al Eje Vertical(Vértex/Antivértex), representante de vínculos más obligados, no dependientes de su voluntad. El Eje Meridiano (Mc/Ic) también suministra información relevante, dado que refleja las relaciones verticales (de no paridad), cuya memoria infantil -la relación temprana con nuestros padres- impregna todos nuestros vínculos, como también ocurre con la Luna. Los aspectos inarmónicos, cuya difícil resolución está en proceso continuo de elaboración, también reflejan nuestras relaciones, en la medida en que la conciencia va tomando parte por uno u otro polo simbólico (de un modo más o menos rígido), y naturalmente proyecta el otro en figuras características de nuestras vidas. A tal efecto, son especialmente elocuentes las oposiciones (por su naturaleza naturalmente complementaria y opositiva, tal como lo señala la tradición), y en muchas ocasiones, los quincuncios (como señalara Richard Idemon), cuando tienen un orbe pequeño y son estructuralmente importantes en la Carta o en una etapa dada de nuestras vidas.
Asimismo los planetas contrasexuales (Sol y Marte en Carta femenina, Luna y Venus en Carta masculina), sea cual sea la índole de la relación, tienden a ser naturalmente en parte proyectados a nuestros vínculos por motivos biológicos y culturales: en el caso de las luminarias, más en términos psicológicos y de identidad (e indudablemente con su referente arquetípico de Padre-Madre, básicos para cualquier psicología), en el caso de Marte y Venus, como símbolos de la materialidad física (o erótica) del otro. De todos modos, la dimensión específicamente sexual del análisis es lo suficientemente vasta y compleja como para exceder el marco modesto de este trabajo, y amerita todo un tratamiento aparte.
Venus y Mercurio, planetas también básicamente relacionados con nuestra forma de relacionarnos, merecen durante un momento nuestra consideración, así como los planetas presentes en signos de Aire también revelarán predisposiciones vinculares. Y, más específicamente, la Casa dentro de la cual se hallaran los 0º de Libra, así como la posición por Casa del regente de la Casa VII, suelen ser indicadores de los marcos o situaciones más características en los cuales suelen comenzar nuestros vínculos más importantes.
3. Los significadores específicos de esa relación
Ya comprendido en mayor medida el mundo emocional y vincular en general de cada miembro de la relación, veremos en la Carta de cada uno cómo está reflejado ese “otro” particular en términos arquetípicos y apriorísticos (y más allá de la Carta del otro propiamente dicha). Si son hermanos, cuáles y cómo están los significadores de hermanos en ambas Cartas. Si son madre e hijo, cómo están los significadores de hijo en la Carta de la madre y los de madre en la Carta del hijo, etc.
No es el sentido de este artículo relevar todos lo significadores posibles de diversos roles vinculares (para ello hay dispersa muy buena información en diversos manuales clásicos; yo mismo concentré alguna al respecto en el capítulo 11 de mi libro Manual de Técnicas de Síntesis Astrológica: el Camino en el Mapa Natal, Kier, 2005), sino recordar que durante un momento debemos naturalmente detenernos en los mismos. Mencionemos, sencillamente, que hay una Casa tradicionalmente privilegiada, así como a veces otras asociadas en forma secundaria; del mismo modo, un planeta principal (no necesariamente coincidente con esa Casa desde la perspectiva de las correspondencias del Zodíaco de Doce Letras humanístico basado en el Zodíaco en reposo: I-Aries-Marte, II-Tauro-Venus, etc.) y otros posibles también referidos por la tradición, aunque en grado menor. A veces ciertos signos (y por lo tanto sus planetas presentes) también se asocian naturalmente a ese rol, en unos pocos casos también cierto tipo de aspectos (ej: armónicos: amigos; inarmónicos: enemigos; oposiciones en general, así como también el planeta del primer aspecto realizado o recibido por la luminaria contrasexual: pareja), y, aunque usados en menor medida todavía, pero muy elocuentes, el o los partes arábigos relacionados con ese rol (a tal efecto, recomendamos el excelente material compilado para el encuentro de GeA de 1998 por Carlos Rodríguez y otros), en donde, más allá de su posición por signo y Casa, tradicionalmente se observa la situación del dispositor (planeta regente del signo en el cual se halla el parte) y su relación con el Parte en cuestión.
Como siempre sucede con estas cosas, aparecerán factores comunes, en términos de interpretación, que serán los más importantes. En cuanto a las diferencias más notorias, remito tanto a la experiencia del intérprete como a los lineamientos propuestos en el capítulo arriba mencionado de mi libro. Todos estos contenidos son los que cada individuonaturalmente proyecta a priori (actitudinal y destinalmente) en la otra figura correspondiente a ese vínculo, independientemente de quién sea aquél en la vida real.
4. Las preponderancias y carencias conjuntas
Es sumamente útil -y hoy ya muy usual- considerar en una Carta Natal aquello que prepondera, así como aquello que “falta” notoriamente, en términos de una mirada inicial, sea por presencia planetaria en un Elemento o Ritmo zodiacal, tipos de Casas, planetas más importantes (Almuten), hemisferios, tipos de aspecto, etc. En un trabajo en el que compartiera abiertamente por primera vez con la comunidad astrológica el fruto de mis experiencias sobre el tema (Dominantes, preponderancias y carencias: la base de la interpretación astrológica, GeA 1999, y que fuera luego desarrollado en el libro antes mencionado y publicado por Kier) expuse pormenorizadamente muchas posibilidades, con muchas propuestas bastante específicas y detalladas, sobre las cuales no tiene sentido entonces explayarme aquí. Valga entonces subrayar que, en la medida que una relación es, primero, la “sumatoria” de los dos miembros involucrados, el tomar las preponderancias y carencias de las dos Cartas juntas, en su conjunto y como una unidad, es profundamente revelador de la identidad de ese vínculo, tanto entre ellos mismos como ante el resto de los seres humanos, así como los principales temas que se pondrán en juego al reforzarse componentes generales básicos de las estructuras de ambas Cartas.
Si usamos algún sistema cualesquiera de puntajes (tal como el que se propone en dicho trabajo), sencillamente sumamos los totales de ambas Cartas en cada nivel, y el resultado conseguido sintetizará de un modo impresionante el clima y esencia de esa relación, recordando, a tal efecto, que las carencias tienen un contenido no solo de problema y proyección, sino también de sobrecompensación positiva, generalmente como respuesta dialéctica a los rasgos de aquello que prepondera. Este abordaje tan básico y de sentido común no lo he visto desarrollado en otros ámbitos, pese a que es inmensamente revelador y, a mi entender, fundamental en términos de una caracterización inicial del vínculo.
5. Las combinaciones astrológicas repetidas
Del mismo modo que la mera coexistencia de las dos Cartas refuerza lo básico a nivel estructural, las combinaciones de factores particulares que aparezcan repetidas en ambas, serán también un rasgo característico de la relación pensada como conjunto (de nuevo, puro sentido común, pero habitualmente bastante desatendido por el astrólogo que decide aplicar técnicas de Sinastría a un vínculo). Sea la posición por signo o Casa de un planeta determinado, un aspecto específico entre dos planetas, un mismo hemisferio sobreocupado, la preponderancia o carencia de un tipo de aspecto, el excelente o pésimo estado cósmico de un planeta en particular, etc. (ej: ambas Lunas en Libra, ambos Martes en signo mercurial, ambas Cartas con una T cuadrada con Júpiter focal, ambas cartas sin oposiciones, ambos Saturnos en un particularmente buen estado cósmico, etc.). La lista de todos estos factores que esta relación en particular potencia por el refuerzo de la duplicación, es también entonces una marca inicial muy importante de su identidad, de extraordinaria utilidad para el intérprete y generalmente no muy tenida en cuenta.
6. Compensaciones mutuas
De modo inverso aunque similar al punto 4, ha sido muy observado por la tradición más reciente (sobre todo humanística: Hamaker Zondag, Liz Greene, Idemon, etc.) y seguramente la experiencia de todo astrólogo, cómo es tan frecuente que las relaciones más significativas de nuestra vida, particularmente de pareja, muestren que aquello que parece faltar por presencia planetaria (por ejemplo, un Elemento) en la Carta de uno, es aquello que precisamente prepondera en la Carta del otro, y viceversa, y en donde la noción de complementación y el mito platónico de la Media Naranja pareciera manifestarse del modo más prosaico imaginable, aunque no por ello menos impresionante.
A efectos del análisis de la relación particular entre manos, es muy interesante apuntar qué preponderancias específicas (a todo nivel: zodiacal, domal, de protagonismo planetario, hemisférico, tipo de aspecto, etc.) de una Carta son carencia en la otra, y viceversa. Aquí se superponen dos fenómenos: a un determinado nivel, verdaderamente uno proyecta su carencia en el otro, aquí espejo privilegiado. Es decir, el otro es el que “oficialmente” aporta dicho contenido, en términos y de identidad, dentro de la relación, el que ocupa el rol que se le asocia. Pero a otro nivel, y teniendo en cuenta lo antes mencionado de las sobrecompensaciones de lo carente (así como el exceso a secas de lo preponderante), los componentes repetidos por contraste serán en general, de un modo casi idéntico al punto 4, también marca de identidad de la relación toda, solo que aquí que cargados con lapulsión más profunda y relativamente irracional que caracteriza todo aquello vinculado a lo inconsciente.
7. Complementación de aspectos inarmónicos armónicos
Es interesante anotar en dos columnas (sujeto A y sujeto B) los pares de planetas que en una Carta están en relación de aspecto inarmónico en uno y que repiten su relación en la del otro, pero mediante un aspecto armónico. En este caso, de un modo similar al punto 6, pero más específico, se ven qué contenidos existenciales o caracterológicos que en uno significan tensión y cierto nivel de conflicto, el otro tiene naturalmente resueltos. De este modo, se genera una cierta dependencia respecto del otro vinculada a esos contenidos por parte de quien aporta el aspecto inarmónico, quien pareciera recibir así una panacea o calma natural al respecto (cuando no “lecciones” de vida o actitudinales específicas). Complementariamente, quien aporta los aspectos armónicos también se ve movilizado a darles una mayor expresión en su vida gracias a la dinamización que la inarmonía del otro le aporta, instándolo a aprovechar esas cualidades quizás no tan atendidas hasta el inicio de ese vínculo.
Además de ver cuáles planetas repiten su combinación de uno y otro modo, es muy interesante ver cuál de los dos participantes suma en su columna una cantidad notoriamente mayor de armónicos o inarmónicos en el total de estas resonancias, dado que la lectura apuntada en el párrafo anterior se hace así extensiva ya no solo a los temas simbolizados por las combinaciones planetarias específicas, sino también al vínculo en general.
8. Las Progresiones y Direcciones para los nacimientos mutuos
El cálculo en una Carta de las Progresiones Secundarias (directas y conversas -regresiones-), así como de su derivación natural, las Direcciones Simbólicas por Arco Solar(Verdadero Eclíptico; es decir, el más usual) para el día del nacimiento del otro, y la interpretación de los elementos más relevantes que surgieren de estas posiciones, es una herramienta de una poderosísima capacidad de simbolización que fui descubriendo hace años en el proceso de rectificación de Cartas Natales, cuando comencé a considerar en forma exploratoria el momento del nacimiento de los padres, la pareja, etc. como una fecha más para esa rectificación, por más que el sujeto mismo no hubiere nacido todavía ni tuviera contacto directo con el evento mismo del nacimiento del otro.
Lo que observé, azorado, es cómo el simbolismo emergente refleja con toda claridad nada menos que qué significa ese otro para uno, es decir, para aquél de quien se calcularon las Progresiones y Direcciones. Huelga decir que se deben calcular para ambas Cartas, y que en esta mirada no hay diferencias sustanciales entre la información de las posiciones directas y conversas (prenatales). Sugiero privilegiar solamente las conjunciones (progresado a progresado, o progresado a natal) y los aspectos de orbes diminutos (bastante menos de un grado para los planetas más rápidos, y unos pocos minutos de arco para Júpiter en adelante).
Reitero: esta técnica tan fundamental refleja qué (o quién) es ese otro para mí, qué me significa, cómo lo veo.
9. Las técnicas predictivas calculadas para el momento en que se conocen
Complementaria a la anterior, pero con un grado menor de arquetipicidad: en la medida en que las Progresiones Secundarias simbolizan sobre todo procesos graduales interiores, gánicos y actitudinales del individuo para una etapa de su vida y que luego irá plasmando con mayores o menores grados de intención voluntaria y consciente, dado que estos contenidos -por su gradualidad e interioridad- todavía no son necesariamente conscientes en un ciento por ciento, la irrupción del otro individuo en su campo existencial en ese momento determinado cargará sobre este nuevo agente y para siempre todo aquello que esos símbolos signifiquen. El otro en cierto modo encarna estas nuevas posibilidades de la propia identidad y ayuda a catalizarlas mediante la proyección inicial, que luego devendrá gradualmente en introyección por la mera coexistencia insita a la interrelación.
Más dramáticos todavía al respecto son los Tránsitos: dado que éstos suelen simbolizar mejor estímulos exteriores que nos incitan a conscientizar activamente y de nuevos modos algunos componentes de nuestra propia identidad, la aparición de ese Otro novedoso en el momento en que se conocen, generalmente es casi sinónimo del proceso que dicho Tránsito está provocando. No solo la proyección está a la orden del día, sino que es escalofriantemente frecuente ver cómo el otro tiene en su propia Carta Natal, como posición de por vida, combinados de exactamente el mismo modo aquellos dos planetas (transitante y transitado) que forman parte de nuestro propio Tránsito.
Es decir, la información más relevante que surge de las técnicas predictivas aplicadas en cada Carta para el momento en que se conocen (huelga señalar que este punto se torna obsoleto en el caso de las relaciones de padres con hijos o entre hermanos, ya que allí es idéntica al punto 8), en gran medida simboliza qué viene a enseñarme el otro de mí mismo en mi propio proceso de crecimiento personal, por más que al principio tenga una connotación prioritariamente proyectiva. Aunque cabe destacar que lo recién dicho se extiende naturalmente, a distintos niveles, a todo el conjunto de las técnicas de Sinastría, por más que esta mirada lo refleje de un modo particularmente singular.
10. Superponiendo Cartas: las conjunciones
Syn+aster: al considerar las dos Cartas en su conjunto, es en las conjunciones o superposiciones de sus elementos en donde vemos simbolizarse de un modo poderoso los contenidos de la relación que las une, pues allí es donde se da en el modo más material posible la unión, los temas que “se mezclan” al estar juntos. Símbolos que anudan una y otra Carta, las conjunciones entre ambas son entonces el principal factor a tener en cuenta en la comparación. Luego, en algunos casos que más adelante especificaremos, podremos detenernos en otro tipo de aspectos, pero la información que surge de esta combinación particular es esencial y decisiva en lo que al vínculo refiere.
10.a. Planetas y Casas
Las conjunciones de los planetas de cada Carta con el área de las Casas de la otra Carta o, en otras palabras, en qué Casas de uno caen los planetas del otro, y viceversa, indicarán principalmente dos cosas: por un lado, para aquél que pone el planeta, la Casa del otro le muestra una nueva área de experiencias mediante las cuales puede desarrollar las capacidades personales simbolizadas por el planeta, dado que en su propia Carta éste está circunscripto de por vida a un área específica privilegiada. Es legible por ello en términos de oportunidad, de ensanchamiento de sus horizontes de acción gracias a ese vínculo.
Por el otro, para el que pone la Casa, muestra qué área de su vida está impactada o influenciada por determinadas características personales del otro, para bien o para mal (según la naturaleza y estado cósmico del planeta).
Dado que los diez planetas de cada Carta totalizarán veinte combinaciones posibles, debemos priorizar aquellas referentes al Sol, la Luna, el o los planetas que más se asociarían con el tipo de relación (Marte y Venus si es amorosa, Mercurio y Júpiter si es pedagógica, etc.), y si se quiere, los benéficos de la antigüedad tomados en conjunto en cuanto positividad, así como a los maléficos en cuanto negatividad.
10.b. Conjunciones de Ejes
Elementos fundamentales de una Carta en términos estructurales, los Ejes ya son de por sí el producto del anudamiento o intersección de dos planos diferentes, uno de los motivos por los cuales son metafóricamente tan importantes en nuestro mundo de relación, como señaláramos en el punto 2. Las superposiciones de Ejes de una y otra Carta son frecuentes en nuestras relaciones de mayor importancia, y la cantidad de contactos que se acumulara realzará la trascendencia de esa relación. Como dos superficies acanaladas cuyos canales encastran, ligándolas, estas superposiciones muestran hasta qué grado están ligados los destinos de ambos sujetos.
Mencionamos antes (punto 2) los Ejes Horizontal, Meridiano, Vertical y Nodal. Podemos trabajar tranquilamente con un orbe de hasta 3º, si bien, cuanto menor el orbe, más intensa su significación. El Eje Horizontal (Asc/Desc) se caracteriza, como dijéramos, por la libertad y paridad de las relaciones cara a cara entre iguales. El Meridiano (Mc/Ic), por las relaciones verticales de desigualdad, autoridad, con su memoria de las propias relaciones parentales y la posible carga de admiración, miedo o dependencia consecuentes. El Vertical (Vértex/Antivértex), por un matiz importante no volitivo, vivido como “destinal”, en donde la libertad y la participación automotivada consciente parecieran quedar reducidas a su mínima expresión. Y el Nodal (Nodos Norte/Sur de la Luna), por una connotación emocional, también vivenciada como predestinada, en donde se juega, a través de la relación, una experiencia tangible de crecimiento personal.
Es importante notar, más allá de la posible cantidad de contactos en sí (primer factor a tener en cuenta), qué ángulo de quién se relaciona con qué ángulo del otro, porque cada uno vivenciará su parte según los matices apuntados en el párrafo anterior. Inclusive podemos ver, en segundo lugar, si alguno de dichos Ejes se superpone con un Eje formado por un par de cúspides intermedias del otro, sobre todo si es relevante al tipo de relación planteada, porque también va a teñir al vínculo, aunque sea de un modo menor.
10.c. Planetas y Ejes
La “angularización” de planetas de una Carta por parte de los Ejes de la otra es también una información muy importante a tener en cuenta. Hasta 5º de orbe que, cuanto menor sea, se revelará como más relevante. Se mantienen tanto las significaciones de los Ejes recién apuntadas en 10.b, aplicándoles la interpretación hecha sobre las conjunciones entre Planetas y las áreas de las Casas en 10.a, sólo que aquí se extiende al conjunto de la personalidad, según el matiz propio del Eje en cuestión y, por supuesto, del planeta. En el caso de los Nodos, se agrega la connotación prioritariamente asociativa del Nodo Norte y la disociativa del Nodo Sur.
10.d. Planetas y cúspides intermedias
Con el mismo nivel (aunque no grado) de significación de 10.c., pero más acotado al simbolismo de la Casa involucrada, y no más de 2º de orbe.
10.e. Planetas con planetas
“Mi Saturno sobre tu Venus”, “mi Sol sobre tu Urano”, etc.: la experiencia más básica y habitual de la práctica informal de la Sinastría. Cabe agregar que estoy refiriéndome en este segmento a las posiciones zodiacales “normales” de una Carta Natal, es decir, medidas en el Zodíaco Trópico, y que se cuentan, merecidamente, entre los símbolos que mejor significan la relación de esas dos personas en particular. De nuevo, hasta 5º de orbe (pero si es 3º, mejor, etc. etc.).
Clásicas y especialmente significativas son las conjunciones de los pares planetarios polares, sobre todo si son relevantes al tipo de relación estudiada: Sol de una Carta y Luna de la otra (sobre todo en intercambios heterosexuales, o los amorosos en general, y que más de una vez estudiara Jung), Venus y Marte en las relaciones eróticas, Mercurio y Júpiter en las pedagógicas y comerciales, etc. También son importantes aquellos contactos que incluyeran (como suele ocurrir) a los regentes del Ascendente o a los planetas dominantes (Almuten) de cada Carta.
Lo que sí debo aclarar es que coexisten dos fenómenos aparentemente contradictorios pero con los cuales los astrólogos (y los sujetos estudiados…) debemos aprender a convivir: por un lado, se admite y percibe la lectura más inmediata, donde cada uno representa ante el otro el simbolismo del planeta que le toca en esa conjunción. Dicho de otro modo, un rasgo particular de uno (simbolizado por el planeta que él “pone” de su parte en la conjunción) suscita, convoca o modifica un rasgo particular del otro (simbolizado por el planeta que el otro “pone”), para bien o para mal, según la naturaleza de los planetas, su compatibilidad intrínseca, sus estados cósmicos y el grado de elaboración que cada sujeto tenga de los mismos hasta la fecha (por ello es tan importante no solo verificar el contacto en sí, si no qué red de significaciones natales se activan para cada uno a través del mismo).
Pero por el otro, en todo lo que sea conjunción, interrelación de símbolos, y quizás en la Sinastría toda -pero sobre todo en este apartado en particular-, se verifica por experiencia aquel proceso que Jung denominó de enantiodromía, es decir, la mutación al opuesto y la alternancia de los opuestos (como las líneas fuertes y débiles del I Ching). Es decir, si bien cada uno puede asumir característicamente un rol ante un aspecto del otro, hacerle sentir más claramente una de sus caras (y más precisamente ante una de las caras que el otro puede mostrarle), es muy frecuente ver la inversión de roles, muchas veces dotada de una carga libidinal de dimensiones arquetípicas, como si hubiera un trasvasamiento mutuo de energías e identidades. Así, en momentos de distracción o automatismo, el inconsciente toma las riendas, y cada uno asume dramáticamente las proyecciones del otro, verificándose entonces la lectura opuesta (en cuanto a “quién es quién” en esa conjunción) a la que hubiéramos hecho a primera vista.
10.f. Los contactos dracónicos
La Carta Dracónica es aquella que dibujamos -nosotros o la computadora- con las posiciones de los planetas y demás factores en el marco del Zodíaco Dracónico. Éste tiene su comienzo (0º de Aries) en el Nodo Norte de la Luna (se sugiere calurosamente el Nodo Medio), y si bien la estructura general de la Carta no cambia, nos encontramos, sí, con nuevas posiciones zodiacales (signos y grados). Como dije antes, se la llama “La Carta del Alma”, en sugestiva alusión a la dimensión a la cual nos remite su simbolismo, y no es éste, una vez más, el lugar para explayarme sobre sus alcances. Presupongo algún saber en el lector, quien puede sino acudir a la muy buena bibliografía disponible (entre la cual el Manual de mi autoría antes mencionado incluye cantidad de páginas al respecto, ya que vengo conferenciando sobre este tema -que me apasiona- desde 1989). Una de las primeras menciones sobre el uso de este Zodíaco se dio en un libro de Sinastría (Davison, 1959), nada casual, puesto que lo dracónico se basa en un Eje vincular, como lo es el de los Nodos (puntos 2 y 10.b), y está naturalmente asociado a la Luna, otro factor básico de nuestra vida emocional y nuestras relaciones.
En la medida en que sus contenidos, más bien profundos y relativamente penumbrosos -como la luz nocturna y el inconsciente que ésta simboliza- no son de tan fácil acceso como las posiciones trópicas (las de nuestro Zodíaco de siempre, que inicia en el Punto Vernal, y por ello más solar), las posiciones dracónicas asumen mayor relevancia cuando las comparamos con las propias posiciones trópicas: en este caso, las conjunciones y oposiciones (sugerimos desestimar todo otro tipo de aspecto para este enfoque, ya que bastante información se acumula solo de este modo, y es el consejo habitual de muchos de aquellos que han ahondado en el tema) mostrarán “ventanas del alma”, es decir, funciones personales más conscientes (planetas y ángulos de la Carta Natal trópica, normal) a través de las cuales se toma contacto con partes más profundas de nuestra personalidad (las posiciones dracónicas conjuntadas), y en cierto modo, gracias a este contacto, con el Alma toda.
Sin embargo, en la interrelación de la estructura trópica y dracónica de una Carta Natal, las ventanas serán siempre las mismas, y algunas zonas de la Carta Dracónica quedan naturalmente relegadas a una mayor oscuridad. Y cada vez que entablamos contacto más íntimo -de alma a alma- con un ser humano, algunos de sus planetas (o ángulos) trópicos contactarán por conjunción u oposición algunas de esas posiciones dracónicas en penumbra, permitiéndonos reconocer así zonas de nuestra propia Alma a través de rasgos de la identidad espontánea del otro, y entablar con nosotros mismos un vínculo más profundo. Cuanto más importante y profunda la relación, más de estos contactos cruzados dracónico/trópico y trópico/dracónico solemos encontrar (5 º grados de orbe, que cuanto más pequeño etc. etc.).
El primer nivel de lectura es la de la combinación de los factores involucrados a secas, todavía sin considerar quién pone qué y ni distinguir el plano dracónico del trópico. Luego, distinguimos quién pone qué planeta dracónico y quién pone cuál planeta trópico. Por ser planos diferentes, aquí no es tan patente la enantiodromía: como en el caso de las clásicas conjunciones Sol/Luna en Sinastría, quien pone al planeta dracónico, más lunar, siente un deslumbramiento -cuando no dependencia- ante la función representada por el planeta trópico, más solar, del otro. Pero también quien pone en juego su planeta trópico siente cierta fascinación, no solo narcisistamente surgida de la actitud del otro, sino también del contacto a través suyo con ese mundo mágico y nocturno que lo dracónico naturalmente evoca.
Tal como observáramos en el punto 7, también conviene observar si la proporción de interaspectos es pareja, o si alguno de ambos participa con muchos más planetas dracónicos que el otro (y viceversa), pues en este caso, la interpretación antes propuesta, allí circunscripta al simbolismo involucrado, se hace entonces general a toda la relación.
Los contactos de una Carta Dracónica a la otra también son importantes, pero son vividos con menor claridad por parte de ambos. La mutua dimensión inconsciente los hace particularmente vinculantes, pero con un contenido por ello de difícil manejo por parte de los participantes. Es dolorosamente frecuente ver cómo una interaspectación armónica e intensa a nivel dracónico es acompañada por una mucho más tensa y desagradable a nivel trópico, y cómo las personas involucradas sienten que no pueden separarse, pese a los evidentes conflictos cotidianos, dado que existe una vivencia, a un nivel más profundo, de inmensa comunión y complementación de sus almas.
10.g. Las conjunciones domales
Por posiciones domales de los planetas nos referimos a aquellas vinculadas a las Casas. Del mismo modo que la modernidad (y probablemente, los babilonios) ha dado comienzo a un Zodíaco en el Nodo Norte de la Luna, nuestro conocido juego de doce Casas es una especie de Zodíaco que tiene su punto de origen en el Ascendente. Expresa más bien cuestiones asociadas a nuestra relación con el medio ambiente, tanto desde la interpretación puramente simbólica, como desde los elementos materiales (matemáticos) que tome en cuenta para realizar su división en doce partes, dando origen así a los diversos sistemas de Casas que la historia de la Astrología fue proponiendo a lo largo de los siglos. Fuere cual fuere nuestra opción al respecto (la nuestra, como la de la mayoría de los astrólogos argentinos, es la del Sistema Topocéntrico), es un hecho que durante esa misma historia las Casas fueron cargándose cada vez más de los contenidos de los signos zodiacales que se les asocian.
Se puede entonces tomar el toro por las astas y llevar el concepto hasta sus últimas consecuencias, calculando “en qué grado” de una Casa se halla un planeta. Como las Casas, cuando las llevamos a la Eclíptica, son desiguales en la mayoría de los sistemas, nos quedan entonces dos opciones: una es calcular las posiciones planetarias en el Zodíaco Domal desde los datos zodiacales (eclípticos) de los que se dispone, haciendo una regla de tres simple escolar para cada planeta. Por ejemplo, si ambas Cartas tuvieren un planeta en conjunción exacta a la cúspide de Casa V, éstos están en una cerrada conjunción domal a 0º de Leo Domal. Si ambos tuvieren un planeta exactamente en la mitad de una Casa (“semicúspide”, concepto que desarrollé extensamente en un trabajo presentado en el Encuentro de GeA de 2003), supongamos la IV, estarán en una cerrada conjunción en 15º de Cáncer Domal. O si un planeta en una Carta está a exactamente siete grados de distancia de la cúspide de la Casa en la que se hallara presente -supongamos, la VI- y que en esa Carta en particular tiene una extensión exacta de 21º, estará en 10º de “Virgo Domal”, si pensamos los signos como de 30º grados iguales; y si otro planeta de la otra Carta estuviera a 12º exactos de la cúspide de su Casa VI y también dentro de ésta, pero teniendo en este caso -supongamos- una extensión de 36º, también estará en 10º de “Virgo Domal”, por lo que los dos planetas estarán en una poderosa conjunción domal). Dejo en manos del lector la deducción de la lógica de la regla de tres simple implicada en el último ejemplo dado y la fórmula elemental que la expresaría.
Si esta operación le resultara tediosa (aunque ciertas posiciones pueden deducirse prácticamente a ojo al mirar ambas Cartas, y podemos en esos casos solamente hacer los cálculos confirmatorios), puede acudir a la otra opción, que es la de ir más allá todavía en la lógica de las posiciones domales y prescindir del marco inicial eclíptico, usando, al menos en el caso del Sistema Topocéntrico, las posiciones ascensionales, las cuales tienen detrás de sí toda una tradición y una brillante culminación en los dos creadores del Sistema, Vendel Polich y Anthony Nelson Page. Su cálculo es complejo en términos matemáticos, dado que incluye elementos de cosmografía y trigonometría esférica, pero hay un par de programas de computación que las facilitan: el Special 1 de Alexander Marr (o cualquier otro que calcule el Speculum para las Direcciones Primarias), a partir del cual se pueden lograr las posiciones ascensionales restando a las Ascensiones Oblicuas de los planetas la Ascensión Oblicua del Ascendente (ARMC + 90º). O más fácil todavía y apretando sólo dos teclitas de la computadora, mediante la rutina “Cambiar Casas por signos y signos por Casas” del programa Kepler de Miguel García y que éste incluyera en el mismo por sugerencia de Ernesto Cordero, así como el Meridian de Juan Saba. Propongo en general no más de 3º de orbe.
¿Qué simbolizan estos contactos de conjunción domal? Dado que las posiciones domales (sea en su versión proporcional eclíptica o en su versión ascensional) refieren a cuestiones concretas de nuestra relación con el medioambiente, más bien despojadas de matices psicológicos, los interaspectos -aquí, conjunciones- simbolizarán contenidos igualmente concretos que unen a ambos sujetos, situaciones específicas que los vinculan no solo a ellos sino en fuerte relación con el medio que los rodea.
10.h. Entrecruzamiento de posiciones natales y progresadas
Se combina aquí en gran medida lo dicho en el punto 9 y el punto 10 en general (más precisamente, el 10.g): el planeta trópico natal (“quieto”) del otro, es decir, un aspecto de su ser, coincide (es decir, tanto refleja como activa, convoca o desafía) con “algo que estoy siendo” (mi planeta progresado); y viceversa. En este caso conviene reducir los orbes a 1º solamente, o quizás 2º. Las Progresiones se calculan para el momento en que se conocen, es decir, para el inicio de la relación, pero también la técnica es repensable para otros momentos de la misma, tal como sugeriré en el punto 13. De todos modos, el impacto simbólico del primer momento mantiene siempre su fuerte carga germinal.
Y vale la pena agregar aquí que, si en una relación dada son más (sea por mayor cantidad, o más intensos o significativos) los contactos cruzados progresados y natales de ambas Cartas que los interaspectos natales propiamente dichos, es indicio probable de que la relación dure lo que el orbe de vigencia de dichos contactos (costado que relevaremos con más detalle en 13.b). Por otro lado, los contactos que ocurrieren entre las posiciones progresadas de ambas Cartas entre sí, además de tener su duración relativizada a la velocidad real y dirección (directa o retrógrada) de los factores en juego, suelen tener una carga destinal, en el sentido de algo que ninguno de los dos miembros de la relación siente que maneja totalmente a voluntad.
11. Otros interaspectos
Dijimos que la conjunción es el aspecto privilegiado por antonomasia en Sinastría. Le sigue en importancia la oposición, a la que a mi juicio conviene no darle demasiada carga negativa cuando leemos los símbolos involucrados, puesto que, si bien confrontativa, la frontalidad de la dialéctica generalmente permite una interacción bastante clara, y por ende menos conflictiva y hasta colaborativa de sus componentes (en ese sentido, aunque sea más fuerte, quizás es más compleja la conjunción, más inconsciente). Luego, como apuntáramos al bocetar la secuencia toda, podemos considerar otros tipos de aspectos, pero cuidando de reducir inmensamente nuestros orbes habituales natales, porque de lo contrario el exceso de información no nos permitirá operar cabalmente (si de árboles y bosques se trata, ya hemos acumulado bastante vegetación solamente hasta aquí). Sugiero 2º para los aspectos mayores, y solo tomar en cuenta los aspectos menores clásicos con medio grado de orbe (o aumentarlo a un grado entero sólo cuando el simbolismo es realmente pertinente al asunto).
Si bien se privilegia antes que nada el contacto puro entre los símbolos intervinientes, la cualidad de armónico e inarmónico también tiene su papel, aunque sea secundario. Quizás éste es más notable por acumulación: si hay una significativa mayoría de aspectos inarmónicos en detrimento de los armónicos, o viceversa, este dato solo ya es legible como característico del vínculo. Es sumamente importante, asimismo, verificar si hay interaspectos reforzados por su duplicación (ej: Júpiter de uno en aspecto al Urano del otro, y Urano de aquél en aspecto al Júpiter de éste), porque se tornan de este modo en inmensamente relevantes.
Sin descartar los matices enantiodrómicos, hay bastante bibliografía de consulta en el estilo de “libro de recetas” (Ronald Davison y James Neville entre la mejor literatura, mientras Linda Goodman y Martin Schulman -aunque en su caso, restringidos a las relaciones “él-ella”- pueden encontrarse entre la más difundida en español). Por ser la práctica más habitual en la comparación de Cartas, prefiero pasar entonces a otras instancias de lo mismo.
11.a. Interaspectación de planetas trópicos entre sí
Nada que agregar a lo recién dicho, ya que es el caso arquetípico y más usualmente observado por la mayoría de los practicantes.
11.b. Interaspectación de planetas domales entre sí
Nos referimos, por supuesto, a las posiciones de los planetas en el Zodíaco Domal, al cual hiciéramos referencia en el punto 10.g. El mismo plano de lectura allí apuntado, solo que ahora incluyendo los interaspectos, con los orbes (si es posible, más reducidos todavía) y criterios recién mencionados al comenzar el punto 11. Cabe agregar que, tal como concluyeron los creadores del Sistema Topocéntrico y sus antecesores en el tema, y tal como ocurre en el caso de un aspecto ecuatorial -paralelo o contraparalelo- reforzando a un mismo contacto angular sobre la Eclíptica, si un aspecto eclíptico estuviera reforzado por un aspecto domal o ascencional, sea éste último cual fuera (es decir, no tiene que ser necesariamente el mismo ángulo, aunque cuando esto ocurre es doblemente potente), la interaspectación es particularmente fuerte y significativa, y como tal, muy digna de tener en cuenta en la interpretación.
11.c. Interaspectación de posiciones natales y progresadas cruzadas
Continuación de lo ya señalado en 10.h, pero reduciendo más todavía los orbes (para no tornar la información en inconducente): medio grado para los aspectos mayores (extensible al grado completo si el simbolismo es particularmente relevante), cuarto de grado (o nada, si vamos al caso) para los menores, de considerarlos pertinentes.
11.d. El Zodíaco de Venus
Por cuestiones de pura comodidad lingüística, me gusta llamarlo posiciones venéreas, pero generalmente el término no es muy bienvenido por el prójimo, dadas las obvias resonancias que evoca el sonido de la palabra. Como sea, afín al concepto del Zodíaco Dracónico, el prolífico Ronald Davison alguna vez propuso que “cada planeta tiene su propio Zodíaco”, es decir, podemos pensar a un planeta cualesquiera de nuestra Carta como punto de origen (“0º de Aries” del Zodíaco así generado) de una resignificación de todas las otras posiciones de la Carta según el simbolismo del planeta en cuestión. Yo he trabajado en lo personal bastante con el tema, pero la propuesta, si bien fascinante, por la inmensa cantidad de información superpuesta que produce, no me llevó todavía a ningún lugar que yo sintiera de demasiada utilidad.
Una excepción al respecto es el Zodíaco de Venus en Sinastría. Dado el simbolismo inherentemente vincular de este planeta, los intersapectos entre todas las posiciones de ambas Cartas recalculadas en el marco de este Zodíaco (obviamente, tomando para cada una el signo, grado y minuto de su propio Venus como 0º de Aries) son muy significativos en cualquier relación, por más que ésta no sea estrictamente “amorosa” (aunque en ese caso se tornen particularmente reveladores). Una vez calculada la carta “quitamos” a Venus del 0º de Aries y lo devolvemos a su lugar original. Privilegiamos las conjunciones (3º de orbe), y a los otros aspectos (idealmente, solo los mayores), les damos solo 1º de orbe. La información resultante es legible en términos generales como característica de la relación en general, siempre encuadrada en todo aquello más importante que haya sido visto hasta aquí con las otras técnicas.
12. Las Cartas de Relación
Las Cartas de Relación simbolizan a la relación en cuanto tal, como una entidad autónoma. La información que surge de las mismas cobra verdadera relevancia cuando ésta tiene cierta duración o impacto en sus participantes. Es decir, podemos ver muy bien reflejados los contenidos que caracterizaron y caracterizarán a futuro al vínculo si ya está proyectado en el tiempo, o si les “sucedieron” eventos importantes a causa del mismo, pero no funcionan a la inversa: una Carta de relación “fuerte” (después veremos qué puede significar esto) no garantiza que la relación sea análogamente “fuerte”, si no hay algún anclaje real en la vida de sus participantes, cosa que otras técnicas se ocuparán de indicarnos.
Mencionaré las tres más popularizadas hasta la fecha, así como una cuarta también usada en Buenos Aires a causa de la fuerte impronta que tuviera allí su autor, Alexander Marr. Hace años hice esfuerzos denodados para descartar alguna, en la expectativa de que su información pudiera ser demasiado débil o difusa, o a la inversa, de que una debería expresar la relación demasiado mejor que las demás. Luego de testearlas en decenas y decenas de casos, no logré privilegiar ni desembarazarme de ninguna en particular: en este sentido, como tantas otras buenas cosas en Astrología, uno termina usando aquellas que más cómodas le resultan con los medios materiales con los que cuenta (programas de computación, etc.), o las que mejor vio funcionar en las relaciones que más lo impactaron. Por ello menciono a las cuatro (aunque sí estoy dejando de incluir otras existentes y de las cuales no logré comprender su utilidad), dado que las creo a todas útiles para mostrar diversas caras pertinentes de ese tan polifacético mundo que es una relación humana.
12.a. La Carta Compuesta
Popularizada por Robert Hand, quien escribiera un excelente texto sobre su interpretación en el estilo de libro de recetas (Planets in Composite), muy funcional por cierto, no se sabe con exactitud quién la propuso por primera vez: EEUU y Alemania se disputan su origen, aunque probablemente sea de procedencia germana (y su autora o descubridora la gran Edith Wangemman), dado que se basa en la técnica de Puntos Medios allí desarrollada por la escuela de Hamburgo en la primera mitad del siglo.
Consiste en el Punto Medio entre cada par de factores análogos de las dos Cartas a ser consideradas (de hecho, también admite ser fácilmente calculada para relaciones de más de dos participantes -familias, sociedades, grupos de trabajo, etc.-, aunque saltearemos en esta exposición los detalles del cálculo para esos casos). Así, el Sol Compuesto es el Punto Medio (interior, es decir, la equidistancia en el arco menor) del Sol de uno con el Sol del otro: (Sol A + Sol B) / 2 (cuidando de sumar 180º si se interpone entre ambos el 0º Aries). La Luna Compuesta, el Punto Medio entre ambas Lunas, y así sucesivamente. Respecto de la domificación, se suele tomar el Mediocielo Compuesto y derivar del mismo las cúspides de Casas correspondientes a la latitud geográfica donde nació la relación (aunque es interesante recalcularla también para otros lugares que sean significativos para la misma), en cuyo caso se le incorpora también el Punto Medio entre ambos Ascendentes natales como otro factor sensible de la Carta Compuesta.
Si bien su construcción suena artificial y la Carta resultante no se corresponde con un cielo que haya tenido alguna vez existencia astronómica real, hay una fuerte lógica que la sustenta: el Punto Medio de cada par planetario es el punto en el que dichos factores se encuentran, como cuando dos personas se citan para encontrarse en algún punto geográfico equidistante. Para su interpretación se sugiere no tener en cuenta al principio las posiciones zodiacales, sino más bien las interrelaciones más fuertes por aspecto y por presencia en Casas. Conviene entonces registrar si hay planetas angulares, cuáles son y cómo están, si hay aspectos (sobre todo mayores) con orbe pequeño, y particularmente si participan de configuraciones. Además de las posiciones por Casa del Sol, la Luna y el regente del Ascendente, observamos las de aquellos factores que se han realzado según los criterios recién mencionados, las de los planetas que naturalmente tienen analogía con ese tipo de vínculo, y la de algún stellium (si lo hubiere). Luego podemos incluir, en segunda instancia, la información zodiacal (es decir, por signo) de aquellos mismos elementos.
La Casa I es la Casa I de la relación en sí, la VII es la Casa VII de la relación (cómo ésta es vista por los demás, o cómo impacta al medioambiente, además del universo propiamente vincular “dentro” de la relación, es decir, entre sus participantes), y así sucesivamente. De esto modo, cada Casa mantiene sus contenidos clásicos tanto hacia fuera como hacia dentro del vínculo.
Es notable, cuando se angularizan benéficos, o, a la inversa, maléficos, cómo esto se ve reflejado en el tono de la relación. Del mismo modo, como señalara Alexander Marr, cuando se angularizan las luminarias, cúan importante es esta relación, tanto para sus participantes como para terceros.
Stephen Arroyo, en Astrología, Karma y transformación, menciona que estas Cartas comenzaron a cobrar sentido para él solamente cuando, a instancias del comentario de una colega, comenzara a considerarlas como símbolo del sentido de esa relación en particular, la motivación u objetivo profundo que la sostiene en el tiempo. Lo que justifica la noción, señalada al principio del punto 12, de que para que cobren significado deben tener algún tipo de anclaje (criterio seguido consecuentemente por el autor argentino Carlos de la Puente en Astrología del Matrimonio, si bien allí circunscripto a las relaciones amorosas formales heterosexuales). Por mi parte, además de coincidir con este enfoque, debo a Adriana Poch Kade el señalamiento de la utilidad de la idea propuesta por el autor norteamericano Steven Forrest: la de ver en estas Cartas si una relación es “tiranía, democracia o shock”.
La “tiranía” se da cuando la Carta Compuesta es en sus posiciones más relevantes demasiado más similar a la Carta Natal de un miembro de esa relación que a la del otro, en cuyo caso en principio aquél toma las riendas del vínculo, el cual girará sobre todo alrededor de su identidad y necesidades. Si bien dicho miembro llevará la parte cantante, a veces también puede (y suele) quedarse con las riendas “vacías”, es decir, el otro miembro desaparece por no verse reflejado en el intercambio y sentirse en cierto modo obsoleto. En cambio, en la “democracia”, la Carta Compuesta retoma de alguna manera en forma pareja contenidos importantes de una y otra Carta: el intercambio es así más equilibrado, y es notable ver qué aspectos de la relación (la Carta Compuesta) reflejan entonces cuáles elementos de una y otra Carta. El “shock” ocurre cuando la Carta Compuesta no asemeja casi en nada a ambas Cartas Natales, y por ende la experiencia de la relación es para sus participantes intensamente extrañante, y por ello, dramáticamente movilizadora.
Otra mirada posible y muy productiva es aquella que considera qué factores de las Cartas Natales de ambas personas son “tomados” por conjunción a los de la Carta Compuesta. De este modo, vemos qué aspectos de la personalidad y destino de cada uno son afectadas por el vínculo en sí. Además de observar el carácter básicamente benéfico o maléfico de dichos contactos, es interesante computar la mera cantidad de conjunciones de una y otra Carta, para ver, en el caso de que haya una desproporción importante, cuál de los dos es más afectado por la relación en general.
12.b. La Carta de Relación de Davison
Ronald Davison propuso en su libro Synastry (1959) tomar ya no las equidistancias planetarias y meridianas (como en la Carta Compuesta), sino la Carta levantada para el momento y lugar exactos equidistantes en el tiempo y espacio entre ambos nacimientos. El cálculo es muy fácil si usamos para ello el sistema de Días Julianos y fracción (GMT/24), que no desarrollaremos aquí por razones de espacio: confiamos en que posiblemente el lector lo tiene ya dado en sus programas de cálculo, o que sabrá deducirlo por su cuenta al comprender el concepto que lo sustenta. Valga para ello como ejemplo un caso muy simple: si alguien nació en Buenos Aires un día 10 de cierto mes y año a las 14 horas, y otra persona, dos días después, a las 16 horas y a 200 kilómetros hacia el oeste, la Carta de Relación correspondiente se levantaría para el día 11 a las 15 horas y a 100 kilómetros al oeste de Buenos Aires.
Esta Carta tiene la ventaja conceptual sobre la anterior de que se corresponde con un cielo astrológico y astronómico real: el del momento que se halla justo en el medio de ambos nacimientos (por más que todavía no hubiera nacido el más joven de ambos), y el del lugar que se hallaría también exactamente en el medio de ambos puntos natales, si trazáramos una recta que los uniera (y por más que cayera en el medio del océano). Pareciera mostrar quizás de un modo más eficaz todavía las experiencias a ser vividas por los participantes de la relación, aunque, de todos modos, es frecuente que muchas de sus posiciones sean en gran medida similares a las de la Carta Compuesta, lo que implica unrefuerzo de las mismas. Y aquello en que difirieran (muchas veces vinculado a signos opuestos, donde se pone de realce el simbolismo de la dialéctica de ese eje), es aconsejable tenerlo en cuenta como una información adicional.
12.c. La Carta de Relación de Marr
El alemán Alexander Marr, por su parte, venía trabajando intensivamente la noción de Tránsito Converso (prenatal) desarrollada por la escuela siderealista norteamericana y algunos astrólogos británicos en las décadas del ´50 y ´60, que postula que tanto las Progresiones Secundarias como los Tránsitos pueden ser calculados en su forma habitual,directa (históricamente contemporánea a la época que estemos estudiando en el caso de los Tránsitos, y simbólicamente en el caso de las Secundarias), como en su formaconversa, es decir, tomando ese mismo lapso de tiempo transcurrido (días, en el caso de las Progresiones -aquí denominadas Regresiones- o años, meses y días en el caso de los Tránsitos) pero yendo hacia atrás en el tiempo desde el momento del nacimiento del sujeto. Al trabajar los Tránsitos Ascensionales (muy investigados por los creadores del Sistema Topocéntrico), que se calculan para un instante exacto, comprobó que los mismos también eran eficaces en su versión conversa o prenatal, a la hora de reflejar eventos puntuales ya vividos.
Por ello propuso, en Prediction III y algunos artículos de la revista Astrología del Caba, una nueva Carta de Relación, que consiste en tomar el Tránsito Converso exacto correspondiente al nacimiento del miembro más joven de la relación, considerado respecto del momento del nacimiento del miembro más viejo. Esta Carta, que sugiere levantar para el lugar en que se inició el vínculo (de nuevo, para su cálculo podemos usar manualmente Días Julianos y fracción, o acudir a la rutina de Tránsitos Ascensionales de su programa Special 1), se corresponde con un momento del tiempo que es único para esas dos personas, y que por lo tanto caracterizaría a la relación que las une. Volviendo al ejemplo hipotético dado en 12.b, la Carta de Relación de Marr se levantaría para el día 8 de ese mes y ese año a las 12 horas y para donde se hayan conocido esas personas.
Esta propuesta plantea sin embargo una objeción lógica, que es la de por qué no calcular entonces también el otro punto simétrico en el tiempo, pero “hacia delante” (en nuestro ejemplo, el 14 de ese mes y año a las 18 horas), también igualmente personal para ambos. Marr mismo lo propone como posibilidad en los textos antes mencionados, y el argentino Omar González presentó como propia esta segunda opción, a la que bautizó (vaya a saber por qué) “Ciclo Madre”.
Es decir que, si seguimos la lógica del asunto planteado, nos encontramos en verdad con dos Cartas más de Relación, distintas entre sí, lo que seguramente fastidiará al lector, si es que su paciencia le permitió llegar a estos renglones (al menos así lo viví yo en su momento). Pero esto deja de ser un problema si tenemos en cuenta lo señalado muy atrás, en el punto 8, en donde comenté que las Progresiones Secundarias y Arcos Solares levantados en cada Carta para el momento del nacimiento del otro reflejaban cómo era vivido ese otro por cada miembro de la relación. Aquí nos encontramos exactamente con lo mismo, solo que en una versión más específica y correspondiente al sistema de Tránsitos.
En suma, la Carta anterior al nacimiento de ambos mostrará cómo percibe dentro del vínculo al otro aquél que nació primero, y la posterior al nacimiento de ambos mostrará cómo percibe al otro dentro del vínculo el que nació después. Los criterios para interpretar estas Cartas son similares a los lineamientos dados al principio de 14.a, con la salvedad de que se circunscriben a la perspectiva de cada uno de los miembros de la relación.
12.d. La Carta del Inicio
Una Carta de Evento se levanta para el momento en que algo ocurre, y refleja tradicionalmente tanto al evento en sí, como todo aquello que devendrá por él desde entonces, según la noción de la Astrología como “ciencia de los orígenes”, patente en la práctica de la Astrología natal. Está así a medio camino entre la Astrología Horaria, la Mundana y la Genetlíaca, y en el caso de que el momento del evento hubiere sido elegido por motivos astrológicos, también de la Astrología Electiva o Eleccional.
Es indudable que una relación comienza materialmente cuando sus dos miembros se conocen (en el caso de las relaciones parentales o de hermanos, el momento es el nacimiento mismo del más joven, por lo que no tiene mayor relevancia para esta técnica), pero también es un problema habitual el no recordar cuál fue el momento exacto en que las personas se conocieron, por lo que en esos casos es también pertinente tomar el momento conocido en que comenzó alguna nueva instancia trascendente de esa relación (tal como el del matrimonio, el “Sí, quiero”, en una pareja, o cuando deciden de una vez convivir, o cuando comienza efectivamente dicha convivencia), teniendo en cuenta, sin embargo, que aquello que la Carta en cuestión mostrará entonces es el destino del ciclo particular en ese momento iniciado (por ejemplo, en la del matrimonio, no la relación en general, sino el matrimonio propiamente dicho). Todos estas consideraciones se problematizan y relativizan con los nuevos canales de encuentro humano disponibles (por ejemplo, Internet), en donde el primer conocimiento físico cara a cara está a veces mediatizado por otras formas previas de contacto. Queda librado al sentido común del intérprete el decidir qué instante (o instantes) considerar para este tipo de análisis, lo que muchas veces dependerá sencillamente de cuáles puede recuperar en su memoria con cierta precisión, considerando que cuanto más anterior sea en el tiempo, mejor simbolizará al vínculo en general.
La Carta de Evento del inicio de la relación (o de alguna nueva instancia relevante de la misma) se lee combinando laxamente aquellos criterios de las ramas de la Astrología arriba mencionadas que uno pudiera manejar, así como los de las Cartas de Relación antes desarrollados en 12.a. Las angularizaciones, estados cósmicos y aspectos aplicativos de la Luna, del regente del Ascendente y de los factores más destacados de la misma, reflejarán, con un sabor particularmente destinal, el potencial y devenir de la relación en ese momento nacida.
13. El devenir de la relación: las Técnicas Predictivas
Pero el devenir concreto de la relación, entendido como el desarrollo en el tiempo del rico y complejo potencial caracterizado por todas las técnicas hasta aquí vistas, puede también ser abordado por nuestra mirada para comprender, con la mayor profundidad posible, los diversos momentos (sobre todo, contemporáneos) por los que el vínculo transita.
13.a. Significadores de duración
Para ello es conveniente relevar en primera instancia los indicadores más clásicos de duración de la relación (del mismo modo que, en el pasado, nuestros antecesores no estudiaban los principales eventos futuros de una vida hasta no haber determinado su posible duración -es decir, el momento de la muerte-, práctica gradualmente abandonada por la modernidad por considerársela incierta, y por ello “políticamente incorrecta” desde el punto de vista ético -amén de tabúes culturales más cuestionables-, resultando así hoy en una virtual incompetencia general al respecto).
Es evidente que cuanto más “agradables” (e “importantes”) fueren la mayoría de los significadores hasta aquí surgidos como más relevantes en el conjunto de las técnicas vistas, mayores probabilidades de continuidad tendrá una relación. De todos modos, cierto nivel de desafío o conflicto también es necesario para que sea estimulante y se sostenga en el tiempo a partir de la incitación al crecimiento de sus participantes; de lo contrario, puede diluirse por vivírsela como demasiado estática o aburrida. Sin embargo, demasiada tensión o inarmonía cósmica hace intolerable la situación, desde un punto de vista realista. Metafóricamente, usando como ejemplo los interaspectos cruzados entre ambas Cartas, sería ideal una proporción de “dos a uno”: por cada aspecto inarmónico, dos armónicos.
Al respecto, tampoco es nada desdeñable la participación de nuestro tan temido Saturno. Más bien al contrario, es necesaria, si de duración se trata. Exaltado en Libra, su simbolización de los factores “tiempo”, “construcción” y “estabilidad” hacen deseable su presencia a distintos niveles, idealmente con aspectos armónicos.
Cuanto más complementaciones planetarias arquetípicas aferentes al tipo de relación (Sol-Luna en general, Marte-Venus en relaciones eróticas, Mercurios en todo aquello donde la comunicación sea esencial, Marte-Saturno en lo laboral, etc.), mayor probabilidad de sostenimiento en el tiempo. Otra complementación arquetípica y vinculante es la de laspreponderancias y carencias mutuas (punto 6), que también tienden a la larga duración, aunque con el peligro de algún eventual cortocicuito mayúsculo que tronque la continuidad, dados los fuertes contenidos inconscientes mutuos puestos en juego, afín a la observación realizada por Jung de que, en el proceso de introyección, cuando ésta ya ha logrado cierta masa crítica, el otro deja de ser pantalla privilegiada de proyección, y si no hubo un crecimiento parejo de ambos, el intercambio quizás ya no sea sostenible.
Las superposiciones de Ejes mencionadas en el punto 10.b también aportan a la duración, y muy particularmente las del Eje Horizontal. Éste es esencial al tema, dado que representa nuestros automatismos físicos cotidianos y espontáneos (Asc) en interacción con el Otro (Desc). Que uno tenga presente en Casa I el planeta que el otro tiene en Casa VII, que tenga en regencia (en su propio domicilio) o en Casa I al planeta regente de la Casa VII del otro, o que angularice mediante su eje Asc/Desc algún planeta (idealmente, luminaria o benéfico) presente en las Casas I o VII del otro, etc., promueve la duración, sobre todo si ocurre a más de un nivel en forma cruzada (mutua). Lo mismo puede decirse de la relación (si la hubiere, ojalá armónica) entre los regentes de sus Ascendentes (y eventualmente Descendentes), así como, por extensión, de sus planetas preponderantes (Almuten).
En todo lo aquí dicho, a veces la mera coincidencia de signos zodiacales (o la pertenencia al mismo elemento, clásicamente abordada -en forma simplista, y por ello inconducente- por los medios masivos y los almanaques anuales), por más que no hubiera ángulos exactos de conjunción o trígono, también favorecen la continuidad, aunque en menor medida (en esa línea, podemos considerar asimismo como vinculantes a los signos en quincuncio, si bien indican más intensidad y transformación que necesariamente continuidad).
13.b. Las Técnicas Predictivas en cada Carta
Más allá de lo que agreguemos en los puntos siguientes, a la hora de evaluar momentos específicos de una relación, la experiencia y el sentido común prescriben observar primero qué procesos personales están viviendo ambos participantes desde la óptica de su propia Carta Natal y las Técnicas Predictivas que se le asocian (en la misma veta de lo sugerido en el punto 1). Mirar entonces en cada Carta por separado lo que más intensamente surja de nuestras Técnicas Predictivas favoritas para esos momentos, aunque ahora desde la óptica de los procesos que más puedan incidir en el vínculo, es no solo lógicamente necesario, sino, a mi juicio, donde mejor se pueden ver las instancias de su desarrollo.
13.c. Las técnicas predictivas en las Cartas de Relación
Las cuatro Cartas de Relación mencionadas en el punto 12 admiten que se les apliquen las Técnicas Predictivas más clásicas, con algunas aclaraciones que más abajo haremos, pero con una salvedad básica: la maraña de información de allí resultante puede solo agregar confusión al intérprete si no tiene muy basamentadas sus síntesis previas de todo lo visto, y peor todavía si le da demasiado lugar a los detalles. Conviene entonces solo ver qué es lo más groseramente notorio que surgiere de aplicar estas técnicas, y pensar entonces que ello reflejará procesos a vivir por la relación misma, en el marco de lo hasta aquí recorrido, y particularmente en el de los procesos personales simbolizados por el punto anterior (13.b).
La Carta Compuesta (12.a) admite Tránsitos (como siempre, son más notables los de los planetas lentos), sobre todo de conjunción: pensemos que en ese caso, el planeta transitante está en esa época exactamente en el medio de los dos planetas de cada Carta que generan la posición compuesta. Lo mismo puede decirse de la Revolución Solar (y eventualmente, Lunares), para lo cual debemos tener calculada (generalmente, a mano) la posición exacta de cada Sol al segundo de arco, para que tenga la misma exactitud la posición Compuesta y generar una Solar con cúspides fiables. En cuanto a las Progresiones, lo que se suele hacer (y funciona muy bien) es tomar los Puntos Medios de las posiciones progresadas de ambas Cartas para ese momento (los programas de computación lo hacen con mucha facilidad). Recordemos que, de todo esto, solo consideraremos la activación de puntos neurálgicos de las Cartas originales (sobre todo Compuesta) mediante aspectos con orbes muy pequeños (idealmente, conjunción y oposición), así como dentro de las Progresiones mismas. De lo contrario, es muy fácil irse por las ramas y enredarse.
A la Carta de Davison (12.b), dado que se corresponde con un momento real del tiempo y el espacio, se le pueden aplicar Progresiones, Direcciones, Tránsitos, Solares trópicas, Lunares precesionales, etc. Reflejan muy bien los hitos de una relación, y, a mi entender, es la única Carta de Relación que muestra claramente el momento más importante de todos, que es el del inicio de la misma (por más que en términos predictivos esto sea de poca utilidad, ya que si la estamos estudiando es porque, a algún nivel fundamental, ya existe): generalmente aparecen para entonces conjunciones (o eventualmente oposiciones) por Progresión Secundaria o Arco Solar de los regentes de Casa I y Casa VII de la Carta de Relación, o de los dos regentes de Casa VII (de haber dos signos presentes, o en los casos de doble regencia), o del Eje Horizontal progresado con los planetas presentes o regentes de esas Casas. Cabe recordar que la Carta original no se corresponde con el nacimiento de ninguno de los dos miembros de la relación, por lo que las Progresiones se calculan para la cantidad de días (= años) transcurridos desde la fecha que le corresponde a esa Carta, hasta aquella que queramos evaluar.
Sobre las dos Cartas de Marr (12.c) y la del inicio de la relación (12.d) no nos extenderemos, señalando sencillamente que admiten ambas el uso de las técnicas mencionadas en el párrafo anterior, considerando, como ya advirtiéramos, solo aquello que se destaque con particular fuerza.
13.d. Los arcos de fase
Probablemente todos conozcan la técnica de las Direcciones Simbólicas de 1º = 1 año. Así como desde el momento del nacimiento, nuestra Carta Natal comienza a girar lentamente, convirtiendo en exactos aspectos natales con orbe y generando otros nuevos según dicho criterio, en cierto modo, cada vez que iniciamos algo, comienza a moverse nuevamente desde cero nuestra Carta según este criterio, repitiendo ciertas etapas y ciclos que nos son característicos.
Por ello, existe otro modo tradicional de comprender el devenir de una relación en Astrología, que es el de considerar la distancia angular que separa a cada factor de una Carta con cada uno de los factores de la otra; es decir, sus arcos de fase. Podemos organizar esta información en una grilla del estilo de las que usamos para los aspectarios, y muchos programas de computación astrológicos nos lo facilitan de ese modo. Entonces, si consideramos el momento en que dos personas se conocen como momento de inicio, germinal, del movimiento de Dirección Simbólica a razón de un grado por año, los aspectos mayores exactos o dentro del grado de orbe que se vayan verificando entre ambas Cartas reflejarán instancias importantes que irán viviendo dentro del vínculo a través del tiempo.
Desde el punto de vista técnico, alcanza con mirar las Direcciones calculadas en una sola Carta para un momento dado, y ver qué aspectos se dan con la otra Carta Natal. De nuevo, sugiero darle importancia solo a lo muy fuerte (conjunciones, o interacciones de los planetas vistos como más relevantes en el análisis hasta aquí), y, dado que la progresión de la secuencia de técnicas desarrolladas dentro de este punto 13 va de lo más eficaz -a mis ojos- hasta lo menos elocuente, cabe aclarar que tienen solo un matiz confirmatorio de aquello que se hubiere visto anteriormente.
14. La Síntesis
Aunque dediqué un libro entero (el antes citado de Kier, 2005) a propuestas de síntesis astrológica, es un hecho que ese proceso debe ser hecho en forma personal por cada uno siguiendo sus propias intuiciones. Lo que sí quisiera es enfatizar la vital necesidad de que ésta sea realizada por el intérprete mientras aplica la secuencia propuesta, e instarlo a que le dé un momento de su tiempo en cada caso, tanto en cada punto de la secuencia como luego, en la mirada final.
Como ya dijera antes, conviene ir apuntando lo verdaderamente más relevante de lo percibido en cada mirada o punto de la secuencia, apenas esbozar hipótesis interpretativasmuy abiertas durante dicho proceso, e ir hilando el conjunto de la información mediante síntesis e integración progresiva, de modo que al final, una vez realizado todo el camino, pueda volver a contemplar dicho conjunto desde cierta perspectiva, y así aislar las variables que considere más características, sea por intensidad, por reiteración, por analogía o por complementaridad. Ya recuperada la unidad y coherencia simbólica de ese todo, se pueden elaborar entonces hipótesis interpretativas más fuertes y volver -desde este nuevo panorama- sobre la información previa para encontrar nuevas dimensiones confirmatorias o, si ser quiere, con un detalle mucho mayor.
Por ello, entonces, recomiendo sobre todo evitar la tentación de meramente mencionar extensamente los detalles de la información técnica surgida, o de realizar breves y cerradas interpretaciones de cada cosa vista sin haberla encuadrado en un marco mayor, y sobre todo, de olvidarse de hacer una integración final coherente y satisfactoria de todo.
Reflexiones finales
Es muchísimo lo que queda por relevar sobre este tema, sea en términos técnicos, como en términos conceptuales: apenas vimos la punta del iceberg, y mi temor de agobiar al lector no me permite en esta primera ocasión acompañar lo explicado con la ejemplificación deseable. Sin embargo, creo haber compartido con el mismo un pequeño Curso de Sinastría, parcialmente reflejo del mismo seminario que dicto desde hace años en el Caba (y del libro al principio mencionado, de pronta aparición), y que espero que le haya motivado a indagar en sus propias relaciones mediante la aplicación de algunas de las técnicas que menos conociera, o, por qué no, ojalá de la secuencia desarrollada toda.
Tanto por su añeja continuidad, como por la seriedad y creatividad que lo han caracterizado hasta la fecha, el Caba ha sido desde un principio un centro de difusión y referencia constante para la comunidad astrológica de Buenos Aires e internacional. La generosidad con que brinda tanta información original en sus cursos formativos ha sido muy frecuentemente recompensada por un uso indebido, por parte de terceros, de esa misma información. Confío entonces en que este medio le haya permitido al lector tener un contacto de primera mano con estos contenidos, y que el día en que decida compartirlos en primera persona con otros, estarán acompañados de una larga maduración de años surgida de su extensa aplicación a muchos casos y que le permitan ganar la experiencia necesaria para hacer su propio aporte personal a la comunidad.
Vivimos en un mundo maravilloso, nuestras relaciones son quizás el regalo más hermoso que nos hace, y la Astrología, para aquellos que la amamos, probablemente se cuenta entre las cosas más importantes, bellas y valiosas que nos han ocurrido en nuestras vidas. La combinación de todo ello en un mismo sendero es una aventura mágica a través de un universo polícromo, polifacético y lleno de sentido que nos invita, amable y festivamente, al desarrollo de nuestra Consciencia y nuestra comprensión.
Jerónimo Brignone, abril 2007
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