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*CUADRATURA SATURNO-NEPTUNO: EL USO DEL BUEN TEMOR*

        Saturno y Neptuno recibiéndose mal, siempre activan  miedos, zozobras, inseguridades y dudas sin fin...
       Una pequeña ayuda de los "Maestros", para acompañarnos en nuestras tribulaciones diarias:
         El maestro Lie zi, en viaje hacia Qui, dio la vuelta a medio camino. Se encontró con Bo Hun Mou Ren que le pregunto: "¿Por qué os volvéis?" "Porque he tenido miedo", le contestó: "¿Miedo de qué?  
         "He comido en diez puestos de sopa y en cinco de ellos me han servido antes que a los demás". Bo Hun Mou Ren le preguntó: "Pero, ¿por qué eso os ha atemorizado?"
        Le respondió: "Cuando la perfección interior no se disipa, el cuerpo la manifiesta en forma de luz.
       Así es cómo yo he conquistado exteriormente el corazón de los hombres y les he hecho faltar al respeto debido, a las personas mayores que yo.
       Semejante desorden, me acarreará sin duda la desgracia
       Pues si los vendedores de sopa, que no ganan gran cosa con su mercancía y para los que las consideraciones de interés económico y de poder, cuentan tan poco, me han tratado con tanto respeto, ¿qué no hará el Señor de los diez mil carros (el soberano de Qui)?.
       Agotado su cuerpo y consumida su inteligencia por los asuntos de Estado, no dejará de confiarme algún cargo e intentará aprovecharse de mi eficiencia. ¡Eso es lo que me causa pavor!".
       Bo Hun Mou Ren le dijo: "¡Bien pensado!. Más, aunque permanezcáis en vos mismo..., las gentes acudirán a vos en tropel". 
清院本-清明上河圖局部 by China Online Museum - Chinese Art Galleries, via Flickr
       Poco después, Bo Hun Mou Ren fue a visitarlo; el soportal de la casa estaba lleno de calzados. Se situó de pie, cara al Norte, con el mentón apoyado en la punta de su bastón. Así estuvo un rato y luego se retiró sin decir nada. Lie Zi fue informado por el portero. 

     Apurado, Lie zi tomó su calzado en la mano y sin tiempo para ponérselo..., corrió..., descalzó, hasta el portón exterior. Allí le dijo al visitante: "Ya que habéis venido ¿por qué os vais sin recomendarme remedio alguno? 

         "Es inútil, dijo Bo Hun Mou Ren, ya os lo advertí. Las gentes acudirán a vos en tropel, os dije. Y efectivamente así ha sido. No es que actuéis de forma que las gentes acudan a vos, sino que no sabéis actuar de manera que las gentes no acudan a vos". 

  ¿Por qué utilizáis esta influencia?

Esta influencia tiene una explicación.

       Exteriorizando algo extraordinario, forzosamente tenéis que influenciarles. 

       Vuestra propia persona vacila,

sin que os deis cuenta.

       Las personas que os frecuentan

    no tienen nada que deciros:

sus fútiles palabras son un veneno.

       ¿Cómo podríais llegar al conocimiento incapaces de despertaros mutuamente?”.

¡Saludos! Maria Ysabel

 

De "El libro de la perfecta vacuidad".

       El Liezi (Chino: 列子; Pinyin: liè zĭ; Wade-Giles: Lieh Tzu) es una de las tres obras fundamentales del taoísmo filosófico, junto con las más conocidas de Laozi y Zhuangzi. Es atribuido a Lie Yukou (Lie Zi), a quien se considera un personaje legendario.

       El texto fue inscrito en la librería imperial con el nombre de Tratado de la Perfecta Vacuidad. Generalmente es considerada la más práctica de las obras taoístas principales, frente al más filósofico Dào Dé Jing o al más poético Libro de Zhuangzi.

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Comentario por Maria Ysabél el febrero 24, 2015 a las 5:13am

EL JINETE

     

                                       El jinete, galopando a toda velocidad, pasa como el viento.

                                       - ¿A dónde vas tan deprisa? –Pregunta el monje zen.

                                       - No lo sé… ¡Pregúntaselo a mi caballo!

                      El hombre corriente no tiene gobierno de si mismo. Es el juguete de sus emociones.

(De la pág., de "Cuentos ZEN" de Ferrán Rdguez.).

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Comentario por Maria Ysabél el febrero 23, 2015 a las 4:17am
Un Maestro y un escorpión.


       Un maestro oriental, vío en el agua un escorpión que estaba ahogándose y decidió sacarlo del agua. Cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Al sentír el dolor, el maestro soltó instintivamente al animal y éste..., volvió a caer al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro se dispuso a intentar sacarlo de nuevo y ..., el escorpión volvió a picarlo otra vez.  

       Un caminante que estaba viendo la escena, se acercó al Maestro y le dijo: Perdone Maestro..., ¡es Vd., bien terco! ¿No entiende Vd., que cada vez que intente sacar a semejante animal, volverá a picarlo una y otra vez? . 

       A lo que el Maestro le respondió: Hijo, la naturaleza del escorpión es picar y eso no va a cambiar la mía que es ayudar. Y entonces, ayudándose de una hoja firme, la  deslizó dulcemente bajo el escorpión, sacándolo del agua y salvándole la vida. 

       Cambiar nuestra naturaleza porque nos hacen daño, es un error. Si alguien te hace daño, simplemente toma las debidas precauciones. Algunos persiguen la felicidad,... otros la crean. 

Comentario por Maria Ysabél el febrero 21, 2015 a las 3:59am

Cuestión

- Maestro, mis compañeros se ríen de mi, me miran con desdén, me insultan, me alejan de su lado, no me aceptan, me amenazan, me agreden, me hacen sentir diferente. 

- Hijo ¿y sabes por qué es eso? 


- Si Maestro, es porque soy el mejor de la clase, el que saca mejores notas, el que se esfuerza más, el que más atiende, el que hace los mejores trabajos. 


- Hijo, entonces alguien falla y eres tu, porque ellos actúan acorde a su grado de mediocridad en tanto que tu no lo haces acorde a tu grado de desarrollo. ¿Qué hay dentro de ti que te hace compararte y buscar la aprobación de los que no son iguales a ti?

Comentario por Maria Ysabél el febrero 20, 2015 a las 6:52am

 DESTINO

     Durante una dura batalla, un general japonés decidió que atacarían, aún cuando su ejercito era muy inferior en número al de los enemigos. Estaba totalmente confiado en que ganarían la batalla, pero..., los soldados de su ejercito estaban llenos de dudas y temores ante el cercano enfrentamiento. 

     Mientras andaban, camino del lugar decidido para la batalla, encontraron un pequeño santuario y se detuvo a rezar con sus hombres unos instantes.

       Después del rezo, el general sacó una moneda y dijo: "Ahora tiraré esta moneda, si sale cara, ¡ganaremos!, si cruz, ¡daremos por perdida la batalla y nos retiraremos! El destino se revelará. 

       Tiró la moneda al aire y todos siguieron atentamente como aterrizaba..., ¡era cara!. Los soldados estaban tan contentos y confiados, que atacaron vigorosa y rotundamente al enemigo y consiguieron la victoria a pesar de ser muchos menos en número que sus contrincantes. 

       Después de la batalla, un teniente le dijo al general: "Nadie puede cambiar el destino". 

       "Es verdad", dijo el general, mientras mostraba al teniente la moneda, que tenía la misma faz en ambos lados. 

Comentario por Maria Ysabél el febrero 19, 2015 a las 5:25am

Este es un texto que he encontrado hoy, absolutamente casual, -aunque la casualidad no exista...-. Lo he copiado literalmente. En el texto no hay nada mío, ni las opiniones que se expresan al final, (aunque esté de acuerdo con ellas, me sean útiles y sirvan,  por esto, precisamente, lo subo al blog). Las fotos, las he puesto yo, aunque son mucho mejores las del texto, pero no he sabido copiarlas. 

FABULA CHINA

       Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del  país, estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse.

       Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.

       Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe.

       Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó:

-“¿Hija mía, qué vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura”.

Y la hija respondió:

- “No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz”.

       Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones.

       Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío: “Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China”. La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones, etc.

       El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado. Pasaron tres meses y nada brotó.

       La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado.

       Conciente de su esfuerzo y dedicación, la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.

       En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores.

       Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención.

       Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado. Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada.

Entonces, con calma el príncipe explicó:

-“Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles”.

       Maravilloso relato, ¿no? En tiempos donde lo importante parecen ser los resultados, los logros, lo visible, cultivar el valor de la honestidad parece un valor perdido… Somos capaces de inventar los más variados argumentos para excusarnos, por no decir “me equivoqué, tienes razón, no sé acerca de esto”.

       Opinamos sobre todo, juzgamos a todos… la “viveza” se ha convertido en un valor, encubriendo la mentira, el engaño, la falta de honestidad para con nosotros mismos…

       La verdad, la sinceridad, la humildad… no son virtudes exacerbadas en los cartoons para niños, ni en las publicidades para adultos, hemos confundido el significado de la palabra ÉXITO.

       Si he terminado mi día siendo leal a mi mism@, sin traicionar mis creencias y mis sentimientos, sin dejar de ser quien soy para quedar bien u obtener resultados… ese ha sido un día de éxito. 

       

 

Comentario por Maria Ysabél el febrero 18, 2015 a las 10:35am

       ¡Hola Luis Daniel! ¡Que bien que te guste! Yo también disfruto mucho de leerlos y de "iluminarme" un ratito todos los días. Parecen..., ¡eso!, ¡cuentos!, pero llegan al corazón y alientan la conexión que vuelve  hace hacia adentro.  Dejan satisfacción. ¡Buen Alimento!.

       Fraternos mi Amigo. 

       

        

Comentario por Maria Ysabél el febrero 18, 2015 a las 4:58am

 El Niño y el Yogui



Autor Desconocido

       Un niño de corta edad jugaba con un barquito en un estanque. Estaba totalmente absorto en su juego. Un yogui que pasaba por el lugar se acercó a él y comenzó a hablarle y hacerle preguntas. El niño estaba tan ensimismado con las evoluciones del barquito sobre las aguas, que ni siquiera reparó en la presencia del adulto.

El Balandrito

       Entonces el yogui se postró ante él y dijo:

—Tú eres mi maestro. Ojalá que cada vez que me siente a meditar pueda estar tan concentrado como tú dirigiendo mis pensamientos al Ser Supremo y que, como te sucede a ti, nada pueda distraerme.

       Dice el Maestro: Que durante la meditación todo tu ser esté dirigido hacia el objeto de introspección.

Comentario por Maria Ysabél el febrero 17, 2015 a las 4:11am

La Anciana Mendiga

       En la época de Buda vivió una anciana mendiga llamada "Confiar en la Alegría". Esta mujer observaba cómo reyes, príncipes y demás personas hacían ofrendas a Buda y sus discípulos, y nada le habría gustado más que poder hacer ella lo mismo. Así pues, salió a mendigar, y después de un día entero sólo había conseguido una monedita.

       Fue al vendedor de aceite para comprarle un poco, pero el hombre le dijo que con tan poco dinero no podía comprar nada. Sin embargo, al saber que quería el aceite para ofrecérselo a Buda, se compadeció de ella y le dio lo que quería.

       La anciana fue con el aceite al monasterio y allí encendió una lamparilla, que depositó delante de Buda mientras le expresaba este deseo: "No puedo ofrecerte nada más que esta minúscula lámpara. Pero, por la gracia de esta ofrenda, en el futuro sea yo bendecida con la lámpara de la sabiduría. Pueda yo liberar a todos los seres de sus tinieblas. Pueda purificar todos sus oscurecimientos y conducirlos a la iluminación".

       A lo largo de la noche se agotó el aceite de todas las demás lamparillas, pero la de la anciana mendiga aún seguía ardiendo al amanecer cuando llegó Maudgalyayana, discípulo de Buda, para retirarlas. Al ver que aquella todavía estaba encendida, llena de aceite y con una mecha nueva, pensó: "No hay motivo para que esta lámpara permanezca encendida durante el día", y trató de apagarla de un soplido. Pero la lámpara continuó encendida. Trató de apagarla con los dedos, pero siguió brillando. Trató de extinguirla con su túnica, pero aun así siguió ardiendo. 

       Buda, que había estado contemplando la escena, le dijo: – ¿Quieres apagar esa lámpara, Maudgalyayana? No podrás. No podrías ni siquiera moverla, y mucho menos apagarla. Si derramaras toda el agua del océano sobre ella, no se apagaría. El agua de todos los ríos y lagos del mundo no bastaría para extinguirla. – ¿Por qué no? – Porque esta lámpara fue ofrecida con devoción y con pureza de mente y corazón. Y esa motivación la ha hecho enormemente beneficiosa.

       Cuando Buda terminó de hablar, la mujer se le acercó, y él profetizó que en el futuro llegaría a convertirse en un buda perfecto llamado "Luz de la lámpara". Así pues, es nuestra motivación, ya sea buena o mala, la que determina el fruto de nuestros actos. Shantideva dijo: "Toda la dicha que hay en este mundo, Toda proviene de desear que los demás sean felices; Y todo el sufrimiento que hay en este mundo, Todo proviene de desear ser feliz yo".

       Puesto que la ley del karma es inevitable e infalible, cada vez que perjudicamos a otros nos perjudicamos directamente a nosotros mismos, y cada vez que les proporcionamos felicidad, nos proporcionamos a nosotros mismos felicidad futura.

(De la pag., de Sri Deva Fénix (Prof. Félix E. Díaz).

Comentario por Maria Ysabél el febrero 16, 2015 a las 4:02am

Validez..., o Invalidez:

       Un monje preguntó a Zhàozhōu, "¿Tiene un perro naturaleza de Buda o no? Zhaozhou respondió, "".

       (Para los que quieran profundizar en el koan, ¡Gracias!,  sigan los enlaces de la Wiki).

Comentario por Maria Ysabél el febrero 15, 2015 a las 7:37am

  La obediencia

       Uno de los más importantes Maestros Zen, japoneses: Bankei, al que escuchaban cientos de personas, no sólo estudiantes, si no gentes de todos los rangos, posiciones, sectas y tendencias, jamás citó sutras, ni consintió en disertaciones escolásticas. Sus palabras fueron pronunciadas directamente desde su corazón a los corazones de sus oyentes.  

       Su gran audiencia, enfureció a un sacerdote de la secta Nichiren, al que sus seguidores habían hablado de las enseñanzas del Maestro Bankei. El sacerdote Nichirén, egocéntrico, hinchado de vanidad y orgullo, fue al templo del Maestro Zen, decidido a tener un debate con Bankei.  

       "Hey, maestro Zen!" gritó. "Espera un minuto. El que respeta obedecerá lo que dices, pero un hombre como yo..., ¡no te respeta!. ¿A ver cómo puedes hacer que te obedezca?"

       "Ven a mi lado y yo te mostraré", dijo Bankei.

Orgullosamente el sacerdote se abrió paso entre la multitud para llegar hasta el profesor.

       Bankei sonrió. "Ven a mi lado izquierdo."

       El sacerdote obedeció.

       "No", dijo Bankei, "podemos hablar mejor si estás en el lado derecho. Pasa por aquí."

El sacerdote orgullosamente pasó por encima a la derecha.

"Ya ves", observó Bankei, "¿Me estás obedeciendo?  y además creo que eres...,  ¡una persona muy amable! porque haces caso de todo lo que te digo...

       "Y ahora ¡sientate y escucha!"

Distintivo

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