[…] El plano espiritual ha sido expresado por todas las religiones de diversas maneras pero siempre como muestra de integración a Dios. La espiritualidad es una cualidad de difícil encasillamiento a través de una definición que, de por sí, la limita y parcializa. […] Digamos que es la sensación inmaterial de “ser” una persona cuya manifestación es el “yo soy”, la sensación de la existencia de un plano abstracto, inmaterial y eterno en el que el hombre puede encontrar la finalidad superior de su vida, y sus metas más elevadas. Es la sensación de un origen y destino divinos y de identidad con ellos. Es la consciencia pura y la mente superior, que existen más allá de la lógica. Es la esencia y el principio generador y movilizador del ser hacia las metas fijadas. Es lo eterno y trascendente, las fuerzas creativas e imperecederas. Es la expresión más elevada y sutil del yo, que indica la finalidad última de la vida de cada individuo y el dominio y control de todas las facultades mediante el uso de la voluntad. El espíritu individual es la porción del Todo inabarcable e indefinible, que a cada ser humano se le ha conferido para que, aun individualizado, se sienta componente de esa totalidad llamada Dios. […]
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Nelson Villegas, La Astrología y el Sol, pg. 78
Editorial Kier, 1992
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