LAS ESTRELLAS FIJAS Y EL DESTINO

[Adela Ferrer]

Estos días hemos asistido a la noticia de que se ha desvelado el enigma de los geoglifos de Paracas, en Perú: su función era la de marcar exactamente el momento de los solsticios, es decir, una función religioso-calendárica.  

En su “Calendario Meterognómico”, y al respecto de la gran importancia de las estrellas en la organización de las medidas del tiempo y los calendarios, José Luis Pascual Blázquez afirma que:

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“... ya desde el Paleolítico los seres humanos encontraron un sistema de orientación no sólo en el espacio, sino también en el tiempo: Consiste en observar al anochecer las primeras estrellas visibles en el horizonte, o las últimas antes del amanecer: Por el Este salen unas y por el Oeste se ponen otras, pero como toda la esfera celeste gira aproximadamente un grado por día, todas van desfilando a lo largo de un año solar completo y, pasado éste, el ciclo se repite.

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Tomando las estrellas de las constelaciones del Zodíaco y algunas más que por su brillo sean notables en el cielo, constituyen una excelente referencia para orientarse no sólo geográficamente, sino en el tiempo, en el ciclo anual: ya que en cada fecha concreta siempre salen las mismas y se ponen las mismas: por la observación de las estrellas en el horizonte se puede saber si se avecina la época de calor o la de las lluvias, etcétera.”

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Así, al igual que en el Egipto faraónico, el orto helíaco de Sirio señalaba la inundación en el Nilo, desde la Astrología más remota se tenían en cuenta las estrellas cuyo orto u ocaso helíaco se había comprobado que podía “traer” lluvias abundantes, de tal modo que aquellas estrellas que no frustraban las esperanzas de lluvias eran consideradas “hembras, capaces de parir”; mientras que las que su salida o puesta no solía coincidir con temporada lluviosa, fueron consideradas “machos, incapaces de parir” y “estrellas inútiles”.

Lo que nos da una pista acerca del cómo y el por qué las estrellas llegaron a poseer, en la Astrología tradicional, una “naturaleza” similar a la que resultaría de la combinación de las naturalezas esenciales de una pareja de planetas. Así como los motivos que se esconden tras la asignación de ciertas cualidades (humedad, sequedad, templanza) a las Moradas lunares -que, como ya vimos, sus límites se circunscriben a ciertos grupos de estrellas-.

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Las estrellas más importantes de todas son las “bebenias” -así las llama Ben Ragel en el Libro Conplido de los Iudizios de las estrellas- son aquellas que, por su magnitud, pueden observarse a simple vista al anochecer, cuando aún no ha oscurecido totalmente; un observador poco avezado puede llegar a confundirlas con planetas cuando aparecen por el horizonte.

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Según Américo Ayala, colaborador en la Enciclopedia de la ETS, bebenias procede del persa “biyabani”, que significa “estrellas del desierto”, y designaba aquellas estrellas de primera y segunda magnitud que eran indispensables para orientarse en las travesías por el desierto.

Estas estrellas mayores eran también llamadas “estrellas de gloria”.

Estos astros, que han servido a la humanidad, entre otras cosas, para orientarse en la noche, eran de capital importancia en la antigüedad y mantuvieron su valor como mojones celestes para los navegantes de todo tipo, incluyendo a los navegantes del desierto, y a todos aquellos que tenían que orientarse en los inmensos espacios abiertos o en medio de la oscuridad de los mares. En los antiguos mapas celestes se destacan claramente estas estrellas, siendo la rojiza estrella Aldebarán una de la más importante para estas gentes como también lo era para los Incas.

Este tipo de estrellas también tienen una utilidad especial para saber si una persona tiene “buena estrella” o una estrella con una calidad de bebenia o de estrella que influye en la vida de los seres humanos.”

La astrología natalicia tradicional concede una gran importancia a estas estrellas. Como es lógico, son estrellas muy brillantes, de primera magnitud -o como mucho, de segunda magnitud-.

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Ben Ragel, en el tomo IV del Libro de los Iudizios de las estrellas, dice:

“ ... Debes saber que la estrellas bebenias elevan hasta un alto grado y notable dignidad, y cambian lo bajo en elevado.”

“Cuando queramos saber sobre la dignidad y el señorío que alcanzará el nativo debemos comenzar, en primer lugar, por observar las estrellas bebenias: si hallamos alguna de ellas en el grado del Ascendente o en la cúspide de la casa X, o en el grado de la VII casa, el grado de la IV (el mejor lugar de todos estos es el grado del Ascendente, después el de la X, luego la VII y a continuación la IV).

O si en nacimientos diurnos el grado del Sol coincide con alguna de ellas o en nacimientos nocturnos el grado de la Luna coincide con una de ellas

Cuando coincidan estas estrellas antedichas en dos lugares, o en tres, o en más, siempre que el nativo sea de linaje real, es indicativo de que será un rey importante.

[Casualmente, la primera hija del actual príncipe de Asturias, la infanta doña Leonor, nació con el Ascendente a 29º de Leo, en conjunción con Régulus, lo que para un astrólogo medieval hubiera sido un importante indicativo para afirmar que la niña reinaría y que su reinado sería, históricamente, destacado].

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Si no es de estirpe de reyes, será importante y tendrá poder, representará al poder y al rey, alcanzará gran nobleza y prestigio notable, mandará villas, ciudades y gente, y pesará su mandato sobre ellos para bien y para mal, especialmente si él tuviera el cáracter de los hombres importantes, o si su procedencia viene de hombres que antes estuvieron en esos cargos. “

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[Roberto Hidalgo]

Extremadamente bueno e interesante. Esperaremos los artículos. Este tema es bastante difícil para conversarlo en una consulta.