Una de las más conocidas novelas del escritor alemán Hermann Hesse, “Demian”, narra el proceso de intensa transformación que vive el joven Emilio Sinclair, personaje central de la obra: nos habla de sus miedos y arraigos, sus crisis, sus turbulentas emociones y su deseo de “volver a nacer” dejando atrás sus ataduras del pasado.
Al inicio del libro encontramos esta frase: “Para nacer hay que destruir un mundo”. Así como el pájaro que nace destruye el huevo, el niño “rompe fuente”, abandona la cálida protección del vientre materno para nacer a la aventura de la vida mundana.
Todo esto se relaciona con la misión fundamental de Escorpio, signo en que el Sol hizo su entrada el 23 de octubre, y en el que estará hasta el 22 de noviembre. Al activarse la energía escorpiana, el ambiente nos dispone para intensos cambios, donde debemos “destruir un mundo” y prepararnos para nacer de nuevo.
La muerte no es el fin, es la transformación o transmutación. En ese proceso de cambio debemos desprendernos de algo que ya no nos sirve, que nos molesta o nos hace peso, debemos permitir la “muerte” de una situación, para dar paso a lo nuevo, para regenerarnos, para vivir nuevas experiencias y evolucionar.
Algo así ocurre en nuestro propio organismo: cada semana mueren células y nacen otras y eso permite que nuestro cuerpo se regenere, y cuando ya el cuerpo cumple su ciclo, la muerte nos permite nacer en otro plano más elevado, porque en realidad “nada muere, todo se transforma”.
En tiempos de Escorpio aprendemos por tanto a soltar los apegos, a aceptar los cambios luego de un período de “crisis”, es tiempo de perdonar, limpiar, soltar, para emprender el nuevo camino ligero de cargas. Plutón, el planeta regente de Escorpio, es el que destruye y nos deja el terreno limpio para que luego podamos construir lo nuevo.
LA FUERZA DEL DESEO
Escorpio es el signo de la evolución, por eso se le asocia a tres animales: la serpiente, que es el estado menos evolucionado y de bajas pasiones; el escorpión o alacrán, que representa un grado un tanto más elevado de evolución, y finalmente el águila, que es cuando finalmente alzamos el vuelo y nos remontamos a las alturas de la espiritualidad, y desarrollamos una poderosa visión interna que nos permite ver la verdad a través de las apariencias.
Escorpio representa la fuerza del deseo que mueve montañas, él nos enseña que nada es imposible si de verdad lo deseamos con intensidad, y también nos enseña a callar, porque cuando de verdad deseamos algo hay que callarlo para resguardar energías que nos permitan tener una mente poderosa para visualizar y concretar lo que de verdad queremos.
Escorpio es la energía sexual que los hindúes llaman “kundalini”, y esa experiencia cuyo punto culminante, el orgasmo, nos remite a una “pequeña muerte”, lleva paradójicamente a crear una nueva vida. Los grandes maestros usan esa energía para alcanzar la iluminación y desarrollar la magia.