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Las virtudes como expresión de las cualidades del Alma


Un trabajo de Eva Monferrer Sena.

(Las fotos, excepto la del "arbol de las virtudes", las he puesto yo). 

       A lo largo de nuestras vidas desarrollamos paulatinamente múltiples virtudes las cuales nos van otorgando satisfacción y plenitud. Pero no nos es posible desarrollarlas todas simultáneamente, debido a su número y a su complejidad.

       De hecho, las Virtudes se hallan agrupadas en Siete Familias o Categorías, según las Siete Virtudes Cardinales –las de toda la vida-, que harán la función de Guías de Grupo: la Diligencia, siempre activa. La Humildad, saliendo al encuentro de la sabiduría y siempre presta a aprender. La Paciencia, tan antigua como el tiempo. La Caridad, muy ajetreada en estos ciclos cambiantes. La Temperancia, tan justa y recta como siempre ha sido. La Generosidad, dando la vida en cada oportunidad y la Templanza, sagaz Diosa de lo sacro y lo venidero.

       Parece que nuestra naturaleza inferior o egoica tiene especial debilidad o apetencia por todo lo pecaminoso, el pecado ancestral, La Caída del Edén, por la “anti-virtud”. El proceso de la Evolución Humana consiste precisamente en convertirse en la Virtud, consiste en transformar lo “animal” que aún
somos, en condición angélica.

       A este respecto, un Texto del Maestro Inglés afirma que existen dos formas de deshacerse del vicio, una correcta, rápida y segura, y otra errónea, lenta e incierta. Añade que al igual que el médico estúpido estudia la enfermedad a fin de conseguir la salud, el médico sabio estudia la salud a fin de no dar lugar a la enfermedad. Si esto es así en el cuerpo, lo será también en la mente, que está llena de enfermedades en forma de ira, de pereza, de lujuria, de soberbia, de avaricia, de envidia y de gula, las cuales nos llenan de dolor y amargura.

       El Médico del Alma respondería a la pregunta de cómo podemos deshacernos de semejantes excrecencias diciendo que debemos estudiar y cumplir las condiciones de la salud, edificando el bien en nosotros, enfocándonos en la Virtud, pues es más venturoso amar el bien, que odiar el mal, ya que el odio, en cualquier forma que exista, es un mal en sí mismo.

       Teniendo en cuenta que el arquetipo del “pecado” se ha convertido en nuestros días en el arquetipo de la “Sombra” (término junguiano). Cuando un pecado o “un pedazo de sombra” se regenera, ¡se convierte en la Virtud que escondía!.La sombra no puede existir sin la luz que la origina, y, de igual modo, un pecado es siempre la sombra de una virtud. La tarea de apartar el obstáculo que se ha interpuesto a la luz, es nuestra.

       En efecto, el hombre es el ser capaz de regenerar “La Caída”, de transformar el ego en Alma. Esta alquimia interna necesita de ciertos ingredientes para cumplirse, son las Virtudes, son ellas en sí mismas quienes crean esta magia de transformación. Tarea hercúlea, sí, pero tarea de todos.

       El crisol de esta reacción alquímica es el Alma, es la Consciencia, ¡el carbón se convierte en diamante! Sólo había que añadirle “trabajo”, en este caso, bajo la forma de “presión”. Tal como cuenta el cuento: ¡La Bestia se ha convertido en Príncipe! ¡La Bella ha sido el crisol…!

       Recordemos este cuento, pues está cargado de un simbolismo muy esclarecedor en relación al tema de las Virtudes. Veamos como se desarrolla el proceso a través de la fábula:

Érase un hombre joven, fuerte, hermoso, rico e inteligente, que poseía un magnífico castillo –su cuerpo físico- y numerosos sirvientes –los reinos mineral, vegetal y animal-. Sin embargo, nuestro héroe tenía un defecto lo suficientemente importante como para arruinar su brillante porvenir: era altivo, soberbio, orgulloso, despectivo, distante…

Dado que su destino era el de gobernar el Reino, y para ello se necesitaba un hombre sin mácula, no hubo más remedio que idear un plan para enmendar su defecto. A tal fin, un hada disfrazada de anciana apareció en palacio una noche fría pidiendo hospedaje, pero el arrogante joven, al que faltaban el amor y la compasión, rechazó a la anciana.

Entonces el hada, recobrando su verdadera apariencia, le lanzó un encantamiento convirtiéndolo en una bestia salvaje, reduciéndolo pues a su gran defecto. Pero la magia no consiste en dejarlo convertido en bestia para siempre, sino que le reta a recuperar su aspecto anterior si es capaz de conseguir el amor de una bella joven…

       Simbólicamente, la Bestia representa a la personalidad o ego no transformado, la sombra de lo que somos en realidad. Sin duda, la Bestia es fuerte, inteligente, perseverante, enérgica…, pero no es amorosa. El Alma cuya esencia es amor, está representada en el cuento por Bella, mientras que el Espíritu está simbolizado por el padre de Bella, hombre sabio, inventor de profesión, quién ama encarecidamente a su hija.

       En la fábula, la Bestia aprisiona al padre de la Bella, pero éste, dada su libre naturaleza, no puede soportar el encierro y cae gravemente enfermo. Bella se da cuenta de que su padre morirá irremisiblemente si continúa en cautiverio. Entonces se ofrece a permanecer encarcelada en lugar de su padre y así liberarlo. La Bestia acepta de buen grado el canje.

       Ya tenemos a Bella y Bestia cohabitando bajo un mismo techo, el Alma –la Virtud- es presa del Ego –el defecto, la sombra, el pecado-. La Bestia pretende que Bella la acepte tal como es… por la fuerza ¡tal es el clásico estilo del ego! Sin embargo, al comprobar que sus métodos fracasan, que su aspecto es horrible y que Bella sabe muy bien lo que quiere, se desespera y acaba comprendiendo que sus métodos son demasiado rudos y violentos, y así decide que debe pulirse si quiere acercarse a Bella.

       A partir de entonces, su relación se va suavizando paulatinamente hasta que se crea una sincera amistad entre ambos. Obsérvese que la transformación de la Bestia es la transformación de la personalidad, del ego inferior, al contactar con la imagen limpia, clara, alegre, generosa y decidida de Bella, del Alma.

       A medida que la Bestia va puliendo sus modales, ¡va transformándose físicamente! Sus garras, sus pezuñas, sus pelos, desaparecen, y su cuerpo grotesco se afina y su rostro se transmuta hasta convertirse en el Príncipe que un día fue, pero con la lección aprendida: aquél defecto es ahora virtud.

       Así puede casarse con Bella, y esta es la fusión del Alma con el ego que sucede en las etapas evolutivas de madurez de la consciencia o de madurez interna: el Alma puede expresarse a través del ego, a través de los pensamientos, de las emociones y de las acciones que realicemos. Carl Jung llamó a esto, la alineación de la personalidad en relación al Alma.

En cada una de nuestras vidas, y de acuerdo al Programa de Alma, al Pacto Sagrado con el que nos hayamos comprometido, y según nuestro Nivel de Evolución, trabajaremos más o menos en alguna de las Siete líneas de Virtudes. ¡Siempre somos un poco  “Bestias”!

El árbol de las virtudes

virtudes

       De hecho, todas las Virtudes tienen su origen en lo que he llamado las Virtudes Raíz. Las Virtudes Raíz son aquellas que alimentan o nutren a todas las demás, y por ello son Virtudes “Madre”. Estas son: el “Amor” –el polo femenino de la vida- y la “Verdad” –su polo masculino-, las cuales, como
consecuencia de su desarrollo y fusión, otorgan la “Libertad”.

       Existen además dos Virtudes que juegan el papel de Tronco del Árbol de la Vida, porque dan fortaleza a nuestra estructura más íntima y espiritual: se trata de la “Compasión” –femenina- y el “Perdón” –masculino-, y que juntas otorgan la “Gracia”, una virtud poco comprendida.

Veamos qué es la “Gracia”:

       La “Gracia” es la exteriorización de la virtud ya realizada en nuestro interior, y lleva a la consciencia a identificarse con el Alma. Por ello, con un “buen tronco”, nuestro árbol de virtudes puede dar frutos de gran calidad.

       Estas cuatro grandes Virtudes –el Amor, la Verdad, la Compasión y el Perdón-, son las que el Maestro Jesús vino a enseñarnos.

Eva Monferrer Sena.

¡Saludos! Mª Ysabel.

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Comentario por Maria Ysabél el febrero 28, 2014 a las 3:58pm

LOS 4 ASPECTOS DEL AMOR, SEGUN EL BUDISMO.

Los 4 aspectos del amor según, según el budismo son:

BONDAD INCONDICIONAL Y BENEVOLENCIA. Capacidad de dar alegría y felicidad a la persona que amas. Aprender a observar a quién amamos porque si no la comprendemos no la podremos amar. La comprensión es la esencia del amor. Dedicar tiempo a estar presente y atento y observar profundamente. A eso se le llama comprensión. 

COMPASIÓN. Deseo y capacidad de aliviar el sufrimiento de otra persona. Para conocer la naturaleza de su sufrimiento y ayudarla a cambiar, también hay que observarla profundamente. Para eso es necesaria la meditación. Meditar es observar a fondo la esencia de las cosas.

ALEGRIA. Si en el amor no hay alegría, no se trata de verdadero amor. Si estamos sufriendo y llorando todo el tiempo o si se hace llorar a la persona que amamos, eso significa que no se trata de un verdadero amor, incluso puede llegar a ser lo opuesto a él. Si en la relación de pareja no hay alegría, seguro que no es un verdadero amor.

ECUANIMIDAD Y LIBERTAD. El verdadero amor hace alcanzar la libertad. Cuando se ama de verdad se le da al otro una absoluta libertad. Si no es así, no se trata de un verdadero amor. El otro debe sentirse libre, no solo por fuera, sino también por dentro.

Comentario por Maria Ysabél el febrero 12, 2014 a las 4:20pm

       ¡Muchas Gracias Guadalupe! Es una satisfacción que te guste y lo hayas disfrutado. 

       Te deseo igualmente, un amoroso San Valentín. ¡Gracias mi Amiga, por tu lectura y molestarte en comentar!

        

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