Alguna vez te has preguntado: ¿De dónde vengo?, ¿que vine a hacer en este mundo?.
Alguna
vez te has sentido extraño en el mundo en que vives y sientes que lo
que ocurre a tu alrededor parece irreal?, como si supieras que estás
soñando y en cualquier momento vas a despertar?.
Nacemos con el anhelo natural de sentir que pertenecemos a una familia, a un país, a un grupo, a un "alguien".
En
cada oportunidad, cuando nos sentimos solos, se genera un vacío, que
generalmente queremos evitar, lo llamamos nostalgia... y entonces
comenzamos a tratar de encontrar a aquellas personas que creemos pueden
llenar esa falta: familia, amigos, novios, esposos, amantes, etc., y
resulta que cuando nos acercamos a ellos terminamos teniendo al final:
el mismo vacío. Es decir, nos damos cuenta de que en realidad no son
ellos a quienes buscamos.
¿Qué estamos buscando en realidad?, ¿Qué nos falta?
Tenemos
anhelos de un pasado,... de un pasado que no recordamos totalmente,
pero del cual sentimos algunos vestigios. Recuerdos solapados de una
vida distinta, donde la comunicación se realizaba a través del amor:
esa conexión universal que está presente en cada espacio de la vida y
que nos hace saber que todo está relacionado y conectado con todo...que
nada está separado y funciona en la más perfecta resonancia, aunque
nuestros sentidos externos no puedan percibirlo.
Venimos de un
pasado donde pertenecemos a una gran familia, donde todos somos
hermanos, donde renacemos a través de nosotros mismos con la única
finalidad de evolucionar en experiencia para complementar la tarea de
la Gran Sabiduría Universal de la cual provenimos.
Somos esa
Gran Sabiduría Universal teniendo una experiencia individual. Somos una
Gran Consciencia que se individualizó para aprender a recorrer a pie,
su propio sendero. Una Gran Consciencia en apariencia dividida en
muchas conciencias, intentando reencontrarse y teniendo el obstáculo de
creerse…, de pensarse diferentes.
De creer...solo de creer, allí
está la clave, el creer. Cuando se deja de creer interpretando, para
comenzar a abrirse a la observación, la real y continuada observación,
sin juzgar, sin análisis, sin expectativas, se encuentra una nueva
creencia, distinta a la anterior, una creencia de aquel que es
observador y entiende cómo pasan las cosas, entendiendo la conexión
entre todo, comprendiendo que no existen situaciones separadas, pues
son el producto de una sola consciencia, de una sola entidad.
No
estamos separados, jamás lo hemos estado, ni lo estaremos. Esa es mi
nostalgia, tu nostalgia, nuestra nostalgia… mi dulce nostalgia..., el
pensar que estamos separados, cuando en el fondo sabemos que todos nos
pertenecemos los unos a los otros como una gran familia. Nuestras
personalidades (egos), que nos sirven para ser individuales y cumplir
con nuestra tarea evolutiva, a la vez son el obstáculo para
reencontrarnos. Está en nosotros el discernir cuando esa personalidad
nos sirve y en qué momento debe diluirse para aprender a vernos en
nuestra real dimensión: La Gran Sabiduría Universal.
Todos somos
una pieza importante de ese omnipresente ser y el trabajo es simple:
despertar para poder ver más allá de nuestra personalidad, la conexión
de AMOR que delicadamente nos une. Aprender a amarte es aprender a
reconocer la imperceptible línea que nos conecta, al aceptar y amar lo
que eres, entras en la capacidad de comprender lo que es igual en
todos. Somos múltiples y a la vez somos uno. No huyas de la soledad ni
de la nostalgia, aprende a disfrutarla y comprenderás lo sencilla y
maravillosa que es la vida. La complejidad está en tus creencias, en lo
que piensas. El amor no es aquello que te han enseñado y por lo cual
sufres.
Mi despertar es tu despertar, pues tu y yo somos uno en algún lugar del Universo.
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