En la Tierra se producen cada año migraciones masivas que involucran a millones de individuos de las más diversas especies. Una de las escenas más repetidas y televisadas es el paso del río Mara por miles de ñus, acosados casi todos, y muertos algunos, por los cocodrilos que les esperan acechantes.
Otros desplazamientos implican a más de una generación de una especie, como en el caso de las carderas (Vanessa cardui), mariposas que invernan en el sur de Europa o el norte de África y pueden llegar a alcanzar Islandia, o las también conocidas mariposas Monarca que sobrevuelan buena parte del continente norteamericano en su migración.
Precisamente, en estas épocas del año, las marismas del norte de la península ibérica se convierten en las zonas de invernada para bandadas de papamoscas cerrojillos, que pueden volar 3.000 kilómetros sin repostar; ánsares comunes; pardelas baleares, que crían en colonias en acantilados costeros de las islas que les dan nombre, pero mudan sus plumas de vuelo en el Golfo de Bizkaia; o alcatraces atlánticos, por citar solo algunas.
Pardela balear. ©Javier Giménez Martín. www.fotodenaturaleza.comTeorías curiosas sobre dónde pasaban el invierno las aves, ha habido muchas a lo largo de la historia. En la antigüedad se pensaba erróneamente, por ejemplo, que las golondrinas se enterraban en el barro de charcas o lagunas, o se sumergían bajo el agua, ya que en otoño no era raro ver a grupos de ellas echándose al suelo en humedales para posarse en la vegetación.
En el mar, además de las aves, muchas ballenas, como la yubarta de la imagen superior, que pasan los meses de verano en los polos acumulando reservas, paren y amamantan a sus ballenatos en latitudes más cálidas de los océanos Pacífico y Atlántico, después de recorrer miles de kilómetros a lo largo de extensas rutas marinas. Cada migración es una epopeya, un viaje épico digno de las tragedias griegas.
Sin dejar a los animales marinos, recientes investigaciones se han ocupado de la migración, algo más modesta, pero igualmente espectacular, de la conocida como tortuga boba.
Migración y colonización
La tortuga boba (Caretta caretta) realiza migraciones de cientos de kilómetros para llegar a sus zonas de alimentación y vuelve a las playas donde nació para hacer la puesta de huevos. Sin embargo, los nuevos trabajos confirman que no todas las hembras vuelven a nidificar en el lugar donde han nacido, y que la colonización de zonas nuevas es un proceso relativamente frecuente.
Lluis Cardona, del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Barcelona afirma que “La filopatría no es tan perfecta como se pensaba inicialmente: hay ejemplares que no vuelven a la zona de nidificación, y lo que hacen es colonizar nuevas áreas, lo que nos da pistas sobre los mecanismos de colonización de nuevas áreas en respuesta a cambios ambientales”.
Esta especie está amenazada a nivel mundial, pero es la más abundante en el Mediterráneo. Hasta ahora se había pensado que la tortuga boba llegó al Mare Nostrum desde América del Norte y el Caribe después de la última glaciación. Sin embargo, las últimas investigaciones apuntan a que esta especie marina colonizó el que ahora es su santuario, mucho tiempo antes, hace entre 20.000 y 200.000 años.
Hace aproximadamente cinco millones de años, la distribución de la tortuga boba era global en el Atlántico y el Pacífico, hasta que la elevación del istmo de Panamá dividió la población en dos grupos, uno en cada océano. Según Cardona, “El proceso de colonización del Mediterráneo es anterior a lo que se pensaba y tuvo lugar antes de la última glaciación, lo cual quiere decir que las tortugas han sobrevivido, como mínimo, a una fase glacial en el Mediterráneo, buscando refugio en los entornos más cálidos de aquella época: las costas de Libia, Grecia y Turquía”.
En realidad, dicen los investigadores, la tortuga boba colonizó el Mediterráneo, como mínimo, en dos fases diferentes. La primera, hace entre 50.000 y 200.000 años, la llevó a colonizar las zonas más orientales del Mediterráneo, y la segunda, después de la última glaciación, le permitió colonizar el sur de Italia, en concreto, la región de Calabria.
¿Sigue la colonización?
La nidificación de tortugas marinas en las playas del Mediterráneo español se ha considerado históricamente como algo excepcional, sin embargo, parece que la tendencia puede estar cambiando, aunque Cardona advierte que es prematuro achacar los nuevos intentos de nidificación de tortugas bobas a factores relacionados con el cambio climático, como el aumento de la temperatura. Así, el pasado verano fueron detectados cuatro intentos de nidificación de la tortuga boba, cuando hasta 2013, sólo había referencias históricas de 6 nidos.
Tortuga boba (Caretta caretta). Foto: UB-IRBioLa escasez de intentos a lo largo del tiempo no es sorprendente, ya que está relacionada con la temperatura de las playas. Las mediterráneas españolas se han considerado como “frías”, y el sexo de las tortugas está determinado por la temperatura de incubación de los huevos. A menos temperatura, las futuras tortugas serán preferentemente machos, y ya que son las hembras las que vuelven a las playas donde nacieron para desovar, es normal que los nuevos intentos de reproducción sean tan escasos.
Es posible que los descubrimientos de este verano se deban simplemente al cambio de hábitos de uso de los arenales por parte de los seres humanos. Las tortugas tienen por costumbre realizar las puestas de huevos por la noche, y los neonatos también se ayudan de la oscuridad cuando se aventuran a salir de los cascarones. La presencia de personas en la playa a esas horas ayuda en la detección, aunque también pueden convertirse en un factor necesario para su extinción.
Cardona asegura que la mayoría de las especies sólo necesitan algo menos de presión para mantener poblaciones viables y no desaparecer del todo, pero para ello el primer paso es reconocer que están y viven junto a nosotros.
Referencias:
Brian M. Shamblin, Alan B. Bolten, F. Alberto Abreu Grobois, Karen A. Bjorndal, Lluís Cardona, Carlos Carreras, Marcel Clusa, Catalina Monzón Argüello, Campbell J. Nairn, Janne T. Nielsen, Ronel Nel, Luciano S. Soares, Kelly R. Stewart, Sibelle T. Vilaça, Oguz Türkozan, Can Yilmaz, Peter H. Dutton. «Geographic Patterns of Genetic Variation in a Broadly Distributed Marine Vertebrate: New Insights into Loggerhead Turtle Stock Structure from Expanded Mitochondrial DNA Sequences». PLOS ONE, enero de 2014. Doi:10.1371/journal.pone.0085956
Marcel Clusa, Carlos Carreras, Marta Pascual, Stephen J. Gaughran, Susanna Piovano, Cristina Giacoma, Gloria Fernández, Yaniv Levy, Jesús Tomás, Juan Antonio Raga, Fulvio Maffucci, Sandra Hochscheid, Àlex Aguilar, Lluís Cardona. «Fine-scale distribution of juvenile Atlantic and Mediterranean loggerhead turtles (Caretta caretta) in the Mediterranean Sea». Marine Biology, marzo de 2014. Doi: 10.1007/s00227-013-2353
Marcel Clusa, Carlos Carreras, Marta Pascual, Andreas Demetropoulos, Dimitris Margaritoulis, Alan F. Rees, Abdulmaula A. Hamza, Mona Khalil, Monica Aureggi, Yaniv Levy, Ogüz Türkozan, Adolfo Marco, Alex Aguilar, Luis Cardona.«Mitochondrial DNA reveals Pleistocenic colonization of the Mediterranean by loggerhead turtles (Caretta caretta) ». Journal of Experimental Marine Biology and Ecology, enero de 2013. Doi:10.1016/j.jembe.2012.10.011
De Haro, A., Capalleras, X., Budó, J. 2012. CARETTA.CAT Estudi de la viabilitat d’implantació d’una població nidificant de tortuga careta (Caretta caretta) a Catalunya. Treballs de la Societat Catalana d’Herpetología, núm. 6. Barcelona: Societat Catalana d´Herpetologia. 44 pp.
Esta anotación ha sido realizada por Javier San Martín, una colaboración con el Cuaderno de Cultura Científica.
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