La velocidad orbital a partir de Júpiter disminuye fuertemente y entonces el paso del astro sobre un signo ya marca una tendencia de unos doce meses dentro de un mismo signo. Perteneciente a Sagitario, aquí este factor no está a gusto y disminuye sensiblemente su capacidad tanto de entusiasmo como la sensación que al final todo va a salir bien. Esta "ingenuidad" jupiteriana no tiene cabida en la sede de Mercurio que vuelve una y otra vez a tratar de hacerle razonar al factor sobre sus actos y el resultado que esto va a tener. Es entonces el hechicero que confía finalmente en la divina providencia, encerrado en el uniforme de cocinero, tratando de seguir una receta en la que no cree. El apoyo de la sede de Venus desde Libra y de Urano desde Acuario, no son suficientes porque para ser Dios según Júpiter hay que creérselo, no razonarlo.
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