En la última Puerta del Cielo, la entrada del Sol en Capricornio, el 21 de diciembre, es un momento del año especial para pronosticar el clima anual, cosa que se hace desde tiempos muy antiguos, este momento anual coincide con los días en el que las corrientes marinas del Pacifico sur deciden en que dirección moverse, pienso que este año tendremos Niña, pero no estoy seguro, también podría aparecer un niño, como me ocurrió en el desierto de Catamarca.
Centenares de loros rojos y verdes revoloteando en el cielo. Que digo centenares, miles y miles de loros rojos y verdes formando enjambres como los tordos que llegan en otoño a Alicante para quedarse a invernar.
El desierto de Catamarca como fondo del espacio amplio, la serranía de los Nevados del Aconquija en el otro lado, en medio de esa inmensidad, bandadas de loros verdes y rojos, varios eucaliptus y sauces llorones casi centenarios, formando un entorno dominado por enormes cactus. Como contraste y eje del paisaje, un río que desciende de las montañas. Bueno, lo de río es un decir, el río no tiene mas de un metro de ancho y menos de un palmo de profundidad, le llamo río para animarlo, pues a poco de pasar por aquí se lo va a tragar el desierto, más vale que se sienta río, para lo que le queda.....Pero fue un río muy rico, muy fresco, muy refrescante, aunque si he de decir la verdad, lo que fue es el bidet más espectacular, fresquito y agradable de la historia de los bidets.
Mientras Patricia y Charly paseaban por la pedregosa ribera del río, decidí sentarme delante de uno de estos enormes cactus para hacer una acuarelita y reflejarlo en mi cuaderno.
Estaba sentado sobre una piedra dibujando al cactus y a un loro rojo y verde que pasaba por allí revoloteando, cuando de repente, se aparecieron cuatro niñitas que estaban detrás de mi mirando lo que hacía. Fue una sorpresa, nunca imaginé que se me iban a aparecer cuatro niñas al final del desierto, en medio de ninguna parte.
Cuatro niñas ¿y ahora qué? Eran una monada de niñas, entre ellas estaba Jessica, la hija mayor de Alfredo, el baqueano que cría los caballitos aconquianos. Parecía que esperaban algo de mi, era su espectáculo, había llegado D. Tito. Rápidamente organicé lo que mejor se hacer, dar una clase, pensé en organizar una clase de pintura.
Ha habido etapas en mi vida en la que sólo he tenido amigos pintores, repito, sólo pintores, todo el tiempo rodeado de personas que centraban su vida en pintar, todos pintores, incluso mi hermano. Es normal que haya pintado en más de una ocasión, pero no es la pintura lo que más me apasiona, sino la Astrología y no se pueden tener dos amores a la vez. Pero he pintado algo y sobre todo he visto pintar y me han contado muchos trucos de pintor.
Me decía mi amigo Pepo, un gran pintor alicantino ya fallecido, que el pintor es un mentiroso que sabe mentir bien, hace creer que allí hay algo cuando en realidad no hay nada. La buena pintura es la que más engaña, la que hace creer al espectador que allí, en el lienzo o en el papel hay algo atractivo, especial o bello, cuando lo que hay es tela o papel, aceites y pigmentos y nada que valga la pena ni para comer ni para tocar.
Hay muchas formas de mentir pintando o dibujando, lo más espartano que he conocido me lo enseñó mi amigo Lorenzo, otro excelente pintor acuarelista alicantino que también era astrólogo y que falleció prematuramente. - Se me mueren mis amigos pintores, no se que será.- Con Lorenzo nos lanzábamos al monte provistos de una tabla y un papel, nada más. Había que buscar por el suelo del monte pequeños pedazos de leña carbonizada hasta crearnos el material para hacer trazos diferentes. Quedaban dibujos tipo Zen maravillosos. Lástima que no eran perdurables y se perdieron.
Pero fue de Marcel, un Aries de mi edad, amigo de mi amigo y vecino de Sirventa Javier, que está vivo y es un excelente pintor, de quién aprendí la técnica más sencilla, fácil de realizar, sin complicaciones y la más efectista de todas las que he podido ver. Esa técnica consiste en hacer un dibujo con lápiz, luego pasar un trazo con rotulador negro fino, luego borrar el lápiz y finalmente dar un poco de color con acuarelas allí donde convenga, pero sin cubrirlo todo, dejando que el blanco del papel asome.
Esta es la técnica que empleé en mi clase con las niñas. Pero no hay que pensar que era tarea fácil. Primero había que organizar el material y sólo disponía de un pequeño estuche de acuarelas con color amarillo, verde, rojo, azul y sombra, dos pinceles pequeños, dos lápices, una goma de borrar que partí en dos, tres rotuladores y unos folios de papel blanco.
Cada una de las niñas buscó una tablilla donde posar el papel, luego hubo que elegir tema. La cosa era difícil, estábamos bajo unos arbolillos mas bien feitos que hacían sombra en la parte trasera de la choza de Alfredo. Al final vi que se podía usar como tema o motivo un viejísimo sauce llorón que servía al mismo tiempo como parte de un gallinero que a su vez era el cuarto de baño del lugar.
Primero dibujaba una niña y luego otra, se esperaban e iban pasándose el lápiz, luego el rotulador, después la goma y terminaban con los pinceles y los colores, estaban completamente absortas y emocionadas en la tarea de dibujar y pintar, cuando de pronto apareció un niño mucho mas pequeño con cara de máximo interés en intervenir en la tarea artística. -Vamos, que si no interviene, se le queda un trauma de por vida- Más de dos horas duró la experiencia, al final, con una cajas de cartón organicé unos marcos en los que se expusieron los cinco cuadros del "Sauce llorón del Finca del Tesoro". El más bello de todos, para mi fué el dibujo coloreado del niño pequeño.
He vivido en Paris, he visitado museos y salas de arte en toda Europa, incluso en la Europa del Este y la del Sureste. Cuando viajo aprovecho para ver arte, no me pierdo exposición interesante de las que se hacen en Madrid o Barcelona, me chiflan los impresionistas, me emociono al ver cómo son capaces, con unos trazos sencillos o unas manchas bien puestas, de transportarte a una realidad que no existe pero que si existió. Pues bien, la exposición de Arte que hubo en la estantería de al lado de la chimenea de la casa de la Finca del Tesoro, fue de las más emocionantes que he visto en mi vida. Doy fe.
No he podido guardar recuerdo gráfico de esas acuarelas, pero si que pude hacer unas fotografías de las niñas, le pedí la cámara a Chaly y disfruté capturando una imágenes que hablan por si solas. Al final, como siempre tuve que decir: !Charly, hazme una fotito!........
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