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Ha llegado el momento de sumergirnos en lo más profundo de nuestra psique, de bucear en las aguas abisales e insondables del alma, de responder al llamado de la fuente divina, de la madre cósmica, el momento de danzar sobre la Luna llena en Piscis.
Este signo representa la totalidad, lo trascendente, lo increado, aquello que está más allá de las formas, la esencia eterna de la cual todo procede, a la cual todo retornará y en la cual todo es contenido.
La Luna llena en Piscis tiene, por tanto, una connotación muy especial, pues es una invitación a conectar con la matriz cósmica, a entregarnos a sus brazos invisibles que nos transportarán al infinito. Representa un retorno a la inocencia, que sólo puede ser experimentada a través de la comunión con la totalidad de la creación y del amor incondicional hacia esta.
Piscis es el signo de la disolución del ego, de la renuncia, toda vez que reconocemos que este no es más que una ilusión.
El ego tiene miles de caras, tantas como condicionamientos y creencias hemos adquirido a través de nuestra experiencia vital. Piscis es el signo donde este puede acabar siendo inundado por algo más grande y trascendente ante lo cual acaba por rendirse, venciendo todas las resistencias, ahogando cualquier resquicio de vanidad, de orgullo, de ansia, de desafío.
La luz de la conciencia se revela entonces como es, infinita, eterna, iluminándolo todo.
Esta es capaz de mostrarse de múltiples formas, de vestirse de diferentes ropajes, caretas o velos; cada una creerá ser algo separado, diferente del resto, en esto se fundamenta el juego del ego, en la ilusión de la dualidad.
Sin embargo, la conciencia es una sola, cuando se ha realizado, cuando se ha despojado de los múltiples velos o caretas, se experimenta la unidad, la totalidad del Ser.
Cuando el sol brilla en el día, nos da la sensación de ser lo más poderoso y brillante, pero cuando cae la noche podemos percatarnos de que existen miles de soles y que todos están sumergidos en esa vasta obscuridad que todo lo envuelve y en la que todo flota, en esa matriz caótica, donde la vida surge y se dispone siguiendo un patrón ordenado, una geometría sagrada que, no obstante, no sería posible si ese caos aparente no la hubiese engendrado y no estuviese nutriéndola.
La vida como manifestación es sustentada y sostenida por la madre cósmica, por la Shakti y el padre cósmico, Shiva.
Hacer conciencia de estas energías, que todo lo llenan, es fundamental. Experimentarlas plenamente nos conducirá a la totalidad, lo increado, el vacío, Brahma, el océano informe.
Sólo cuando lleno el vacío soy consciente de que este vacío existe y de lo pleno que está.
Piscis es un signo dual, contradictorio, está representado por dos peces que nadan en diferentes direcciones, uno, aguas arriba, buscando el reino superior, donde brilla la luz solar, otro, aguas abajo, hacia el reino de la oscuridad abisal. En ambos encontrará algo de sí, pero mientras estos peces no consigan ser reunidos, no podrán experimentar la plenitud.
En este sentido, Shakti y Shiva, femenino y masculino, han de girar para mirarse a los ojos y fundirse en el océano de Brahma.
Este el objetivo de la meditación y es lo que nos propone el signo de Piscis, la fusión de nuestras energías masculinas y femeninas en la totalidad del Ser, haciendo desaparecer la ilusión de la dualidad, a través de la disolución del ego.
No obstante, aún en la práctica espiritual, podemos encontrarnos cara a cara con el ego.
Si sumerges un león en el mar y sigue sintiéndose león, creyendo que esa piel, esa melena y esas garras lo definen, veremos como el ego intenta nadar en las aguas de lo informe y seguir blandiendo su estandarte, esto sería un ego espiritualizado, que es el típico ego pisciano.
No obstante, si el león olvida ser un león y recuerda que el agua y él son una misma cosa, entonces trascenderá la ilusión que lo separa de todo cuanto existe en ese mar, entonces experimentará la luz de la conciencia, la conciencia de la totalidad, que corresponde al signo de piscis.
La Luna, al representar el alma, la emoción, nos propone, en el signo de Piscis, una disolución de las emociones y esto sólo se logra a través de una trascendencia de las mismas, sumergiéndolas en las aguas del amor incondicional.
Esto no siempre es tarea fácil, pues algunas emociones son más densas que otras y la inercia de experimentarlas como algo real, nos llevará aferrarnos a estas.
Cuando las emociones son elevadas, sutiles, la tendencia natural será acercarnos al resto de la creación, unificarnos, conduciéndonos a experimentar la totalidad a través de estas, pero cuando son emociones densas, como el miedo, la ira, la tristeza, tienden a separarnos, a aislarnos.
Para trascender esa especie de estados emocionales es preciso desarrollar las cualidades más hermosas de este signo, el amor incondicional, el perdón y la renuncia.
Esto es fundamental si no queremos quedarnos aferrados al papel de la víctima y apegados al sufrimiento. De lo contrario, nos encontraremos atrapados en una especie de cárcel emocional que nos separa, lejos de unirnos a ese todo del cual formamos parte.
No se trata de dejar de sentir, las emociones están para ser sentidas, experimentadas y no hacerlo nos deshumanizaría, sin embargo, si nos quedamos aferrados a ellas, si no hacemos plena conciencia de que son fluctuantes, pasajeras y que están insertas en ese engañoso juego de la dualidad, pueden sumirnos en el sufrimiento, la depresión, el desánimo, la locura, etc.
Piscis es el signo más sensible de todos y es natural que se empape por completo de las emociones, que las sienta plenamente. Sentir nos permite experimentar nuestra humanidad y eso está bien, en tanto en cuanto, sirve para reconocernos como creación y saborear el juego divino que nosotros mismos como co-creadores formulamos, pero quedarnos aferrados a esa experiencia ilusoria, puede, por ejemplo, mantenernos hundidos en la pozo sin fondo de una depresión, en el vacío paralizante del pánico o en un falso nirvana de felicidad ilusoria.
Experimentar la emoción, sentirla, sanarla y sublimarla, nos permite reconocernos como seres divinos viviendo una experiencia humana, conscientes de que todo esto es un juego creativo.
Y tan es así que las mismas emociones pueden convertirse en creación.
Piscis es médium, su esencia oceánica lo convierte en canal de la creación, por ello, es el signo del arte inspirado, de expresiones tales como la música, la danza, la poesía.
La Luna en este signo puede encontrar a través de arte la manera de canalizar sus emociones y, de esta manera, sublimarlas.
La Luna en Piscis puede entonces llevarnos a lo más profundo de nuestro mundo emocional, para mostrarnos nuestro dolor, miedos, vacíos, o bien, a lo más elevado de este para experimentar nuestra magia, nuestra luz; puede sumergirnos en aguas turbias y confusas para experimentar nuestra locura o en aguas claras y cristalinas en las que podemos percibirlo todo tal cual es.
Nos brindará, en todo caso, una excelente oportunidad para crear desde las emociones y/o meditar en ellas para observarlas y reconocerlas como lo que son, una ilusión, permitiendo que fluyan y se disuelvan, fundiéndonos, de esta manera, en la totalidad del Ser, en el amor incondicional que trasciende toda emoción.
Pero una Luna en Piscis no sólo es hipersensible a su propio mundo emocional, sino que es una Luna empática y, por lo tanto, susceptible de impregnarse de las emociones de otros, ello la vuelve, por un lado, más vulnerable que el resto de las lunas, pues puede enganchar fácilmente con los estados emocionales de los demás y esto puede ser bastante incómodo, sobre todo cuando no se ha desarrollado la suficiente inteligencia emocional para gestionar esa capacidad y el discernimiento que nos permita distinguir entre nuestras emociones y las de los demás, para no ser una especie de camaleón que toma el color de aquello que toca.
Por otra parte, esta cualidad, la capacita para desarrollar la comprensión y la compasión hacia los demás, pues al percibir sus emociones como propias puede, fácilmente, ponerse en la piel de estos y detectar cuando necesitan apoyo y protección.
Por ello, la Luna en Piscis representa a la madre cósmica, capaz de arropar con su luz amorosa e incondicional a todos los seres de la creación y, especialmente, a aquellos que más la necesitan.
Sólo ella es capaz de mirar con igual amor a la víctima y al verdugo, a quien es robado y al ladrón, al preso y al carcelero, pues reconoce que los vacíos de cada uno son fruto de su ignorancia y conoce la ley oculta que está tras todo acontecimiento, que todo efecto proviene de una causa anterior, por ello no juzga y siempre acudirá, en su amor, al que necesita ser socorrido ante cualquier sufrimiento y adversidad.
Ella es la madre de la gran compasión y este es el momento del año en que se hace visible ante nosotros, como reina celeste, iluminada por el Sol en Virgo, el signo de la Virgen, de la madre terrena, la madre crística, el vehículo a través del cual el Cristo o avatar de la energía divina solar fue manifestado en el plano terreno.
Esto no tiene porque entenderse en el contexto exclusivo y excluyente de una religión en particular, hay que comprender que hay una resonancia entre los fenómenos macrocósmicos y microcósmicos, que, tal como es arriba, es abajo, y que los arquetipos o energías a través de los cuales la creación se expresa se manifiestan tanto en el cielo como en la tierra.
Si bien como seres humanos somos entidades microcósmicas, una manifestación de todas esas energías, que son esas mismas que podemos desplegar para su estudio en nuestro mapa natal, hay algunos seres realizados que han venido a través de los tiempos a encarnar con particular énfasis y un alto nivel de realización algunas energías particulares.
Este es el caso, por ejemplo, del Cristo, o logos solar, que se ha manifestado en varias ocasiones a través de la historia de la humanidad, en el entorno de diferentes lugares y culturas, los cuales lo han nombrado de diferentes maneras, siendo un mismo principio, manifestado, sin embargo, según correspondía a su época y a la forma en que la enseñanza había de ser transmitida.
Podemos nombrar, por ejemplo, a Inti, a Yeshúa, Krishna, Ra, todos ellos han representado este principio divino.
El eje Virgo – Piscis es, por ello, muy importante, pues representa por un lado, a la madre terrena a través de la cual el logos solar se manifiesta y, por otro, a la madre divina o cósmica, la matriz universal, la fuente de la cual este proviene y donde ha de volver.
Esta es una Luna llena, por tanto, muy especial.
El Sol está en el signo de Virgo, donde se encuentra irradiando luz desde la pureza y perfecto orden terrenal de este signo, el signo que mejor podría definir la geometría sagrada, la perfección de las formas como manifestación terrena de lo divino, a la sublime y compasiva Luna pisciana, que refleja su luz desde las aguas informes y caóticas de la matriz universal.
De alguna forma, podría decirse que la madre cósmica recibe y refleja la luz de ese hijo que ha sido dado a la tierra, a través de la matriz humana, para perfeccionarse y perfeccionar a otros y que, algún día, ha de volver a esa fuente primordial.
La Luna en Piscis, ciertamente, puede hacernos experimentar esa especie de nostalgia de la fuente y la necesidad de comunión con ella.
Es momento especial para meditar, para reconectar con esa madre divina y disolver en ella todas las aristas del ego, hasta que la perfecta luz de la conciencia sea revelada.
Es momento también de pulir nuestras potencialidades y talentos creativos y permitir que nuestra alma sintonice con aquello que flota en los mundos sutiles y que busca un canal de manifestación, si nos permitimos sentir esa inspiración de la Luna pisciana y conseguimos integrarla con la perfección creativa del Sol en Virgo, seguramente podremos manifestar algo mágico, especial.
Es muy posible, por otra parte, que nos encontremos más sensibles de lo normal, con las emociones a flor de piel, susceptibles y, por tanto, nos sintamos algo vulnerables, estaremos, sobre todo, más sensibles a la crítica, pero es importante reconocer en esta el germen de nuestro perfeccionamiento.
Quizá deseemos refugiarnos en casa y estar solos o puede que nos sintamos tan abrumados con nuestras emociones que experimentemos la necesidad de evadirnos de alguna manera y esto puede a veces escaparse de las manos, por tanto una sana dosis de prudencia podría sentar la diferencia entre encontrarnos mal y acabar encontrándonos peor, en un fallido intento de huir de nuestras emociones. Durante esta Luna llena hay que tener especial cuidado con el alcohol y las drogas.
Esta Luna llena en Piscis vendrá acompañada de una conjunción a Neptuno, lo cual potenciará todas las cualidades y defectos de este planeta que, en Piscis, se encuentra en su signo de regencia. El que lo vivamos de la forma más sublime, inspirada y mágica o caótica y nebulosa, dependerá de nuestro grado de conciencia, de nuestra actitud y de cómo canalicemos estas energías.
Podemos, por ejemplo, entregarnos al arte, ir a bailar, disfrutar de la poesía, relajarnos en casa escuchando la música que nos resuene o viendo alguna peli que nos parezca interesante, ir a la playa y meditar con la luna llena, recrearnos en la perfección de cada piedra de la playa y en la inmensidad del mar o simplemente permitirnos navegar en nuestra imaginación y en nuestros sueños.
O podemos pillar una borrachera, sintiéndonos víctimas de la vida y acabar con un bajón anímico mientras alguien más nos rescata con aire de padre protector y nos dice: “te lo dije”.
La decisión está, en todo caso, en nuestras manos.
La conjunción Luna/Neptuno en Piscis, potencia las capacidades psíquicas, la intuición, la percepción extrasensorial y la imaginación; de alguna forma, podría decirse que activa los chakras superiores, el canal de conexión con lo superior, lo trascendente está más abierto, así que estaremos más sensibles a los mundos sutiles y también más inspirados.
Contaremos además, junto al Sol, de la presencia de Júpiter, quien acompañará al astro rey en la oposición a la conjunción Luna/Neptuno.
Esto es favorable, entre otras cosas, para las prácticas religiosas orientadas a un perfeccionamiento en aras de experimentar una reconexión espiritual y desarrollar la compasión, por ejemplo, para tomar los votos de bodhisattva, o practicar el servicio renunciante.
Para todos aquellos que son o aspiran a ser practicantes espirituales, es también es una Luna muy propicia para tomar refugio, para experimentar la devoción a través del servicio al Gurú o realizar alguna otra práctica de Bhakti Yoga.
También es favorable para el perfeccionamiento filosófico y para recibir la transmisión de enseñanzas, así como para prácticas de meditación.
Esta oposición nos puede mostrar la luz del perfecto Gurú, que no es más que una manifestación de nuestra propia perfección, y nos sentiremos plenamente receptivos a esta, permitiéndonos experimentar como ese vacío insondable del alma es llenado, clarificado.
También es un aspecto favorable para los estudios superiores, pues estaremos más receptivos a la sabiduría y conocimientos abstractos que se nos trasmitan, y los profesores se expresarán con detalle y precisión, dando espacio al discernimiento, aún así con esta Luna pisciana se corre el riesgo que se nos olvide o distorsionemos la enseñanza transmitida, por ello hemos de estar entregados por completo a ese saber, plenamente receptivos y evitar distraernos, para asimilar la esencia de lo que se nos quiere enseñar.
La cuadratura entre Saturno en Escorpio y Júpiter en Virgo, puede también exigirnos un poco más de esfuerzo y disciplina, así como una transformación estructural, para rendir más en los estudios y la enseñanza, al igual que para optimizar y perfeccionar cualquier proyecto.
Esto podría conducirnos al agotamiento, si no organizamos bien nuestra agenda.
Sentiremos además los profundos vacíos de ese mundo interior que necesita ser llenado y buscaremos en los estudios, la filosofía, la religión los medios para ello, no obstante, puede que nos sintamos insatisfechos.
Es una ardua tarea la del perfeccionamiento y las necesidades o carencias a veces pueden ser insondables, esto puede resultar algo frustrante, pero a la vez nos planteará el reto de transformarnos, para dar lo mejor de nosotros mismos y colmar un poco más esas inquietudes interiores.
En este sentido, es importante comprender que ese vacío es ilusorio, que nuestra sensación de ignorancia no es más que una proyección externa de nuestra sabiduría, si aceptamos el reto de integrar todo el contenido de nuestra sombra, toda su luz y obscuridad, experimentaremos cuan lleno está ese vacío.
Contaremos también con un sextil entre Saturno a finales de Escorpio y Lilith a principios del signo de Libra, la cual se encontrará en conjunción a Mercurio, esto puede llevarnos a estar algo más resistentes a cualquier tipo de juzgamiento o ley que consideremos cruel, pues nuestra mente racional cuestionará cualquier injusticia y se rebelará ante cualquiera que no considere a los demás como iguales y que pretenda aplastarles, haciéndonos que nos mostremos contestatarios al respecto y defendamos, sobre todo, la libertad de expresión, tan limitada en estos tiempos por leyes dictatoriales.
La Luna en Piscis es la Luna de la compasión, así que todo lo anterior hará que durante esta lunación se manifieste una mayor preocupación por los más necesitados y desfavorecidos se haga algún tipo de presión para mejorar la calidad de vida de estos, en especial de los inmigrantes, pues al estar Júpiter en conjunción al Sol en Virgo, seguramente se reformarán algunas leyes para que estos puedan acceder a los servicios de salud y mejorar sus condiciones laborales.
Esta Luna también nos volverá más sensibles, receptivos y comprensivos con el entorno familiar, aunque también puede que lleguemos a sentirnos incomprendidos por la familia, tal vez por alguna diferencia de criterio en cuanto a algún tema político, religioso, filosófico o vocacional.
Siempre el amor incondicional será la mejor medicina al respecto. Tal vez ha llegado el momento de planificar una excursión con la familia en la playa o esas vacaciones a algún lugar de ensueño o ese retiro espiritual que nuestra alma pide ansiosamente.
Como aspectos colaterales a esta Luna, además del sextil Saturno Lilith y la conjunción Lilith Mercurio, lo cual nos hará estar más sugestivos en la comunicación con la pareja y hacer ciertas insinuaciones a las que sea difícil resistirse, tendremos un trígono entre Urano en Aries y la conjunción entre Marte y Venus retrógrado en Leo, esto puede llevarnos, entre otras cosas a compartir momentos intensos con la pareja y los amigos, disfrutando de la camaradería y de el impulso que las amistades dan a la relación. Es posible que celebremos algo juntos y que les hagamos partícipes.
También es frecuente con Venus retrógrado experimentar reencuentros amorosos con personas del pasado, así como reconciliaciones. Al encontrarse en conjunción con Marte y en signo de Leo, estas reconexiones amorosas serán bastante intensas y apasionadas, habrá mucho fuego y el juego sexual predominará para encender de nuevo la chispa que se había perdido.
El trígono que establece esta conjunción con Urano en Aries puede indicarnos que estos reencuentros se producirán inicialmente a través de internet o gracias a la intervención de algún amigo o grupo de amigos o a través de alguna actividad colectiva, donde se den cita muchas personas, por ejemplo, una manifestación.
Venus retrógrado nos ofrece también la oportunidad de replantearnos la relación de pareja, de indagar en nuestro interior en busca de nuestras verdaderas motivaciones al respecto.
En encontrarse en el signo de Leo, no obstante, puede tender a los celos, la posesividad y quizá algunos puedan sentir que han de defender su relación de terceras personas que rondan y que pueden erigirse en una especie de rivales.
Esto puede llevarnos a alguna discusión acalorada que seguramente acabaremos resolviendo con una buena dosis de pasión y demostrando a nuestra pareja cuánto le amamos, reavivando la llama si se encontraba algo menguada y reforzando nuestro compromiso, mostrándole que estamos ahí para compartir nuestra presencia y disfrutar del lazo que compartimos.
La Luna en Piscis es amor incondicional, así que este es el mejor amor que podemos ofrecer a cualquiera, pero es posible que nuestra pareja requiera ese punto resaltante que haga la diferencia entre un insondable cariño y un apasionado amor de pareja.
Sobre todo, no hemos de olvidar, con esta Luna llena en Piscis, que ante cualquier acción que podamos sentir como ofensiva o injusta, estar abierto al diálogo y mantener el alma abierta y receptiva, puede permitirnos perdonar y sanar aquello que sentimos ha sido herido, más cuando la otra persona esté dispuesta a compensar o reparar, si ello es posible.
A veces, mostrarnos vulnerables, es señal de que somos capaces de abrir nuestra alma y confiar en que el otro nos ama más allá de nuestros errores o que nosotros podemos amar más allá de sus errores, si hay verdadero amor, esto impulsará el ánimo de perfeccionamiento, sin embargo este no ha de ser el objetivo, el amor incondicional es renunciante y el perdón, al fin y al cabo, es una liberación para la propia alma tanto o más que para la del otro.
Esta es una Luna entonces para amar más de lo que pensamos que podríamos llegar a amar, así como para reforzar nuestra práctica espiritual, disfrutar de la sublime belleza que late invisible en nuestro interior y fundirnos en la reconfortante matriz de la madre divina, ya sea a través de la música, la danza o la meditación.
Una luna también para inspirarnos, soñar e imaginar, una luna mágica para aquellos que sepan seguir las corrientes submarinas que conducen a la plenitud del alma.
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Link al artículo en Campus Astrología: http://www.campus-astrologia.es/luna-llena-en-piscis-2015/
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