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Algunas reflexiones sobre Capricornio iniciando año

Ⓒ MUSONART


Hace un tiempo, he venido reflexionando algunas cosas sobre este signo en particular… por el cual guardo especial aprecio y atención dada la influencia que ha tenido sobre mi vida, a pesar de no compartir luminaria alguna con él en mi carta natal.

*** Se nos terminó ya el intenso y turbulento año 2016 y le estamos recién dando la bienvenida al 2017, que recién empieza a romper su cascarón. Dios sabe que nos irá a ofrecer esta nueva vuelta al sol, esperemos lo mejor para cada uno.

Capricornio visto desde occidente, es un signo especial. Un signo distinguido que, aunque quisiese, no podría pasar desapercibido. Ya quisiera muchas veces leo abarcar ese halo de admiración que proyecta el macho cabrío de forma natural, sin tener que hacer tanto alardeo de su presencia.

Hay un aspecto rotundo que a capricornio lo enaltece, tan así como su posición en la carta: Si no eres de esencia capricorniana, es posible que hayas pensado que tu signo solar es único y especial por alguna razón y de cierta forma lo es, lo son todos. Sin embargo, piensa lo siguiente: ¿Cuál es el signo al cual le hemos dejado la tarea de cerrar el año y comenzar uno nuevo? Papá capricornio se lleva en nuestra cultura dicho galardón entre los 12 signos del zodiaco. Puedo sumarle otro evento simbólicamente trascendental a nuestra cultura: La navidad cristiana usualmente celebrada una semana antes del cierre de año, se la dejamos también al reinado solar de la cabra acuática (incluso las iglesias ortodoxas que celebran la navidad después de año nuevo, lo hacen bajo el amparo del signo).

El otro aspecto al cual me referiré, va en relación a la especial fascinación que me ha producido el glifo acuñado a la constelación, lo que representaría su simbología, su etimología etc. No lo negaré y ya lo había mencionado anteriormente, la serie anime de Saint Seiya o Caballeros del Zodiaco como es conocida aquí en latino américa despertó en mí, como a miles o millones de infantes noventeros, ese gustillo especial por Grecia, su cultura, el mito y los signos zodiacales (lamentablemente en mi caso ningún profe de historia lo hubiese podido hacer mejor :3).

Es interesante el comenzar a indagar sobre esto y encontrarse con un origen nebuloso e indescifrable para el cual, desde tiempos babilónicos de donde se le atribuye procedencia, todavía no existe un claro consenso. Capricornio, viene del latín ‘capri' 'cornus’, cabra o chivo cornudo. Pero lo curioso de este chivo es que viene representado desde su origen, no por un ejemplar mamífero de 4 patas, sino que por una particular creatura híbrida mitad chivo, mitad pez (o sirena).

¿Cuál es su procedencia? Si nos fijamos en la constelación, a quien los antiguos le hayan designado la responsabilidad del nombramiento, debió de ser alguien con imaginación privilegiada o alguien literalmente sumido en un ‘viaje’ al momento de intentar darle cierto sentido a la agrupación de astros que veía, no hay otra explicación. Fuera de esto, la procedencia del mito relacionado al signo también siembra dudas. Regularmente se le atribuye al relato de Aegipan, junto al de la cabra Amaltea a quien Zeus tras romperse ésta un cuerno, el dios la eleva hacia el firmamento convirtiéndola en la constelación de capricornio, a modo de agradecimiento por el cuidado ‘materno’ que ungió sobre él.

Todo bien ahí, ya que dicho relato griego le hace justicia al significado etimológico de la constelación. Pero, sucede que, al momento de observar a Pan o a Amaltea, nos encontramos con un elemento clave omitido: ¿Qué hacemos con la mitad acuática de la criatura que representa al signo? Ante dicha interrogante es necesario remitirnos hacia otro mito, al de Pricus.

Este último mito es para mí, sin duda, el más interesante de los tres mayormente aludidos, ya que no solo refiere con mayor coherencia el origen del glifo en sí, sino que además el relato caracteriza de manera sublime e inconsciente, lo que puede representar el arquetipo del signo en cuestión. 

A modo de síntesis, la criatura es concebida por Chronos como inmortal y con el extraño don, propio del mismo dios, de manejar a destajo la temporalidad. Posee muchos descendientes, quienes tienen la cualidad humana de pensar y hablar. Sucede que los hijos de Pricus van adquiriendo como tendencia natural la necesidad de alejarse de los cauces y de las profundidades reinadas por su padre, teniendo como norte alcanzar las orillas de las costas donde yace el sol. Aquello produce en ellos el desprendimiento de la parte acuática, dejándolos fisiológicamente equipados para moverse en tierra, lo que trae como consecuencia el alejamiento definitivo de los hijos ante la figura paterna en pos de buscar el propio rumbo. 

Ante tal evento el padre intenta incansablemente utilizar el tiempo a su favor, haciéndolo retroceder cada vez que los hijos se alejan de sus dominios, para así devolverlos al estado primigenio acuoso junto a él. En el andar Pricus se da cuenta que, no importando cuantas veces realiza la reversa temporal, el proceso inevitable de abandono filial sucede.

En la impotencia de verse en des-control frente al destino vinculado a sus hijos, Pricus decide renunciar a su inmortalidad por desdicha de verse inevitablemente solo. Le solicita a Chronos que le otorgue el consuelo de renunciar a su inmortalidad y morir, a lo cual el dios responde con la gracia de elevarlo hacia el firmamento, formando la constelación que conocemos y pudiendo así velar por su descendencia desde los cielos, por toda la eternidad.

Este mito de la cabra acuática inmortal refleja el arquetipo del signo en distintos flancos: en su vínculo con el dios del tiempo al ser creación del propio; en la inexorable marcha de la descendencia hacia la búsqueda del sol alejada de la zona de confort en la que el padre quería preservar su descendencia (agua); en la lucha del mismo Pricus sobre la temática de apego y el control que ejerció frente a sus hijos; en la actitud de éstos, sobre no hacer caso a las multiples advertencias y maniobras del padre por impedir la ‘evolución’ individual de cada uno y finalmente, en el actuar obstinado e individualista que representan los hijos, sacrificando el vínculo paternal que los mantiene en un estado híbrido, en pos de la búsqueda personal hacia aquel norte que desea cada uno alcanzar.


Esperando que el sol de la cabra haya velado por todos un buen cierre y comienzo de ciclo en este nuevo año, mis sinceros deseos de un próspero 2017 para todos.

Desde: El Tesoro Del Cielo

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