Quincucio
El próximo aspecto es el quincuncio, que corresponde a una separación de 150 grados entre dos planetas. Es un aspecto considerado como benéfico, pero menor. Ciertos astrólogos no acaban de ver en él un aspecto benéfico, pero tampoco le atribuyen un decantado maleficio y no les falta razón al dudar, ya que el quincuncio corresponde a la Luna que, por su posición en la columna central, establece un equilibrio, entre el Bien y el Mal. Pero, al constituir ese equilibrio el objetivo humano, ya es de por sí un bien. Ese aspecto corresponde igualmente al mundo cabalístico de formación. La Luna es fecundadora de todos los aspectos, la que convierte las vibraciones planetarias en imágenes interiores que nosotros proyectamos tal cual al mundo exterior. El quincuncio es su puerta de manifestación, de modo que este aspecto desvalorizado en astrología reviste una extrema importancia.
Ahora bien, para gestar un niño son necesarios nueve meses, durante los cuales su imagen se va formando en el seno de la madre. Por lo tanto, no se puede pretender que la imagen que el quincuncio forma en nuestro interior se exteriorice en un momento como por arte de magia. Es por ello, por lo que los efectos del quincuncio no aparecen inmediatamente; por esto, los astrólogos lo subestiman, pero la verdad es que con el quincuncio pronunciamos un veredicto inapelable, puesto que la imagen formada en nuestro interior cuando ese aspecto se produce, se exteriorizará sin que nada pueda ya evitarlo y viviremos en nuestra realidad física los valores que represente esta imagen.
Así, vemos que en el proceso de cristalización de un acto, el trígono nos ofrece circunstancias extremadamente favorables para realizar nuestras ambiciones; pero la sesquicuadratura nos invita después a reflexionar sobre si hacemos bien o mal aceptando aquello que con tanta facilidad nos viene. Estas reflexiones, unidas a las posibilidades del trígono, pasan al quincuncio para establecer el guión definitivo de lo que vamos a vivir. El quincuncio de ida ha de ser portador de fecundidad física, en el sentido más amplio: descendencia, realizaciones materiales de acuerdo con la tónica de los planetas que lo forman. El quincuncio de retorno ha de ser portador de producciones espirituales, de acuerdo también con la naturaleza de los planetas implicados.
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