El pasado 28 de octubre una nave Virgin Galactic no tripulada, con suministros para la estación espacial, explotó a los pocos segundos de su despegue. La nave pertenecía a una empresa privada, subsidiaria de la Nasa y, en esta ocasión, sólo hubo pérdidas materiales y no vidas humanas. Pero este hecho me ha despertado una lógica…